Historias platenses que celebran en esta fecha especial

Hacen la amistad

Rivales, sí; enemigos, no. Historias de vida de hinchas de Estudiantes y Gimnasia, que nutren con pasión futbolera a la ciudad y hoy tendrán motivos para celebrar 

Raúl Puggi, de 69 años, y Atilio Ventimiglia, que tiene 68, se conocieron prácticamente con su llegada al mundo; ambas madres embarazadas solían cruzarse en el mercadito del barrio de 47 y 20. Una vez nacidos, comenzaron una amistad que hoy está tan fuerte como el primer día. 

Raúl se decidió por los colores azul y blanco, mientras que Atilio se inclinó por el rojo y blanco. A pesar de ser hinchas de clubes diferentes, nunca se gastaron ni se hicieron chicanas con el fútbol. 

Hoy la vida los encuentra jubilados. La  amistad fue más allá de todo y ambos coinciden en que era otra época, lo que ayudó a que compartieran muchas cosas en la cancha. “En 1962, acompañé a Raúl en toda la campaña del Lobo y siendo de Estudiantes, como una travesura de niño, fuimos a todos lados. Nunca lo dejé en banda”, recalcó Atilio, haciendo referencia a que no existía tanta rivalidad en décadas pasadas.    

Por otra parte, está el caso de Sebastián Rossi y Federico Mirco, de 42 años. 

Sebastián vive en Ensenada y todos los días se levanta para ir a trabajar a su consultorio odontológico; es de Estudiantes y no esconde su fanatismo por el fútbol. Federico es fanático de Gimnasia y remarca ser un fiel oyente de Radio Gol, medio con el que se informa sobre la actualidad de su equipo, mientras empieza el recorrido por las clínicas de la ciudad, ya que su profesión es visitador médico.   

Ambos amigos están divididos por la pasión que despiertan Estudiantes y Gimnasia, pero a la vez están unidos por una certera fraternidad, que perdura desde los primeros años de la secundaria. 

A la par de Rosario o Santa Fe, La Plata es una de las ciudades que tiene polos opuestos en el reparto equitativo de los colores. 

Si alguien no es del Lobo o del Pincha al menos tiene un familiar directo que defiende alguno de estos colores. 

Mirco nació en el barrio El Mondongo, bien Tripero, y durante la década del 90 disfrutó de la supremacía del Lobo en los clásicos, además de ver a su eterno rival irse al descenso en el torneo Clausura de la temporada 1994. 

“La mejor anécdota que tengo es cuando ganamos un clásico 4 a 1 en el Bosque, yo salía de la cancha y me lo crucé a Seba, le di un abrazo y un beso y me fui corriendo. Se quedó congelado, él no entendía nada, la gente de Estudiantes que estaba ahí tampoco”, reveló en la visita a la redacción de diario Hoy. 

Rossi, en cambio, contó: “Cuando se fueron al descenso en 2011, al toque le mandé un mensaje gastándolo, se me ofendió y me dejó de hablar por dos meses”. Hoy, entre risas y comentarios, no dejaron pasar la ocasión para recordar esas dos viejas anécdotas que tanto los marcaron. 

Todos, al fin de cuentas, tendrán justificadas razones para cruzar llamados, reunirse a cenar o, simplemente, brindar por la amistad, en este jueves dividido por los colores pero unificado por el fútbol.

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