“Hoy tienen muchas posibilidades de llegar, antes no era tan fácil”

Las divisiones juveniles son “la vidriera” desde donde se salta a la gloria: Primera. Para Gustavo Salinas no fue posible llegar a lo más alto en el Pincha y cuando quedó libre fue a Villa San Carlos (en la D). La peleó y firmó en Bélgica. Ya de adulto, Estudiantes lo eligió como técnico para los pibes

El hombre no pisó el césped de La Bombonera, ni la tierra de campeones de 57 y 1, salvo en algún clásico de divisiones inferiores. En la ciudad futbolera es el “Lomo”, un delantero ex Villa San Carlos, que dio un par de vueltas olímpicas con Everton en la Liga Amateur Platense; un “9” de área, de 1,86, que al cabecear, por la potencia que tomaba la esférica, parecía que ponía el pie. Ahora, esa cabeza está puesta al servicio de Estudiantes, club donde volvió de grande para dirigir a las categorías juveniles de AFA. Es de los pocos DT que al común del simpatizante no le es fácil detectar al ver la nómina de los conductores. “No soy un extraño, fui campeón con la clase 1968, junto con otros delanteros como Poroto Russo y Mingo Angelello”. 

Al quedar libre, entró en un laberinto que fue desentrañando con su tenacidad, su optimismo y sus ganas de sumar. De muchas cosas se acordó en una charla con diario Hoy.

—De Berisso a Bruselas, ¿cómo fue aquello?

—Un representante nos vino a ver a Villa San Carlos, a Santacrocce, a Leo Trinchín y a mí (los tres delanteros). Nos habló de Italia o Estados Unidos. Sin embargo, un día me dijo: Preparate Salinas, que en dos días salís para Bélgica. Tenía 22 años. La cosa, obviamente, no fue sencilla: él, que en principio iba a viajar conmigo, en Ezeiza me dijo que iba solo. En ese aeropuerto estaban mis familiares, todos festejando por mi viaje, pero yo hoy miro las fotos y tengo la cara blanca como un papel. Me estaba yendo a un lugar desconocido, sin saber el idioma.

—Pero intentaste tu gran sueño...

—La luché, como siempre. Aquello me ayudó a madurar de golpe. En esa época jugar en el exterior no era fácil. Como tampoco era fácil llegar a debutar en Primera, ya que hoy tienen más posibilidades. Cuando me fui era el 1º de mayo de 1990, llegué, me probé y quedé. Quince días después volví al país para casarme. Estuve tres años jugando en Bélgica.

—Y Estudiantes está siendo el gran premio en la adultez de tu vida...

—Sin dudas. Y hemos viajado al exterior con la Sexta, dos viajes que me agarraron a los 47 años. Comparado a aquel momento de jugador, esto de Malasia y Qatar fue como un viajecito en tren hasta Quilmes (risas). Aunque estar dirigiendo a los chicos implica responsabilidades. Somos un grupo de trabajo (administrativos, médico, profe, el coordinador Hermes Desio, entrenador de arqueros). 

El hombre, que nunca pisó el césped de La Bombonera pero ya de grande pudo entrar al Estadio Ciudad de La Plata desfilando con una copa de juveniles, sigue inmerso en sus sueños. Actualmente, incluso, disfruta trabajando al lado de su hermano Marcelo (entrenador de arqueros). Soñador y realista el Lomo Salinas, que a diferencia de los chicos que él orienta, sabe tocar tierra: “Hoy se viven tiempos tan acelerados que los pibes recién van a tomar real dimensión de los viajes que hicieron en este club con el paso de los años”. 

Gustavo Raúl Salinas

- Apodo: “El Lomo”

- Nacido en Etcheverry, criado en Punta Indio y Jeppener

- Hijos: Juan Manuel (1993), Rodrigo (1997) y Juan Ignacio (2002)

- Jugó en: Estrella de Jeppener, Peñarol de Olmos y el seleccionado de LIFIPA (Infantiles), Estudiantes (6ª y 5ª), Villa San Carlos, fútbol de Bélgica, Everton y seleccionado de la Liga Platense.

- DT de: Infantiles de Everton y Juveniles en Estudiantes (actual)

Aquella experiencia en Bélgica 

Una vez que le tomó el gusto a las canchas belgas de 2ª división, el Lomo estuvo cerca de pegar el salto a uno de los más grandes. “Me estaba siguiendo el Brujas de 1ª división, ya que se jugaba la Copa de Bélgica y en la 3ª fase nos tocó con ellos. Vinieron con la Reserva y nos ganaron 3-2, con dos goles míos. Tenían intenciones de llevarme, pero después jugué un partido y por empujar al árbitro me suspendieron seis meses y se vino el circo abajo”.

Entonces, todo se circunscribió a brillar en dos pequeños pueblos, Ieper y Mouscron, destacándose en una especie de B Metro de nuestro país.

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