Sueño americano: vienen por el talento

Paula Pebacini, oriunda de Gonnet, tiene 21 años y juega en la Universidad de Oklahoma, Estados Unidos. A través de una beca, estudia y compite en una liga. En diálogo con este medio, contó cuál es su anhelo y cómo llegó al país del norte, que busca expandir este deporte

Lejos del dulce de leche y la milanesa, Paula Pebacini busca materializar un sueño que nació en Gonnet, con la típica inocencia de cuando iba a jugar a la pelota a la República de los Niños. Desde Estados Unidos, vinieron en busca de talentos y se toparon con ella en una prueba. A miles de kilómetros de su familia, Paula prosigue con su pasión: el fútbol. Además, estudia la carrera de Gestión Deportiva en la Universidad Cristiana del Sudoeste (Southwestern Christian University) de Oklahoma. 

La joven compite en una liga y es una de las referentes del equipo (ver aparte). Durante los últimos años, los estadounidenses posaron sus ojos en la materia prima futbolística que hay en la Argentina, por ello, tras una prueba, decidieron becar a Paula. Su sueño es radicarse en Norteamérica y graduarse.

Pebacini incursionó en el fútbol masculino en 2006 (ver aparte). Comenzó jugando en San José, club de la región, en la liga TEFI (recreativa). Era tal su nivel que los dirigentes debieron dar el brazo a torcer, ya que en un principio no querían dejarla jugar. Así fue como luego, con Huracán de Gonnet, continuó siendo parte de un equipo masculino, en 2011, en APLAFI. 

Con 15 años decidió probarse en el equipo femenino de Estudiantes, pero no le fue bien. Frustrada, se volcó al hockey  tres años y fue capitana de Santa Bárbara. Sin embargo, su vocación fue más fuerte y en 2014 participó de una prueba de fútbol que realizan empresas de Estados Unidos en Benavídez y proveen becas para ir a estudiar al mencionado país. Paula, sorprendida, quedó. En enero de 2015 viajó sola, con tan solo 18 años, rumbo a Norteamérica.

Luego de la rutina diaria, la talentosa joven atendió a este medio, confió precisiones sobre su vida y explicitó cómo llegó a Estados Unidos.

—¿Cómo es el nivel de la liga universitaria?

—Depende de cada universidad y la plata con la que cuenta. Hay equipos muy buenos. No tiene comparación con la Argentina: jugás los sábados, martes o jueves, y la falta está justificada. El torneo se disputa de agosto a noviembre.

—¿Qué idea tenías al llegar a Estados Unidos?

—De algo más amplio, no venía solamente a jugar, también a hacer la carrera de cuatro años. Para tener buen promedio me estoy esforzando mucho, ya que para trabajar necesito diferenciarme en eso de un estudiante norteamericano.

—¿Cómo te las ingeniás para sobrevivir?

—Estoy en un departamento, sola; así que eso me lo mantengo yo. Si la universidad me mantuviera, tendría que vivir en el edificio donde estudio. También trabajo como referí de fútbol.

—¿Qué proyectaste a futuro?

—Me gustaría quedarme, porque esta carrera en la Argentina no existe y se me complicaría trabajar. 

—-¿Te costó adaptarte?

—Sí. Cuando vine tenía 18 años. Ahí me di cuenta que siempre tuve todo de arriba. Me choqué con una pared, mis papás me hacían todo y tuve que madurar. Logré independizarme y crecer como mujer. Culturalmente es  todo muy distinto, incluso los horarios. 

—¿Cómo sobrellevás la distancia con la familia y amigos?

—Cuando estás acá, sabés que la familia va a estar siempre, pero las amistades no tanto. Muchos te olvidan por la distancia.  

—¿Te sorprende el crecimiento del fútbol femenino?

—Sí, lo viví hace once años. Fui una de las primeras, me encantó ver cómo creció. 

—¿Soñaste alguna vez con jugar en la Selección argentina?

—Todo futbolista sueña jugar en la Selección, pero me encantaría trabajar con algo relacionado al fútbol y estar en ese ambiente, como representar jugadores. 

—¿Qué mensaje le dejarías a las chicas para animarse a tomar una decisión como la tuya?

—Que acá tienen la oportunidad, la experiencia está buenísima y crecés como persona. Con River y Estudiantes me había frustrado.

Comenzó jugando con hombres

La protagonista no solo marcó un precedente en el fútbol femenino, cuando aún no estaba emergiendo como nueva alternativa deportiva, sino que también fue una de las tantas mujeres que participó de la práctica de este deporte de manera mixta, con hombres.

Ella recordó que, para formar parte del plantel de San José y Huracán, tuvieron que convencer a los dirigentes de respectivas ligas, ya que no querían dejarla jugar. 

Lo peculiar fue que no pudo adaptarse a jugar con mujeres cuando pasó por Estudiantes. Tal fue su sentimiento de frustración que decidió volcarse al hockey, pero luego la vocación y su pasión la hicieron volver a su deporte predilecto: el fútbol.

Referente y figura de su equipo

Paula Pebacini utiliza la casaca número 10 del equipo de competencia de la Universidad de Oklahoma. Además, estrechó buenos lazos de compañerismo no solo con colegas latinoamericanas sino también con pares de otras latitudes. 

Ella suele jugar por ambas bandas, como mediocampista central, delantera y hasta llegó a ser defensora. Una todoterreno.

Según le confió a este medio, por la unidad educativa pasaron al menos siete argentinos. Todos se fueron de allí, pero llegaron por un mismo motivo: el fútbol. 

Por otra parte, Paula confesó que trabaja de referí para generarse un ingreso adicional al que le proveen sus padres a la distancia.