Un aniversario popular que empieza a marcar las huellas de un cambio

Por Juan Pablo Ferrari

En tiempos de crispaciones y debates ideológicos, Estudiantes llega a los 110 años de vida en pleno proceso de transformación. 

Sin perder su norte como institución deportiva, el club ingresó en un período de ordenamiento económico que remonta a la época de Valente, a finales de los ’90, cuando también hubo que apelar al semillero para salir a flote y armarse de paciencia.

Con una gestión renovada, cuyo promedio de edad de sus dirigentes oscila los 40 años, el Pincha pretende alejarse de otros modelos elitistas, aristocráticos y ortodoxos, que limitaron el ingreso a determinadas clases sociales y establecieron alianzas con sectores empresariales y políticos que sólo intentaban sacar un rédito personal a costillas de la pasión que despiertan estos colores en la capital de la provincia más importante del país.  

La maratón y el almuerzo popular previstos para el 23 de agosto, sumado a la cena de gala que esta vez será autofinanciada como el libro que se imprimió por el aniversario, son claras muestras de que ya no hay manteca para tirar al techo. 

Hoy Estudiantes les abre sus puertas a todos los que quieran sumarse a colaborar. Pero urgido de sanear el pasivo, también se las cierra a los que sólo piensan en sacar algún tipo de ventaja. Y en eso, el cambio, es claro y evidente. 

Las agrupaciones, por ejemplo, deben hacer trabajos solidarios o demostrar alguna actividad social si pretenden conseguir algún tipo de beneficio. 

Los que quieran formar una barra, en tanto, están obligados a mantener la misma conducta que cualquier socio común, porque de lo contrario les cae el peso de la ley o ingresan en el derecho de admisión como ocurrió en diciembre del año pasado.

Los empresarios, como el caso de Facundo Fraga, tienen limitados sus movimientos en el Country, y las últimas dos transferencias internacionales las encabezó directamente el presidente de la institución, Sebastián Verón, con la Sampdoria y el Mónaco. 

Se acabó, después de todo, ese club dedicado a unos pocos, que como ocurrió con la localía en Quilmes, llevaron a los socios como ganado a 35 kilómetros de La Plata sólo para defender banderías políticas que deberían estar ajenas a cualquier institución de fútbol. 

Ya no hay más intereses que pesen más que el de la necesidad de los socios o de los deportistas amateurs. Se percibe un club más abarcativo y popular, pero al mismo tiempo menos competitivo desde el punto de vista futbolístico. Y tal vez eso, al fin de cuentas, sea el precio de una transformación necesario que eligió el 75 por ciento de los votos en las últimas elecciones. 

Estudiantes, austero por resignación, pero  popular y solidario por convicción, va por otros 110 años de gloria en la ciudad.

Feliz aniversario. 

Noticias Relacionadas