Un argentino jugó su último partido a los 82 años

Osvaldo “Tano” Zunino colgó los guantes disputando un encuentro para la Liga Amateur de Tenerife y dialogó con diario Hoy desde Europa 

Osvaldo “Tano” Zunino  nació el 6 de junio de 1934 en Luján. Comenzó a jugar al fútbol a los 15 años en Gimnasia y Esgrima de Mercedes y se destacó en el deporte de alto rendimiento hasta 1960. Desde entonces siguió desempeñándose en diferentes ligas de fútbol. El sábado 7 de enero le puso el broche de oro a una carrera de casi siete décadas. En diálogo con El Clásico  desde el viejo continente, contó su experiencia en el fútbol a lo largo de toda su vida. 

El encuentro entre Tango FC y Rommel Fernández se disputó en la cancha de Guargacho, en el municipio de San Miguel de Abona, Santa Cruz de Tenerife, y contó con la presencia del exárbitro internacional Pierluigi Collina, quien dio el pitazo inicial del juego.

Zunino, que viaja a Tenerife todos los años para visitar a dos de sus cuatro hijos, fue invitado por el mánager de Tango FC para atajar y así despuntar el vicio por última vez. Se llevó la gran ovación de la tarde.

—¿Cómo nació su pasión por el fútbol?

—Yo comencé a jugar de chico, a los 13 años, hice mi carrera en Gimnasia y Esgrima de Mercedes, hasta que a los 25 me casé. Luego me fui a vivir a Buenos Aires. Siempre tuve esta pasión por la pelota. 

—¿Nunca dejó de jugar?

­—No, hasta hace dos semanas, cuando dejé el equipo. Después, siempre me prendo en los partidos de mis hijos y sus grupos de amigos. También jugué torneos colegiales para padres y de empresas. 

­

—¿Por qué en el puesto de arquero?

­—Todos los que nos decidimos por ese puesto es porque no somos buenos en otro lado. A mí me encantaba jugar en el medio, pero como no servía terminé en el arco y pude seguir jugando hasta ahora. 

—¿Cuál fue su principal carac­terística?

—Yo admiraba a Amadeo Carrizo, por más que yo soy hincha de Boca. Me gustaba su seriedad, su físico y su inteligencia. Siempre traté de imitar su particularidad de achicar los espacios, era lo que mejor me salía. 

—¿Cómo se organizó este partido de despedida?

—Mi hijo mayor anunció que iba a estar en Tenerife por unos días y, como en junio cumplo 83 años, con un amigo que tiene un club que se llama Tango FC, donde juegan todos argentinos, se pusieron de acuerdo para hacer un partido despedida. Yo no quería, pero la familia ya no tenía ganas de que siga jugando. Entonces dije que jugaba solo diez minutos. 

—¿Por qué la familia no quería que siga jugando?

—Dicen que ya estoy grande, que si me caigo o me quiebro un dedo, no me voy a poder recuperar. Pero bueno, le voy a hacer caso a la familia por más que yo me sienta bien.

—¿Cómo fue la antesala del partido? 

—Me hicieron una camiseta con el 22, un número que me encanta. Mi hijo me dijo: “Papá, portate bien que trajimos un árbitro complicado”. 

—¿Quién era?

—Pierluigi Collina, cuando lo vi entrar a la cancha, bronceado y con esa forma particular de caminar, no lo podía creer. Se me acercó y me dijo: “Qué joven que estás”. Todavía no lo puedo creer, ya pasaron varios días desde que finalizó el encuentro, y miro la foto que me tomé y sigo sin poder creerlo. 

—¿Cuál fue la mejor atajada de su vida?

—La única que me quedó grabada fue en un partido que jugamos Gimnasia contra Huracán en Mercedes. Íbamos los dos punteros y era el último partido de la primera rueda. Había un muchacho que se llamaba Mujo, me encaró por la izquierda y quedamos mano a mano, me amagó  le adiviné la intención y me quedé con la pelota, pero fue tal el esfuerzo que me rompí el pantalón. Igual, 

imaginate que las canchas no eran como las de ahora, si encontrabas una cancha con pasto no lo podías creer. 

—-¿Se va a animar en algún mo­mento a jugar de nuevo?

—-Solo con los nietos.

Noticias Relacionadas