Francisco: "el papel como líder de la iglesia católica es garantizar la unidad"

El papa Francisco proclamó, al final del Sínodo extraordinario sobre la familia, que en esta asamblea no se puso en entredicho la "verdad fundamental" del "sacramento del matrimonio: la indisolubilidad".

Así lo afirmó el Sumo Pontífice, en un discurso pronunciado ante los participantes en el Sínodo, a quienes dijo que su papel como líder de la Iglesia Católica es el de "garantizar la unidad", tras los debates en los que se abordaron cuestiones como la acogida a los homosexuales o a los divorciados vueltos a casar. Además, dijo que la Iglesia Católica "no mira a la humanidad desde una torre de cristal para juzgar o clasificar a las personas".

El Papa recordó a los participantes en el Sínodo que su función es la de "recordar a los pastores que su primer deber es alimentar al rebaño (...) que el Señor les ha confiado y buscar acoger con paternidad y misericordia y sin falsos miedos a las ovejas descarriadas". "Aquí me he equivocado. He dicho acogerlas: ir a buscarlas", matizó el pontífice, que llamó a los obispos y otros participantes en el Sínodo a "practicar una caridad sincera y activa".

"Esta es la norma suprema de conducta de los ministros de Dios, un amor incondicional como el del Buen Pastor, lleno de alegría, abierto a todos, atento al prójimo y solícito con los que están lejos", agregó. En otro momento de su intervención, explicó que la Iglesia Católica no debe "tener miedo de comer y beber con las prostitutas y los publicanos", en alusión al Evangelio de San Lucas.

Bergoglio admitió que en los debates en el Sínodo se pudieron apreciar "tensiones y tentaciones", entre las cuales mencionó la tentación de la "rigidez hostil", que resumió en la actitud de "querer encerrarse en lo que está escrito (la letra) y no dejarse sorprenderse por Dios, por el Dios de las sorpresas". Y advirtió contra la "tentación" que plantean los que calificó como "tradicionalistas" o "miedosos", pero también a aquellos que definió como "denominados progresistas y liberales".

Las palabras del Papa, que el domingo pondrá punto final solemne con una misa en San Pedro al Sínodo extraordinario cuyos trabajos concluyeron el sábado, fueron recibidas con un cerrado aplauso de los congregados, que duró unos cinco minutos.