Babasónicos: “Supimos estar muy unidos cuando las cosas eran difíciles”

Esa es la clave del éxito según Mariano Roger, guitarrista de una banda fundamental en el rock argentino. El grupo, que se reinventó durante toda su carrera, volverá este mes a la ciudad con Repuesto de fe, la continuación del viaje que iniciaron en 2016

”Lanús, ciudad y gueto”, cantaba Babasónicos en el tema Desarmate sobre la ciudad que los vio nacer hace 26 años. La banda, liderada desde la voz por Adrián Dárgelos y desde las guitarras por Mariano Roger, se estará presentando este fin de semana en Buenos Aires, y el próximo en el Coliseo Podestá de la ciudad, con su nuevo trabajo que reversiona todas sus épocas, llamado Repuesto de fe. Roger, hijo del fallecido actor Rolo Puente, le dijo a diario Hoy sobre este lanzamiento: “Es un registro de lo que fue la gira de Impuesto de fe. Plasmamos en un disco y en un DVD todas las canciones que formaron parte de algunas presentaciones, sobre todo de aquella que se dio en el Teatro Colón. También quisimos hacer una reafirmación del show, porque fue todo un honor y jamás en nuestras vidas imaginamos que íbamos a tocar en semejante institución”. El músico, además, repasó el proceso de selección de las canciones que componen el recital y la carrera de esta prolífica banda.

—¿Cómo fue el proceso de desmenuzar el repertorio de una agrupación que ya tiene en su haber 12 discos oficiales y varios más que editaron de manera independiente ?

—Fue un proceso largo que nos llevó casi todo el año 2015. Esa fue la etapa de preproducción de lo que después fue Impuesto de fe. Este trabajo fue diferente de lo que pensábamos a priori, porque suponíamos que iba a ser un poco más sencillo. Imaginate que se trataba de reversionarnos, cosa que ya habíamos hecho en nuestra historia con otros temas nuestros. Sin embargo, la banda se reformuló de alguna manera, porque tocamos otros timbres y otros instrumentos, por lo que acabó convirtiéndose en una experiencia bastante larga. 

Esta producción se inició como una retrospectiva de nuestros álbumes, hasta que después terminó siendo una especie de show, más que un disco en sí mismo. Es por ello que necesitábamos ciertos climas, aunque el proceso se completó con la grabación, seguimos con las giras que emprendimos casi todo el año pasado y se coronó en el show que brindamos en el Teatro Colón. Pero eso desembocó en lo que está por pasar ahora con este bonus track que llamamos Repuesto de fe. Este trabajo incluirá todas las versiones que no están en Impuesto de fe pero que finalmente fueron apareciendo en las presentaciones. Digamos, para sintetizar, que este disco sería como un souvenir de la gira, como algo que completa el círculo.

—¿Cómo se despiden de un disco y le dan la bienvenida a Repuesto de fe?

—Forman parte de un mismo proceso. Además, debemos tener en cuenta que en nuestro formato más ortodoxo es más complicado que toquemos en esos espacios como el Colón, o teatros, porque quizá no están preparados para recitales de rock de alto volumen y de alto impacto físico. En este caso, la gente está sentada y tiene mayor contemplación, experiencias más auditivas y otras actitudes.

En cuanto a lo nuevo, solo te puedo decir que está por venir. Por ahora vamos a cerrar toda esta nueva etapa que se abrió en nuestro camino.

—¿Cómo reciben los elogios de los colegas?

—Sucedió que este show se dio en lugares muy puntuales y también participamos en algunos festivales. Por ejemplo, estuvimos en Vive Latino, en donde ya estuvimos muchísimas veces en diferentes años. Esta vez tocamos en vivo, presentamos este espectáculo y fue muy bien recibido, porque era una propuesta diferente y quizá en un festival contrastaba aun más. Hay que tener en cuenta que en este tipo de eventos está todo más “al palo”. 

Por otro lado, nos encanta que a nuestros pares les guste lo que hacemos, disfrutamos de eso y tomamos para bien cada una de las críticas. Siempre fuimos muy exigentes con nosotros mismos, ya conocemos nuestros gustos de las cosas y no necesitamos que nos lo cuenten, aunque escuchamos a todo el mundo. A lo largo de estos años, hemos cosechado relaciones de amistad muy largas. De hecho, nos cruzamos en los escenarios de este festival a los Cadillacs, cuyos hijos escuchan nuestra música, y se generaron momentos muy lindos. Además, son muy pocas las bandas que aún se conservan a pesar de los años. Son relaciones que se forman a través del tiempo y aún permanecen vigentes.

—Después de tantos años, ¿qué significa Babasónicos para vos?

—Siempre fuimos mutando, y por suerte nos salimos con la nuestra, tanto desde lo que la banda era para nosotros como también en lo que hacíamos por ella. El primer tiempo fue muy sacrificado. Era una época difícil para tocar porque estábamos en nuestra etapa más under y había que pelearla más. Siempre tuvimos un gran control sobre lo creativo y las compañías discográficas nos dejaron hacer lo que quisimos, lo cual es bastante llamativo para una banda que estaba recién empezando, porque la industria suele meterse un poco. Tiempo después, fuimos mutando, vino la etapa más de “éxito” y de los hits radiofónicos. Supimos sortear esta fase, porque, a veces, las bandas tienden a sufrir esos momentos, se separan, llegan las guerras de egos, hay vanidades. Esos tiempos de los inicios ayudaron a formar lo que somos hoy. Supimos estar muy unidos cuando las cosas eran muy difíciles. Después llegó el momento en el que ya parecía mentira que pudiéramos seguir haciendo discos y generar la repercusión que tuvieron. Tuvimos una primera racha en la primera década del siglo, desde el año 2000 hasta el 2010, durante la que sacamos discos muy buenos, muy apreciados de forma unánime por la crítica y por el público. En la tercera etapa, que podría ser todo lo que sucede después de Impuesto de fe, restaría grabar un disco nuevo. Eso nos entusiasma, es un desafío.

—Babasónicos tocó en Cemento y en el Teatro Colón, ¿qué destacás de ambos lugares?

—En un momento se armó una polémica por lo del Colón. Para nosotros, Cemento fue un espacio fundamental. Eran momentos en que a las bandas les costaba mucho laburo conseguir espacios para tocar. Además, era imposible generar dinero con los shows. Es por eso que destaco que el trato de Cemento siempre fue favorable hacia las bandas y así los músicos podían ganar los primeros sueldos. Esto nos pasó a nosotros, a Divididos y a Los Redonditos de Ricota, entre otros. Cemento fue el lugar ideal donde se podía crecer.

Pasamos por muchos lugares antes de llegar al Colón. El recorrido que nos llevó hasta ahí fue fortuito, nunca fue un objetivo que nos planteamos nosotros mismos. Fue alucinante cuando estuvimos en el Luna Park. Eso fue trascendental, porque era un lugar como un tope en Buenos Aires. Después siguió México y otros tantos espacios que nos parecían lo más alto que pudimos lograr. 

Los inclasificables del rock nacional

Su sonido nunca pudo ser definido en ninguna corriente. Su primer disco, Pasto (1992), los metió en una vanguardia sónica que la crítica encausó dentro de lo que se llamó “nuevo rock argentino”. Fieles a su rebeldía, en 1994, con Trance Zomba, el rap y el hardcore dominaron su sonido con incursiones de música disco. 

El tándem de Dopádromo (1996) y Babasónica (1997) fue intenso y oscuro, con historias de actrices clase B, posesiones demoníacas, sátiros y vírgenes descalzas. Miami (1999) fue la bisagra en su carrera. Baladas y folk del desierto mexicano reemplazaron las distorsiones. Dárgelos aprovechó el menor volumen y su canto empezó a destacar.

Como expresó Roger, la seguidilla de Jessico (2001), Infame (2004), Anoche (2005) y Mucho (2008) les dio una rotación en radios que aportó a una masividad y un crecimiento exponencial de fanáticos. Luego llegaron A propósito y Romantisísmico que apuntalaron lo conseguido en la primera década de Siglo XXI. ¿Que vendrá ahora?

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