Cacho Fontana: un prócer de la radiofonía argentina

El emblemático conductor habló sobre su inicio profesional, la relación con sus padres, la familia y los escándalos que supo protagonizar

Rorberto Palese es su verdadera identidad, pero históricamente fue reconocido como Cacho Fontana, el nombre artístico que eligió para transitar su camino en los medios de comunicación. Fontana supo ser la voz de innumerables contenidos de la radio, como también la imagen de éxitos televisivos. Fue el precursor de los móviles radiofónicos, una forma innovadora de presentar noticias. La presencia de Fontana en cualquier producción era un símbolo de profesionalidad. 

Durante una entrevista íntima con Hoy, realizó un extenso recorrido por su trayectoria, en la que dejó una irrefutable marca registrada. 

El camino antes de la fama

Nació en Barracas, en el seno de una familia humilde y trabajadora. Su padre era empleado de un galpón y su madre hacía trabajos de costura.

En su casa natal solían cenar muy temprano, para luego reunirse en un pequeño living y escuchar la voz de Luis Sandrini, quien los hacía reír y llorar.

Entrada su juventud, el animador dedicaba su tiempo a jugar al fútbol y a ensayar, siempre a escondidas, diversas presentaciones orales de orquestas y afines. Tenía un pequeño empleo como changarín y no se imaginaba que su vida cambiaría rotundamente.

—¿Cuándo comenzó tu interés por la radio? 

—Desde que tengo uso de razón supe que quería ser locutor, porque admiraba a los cantantes, actores y anunciantes de las radios. Pero en ese tiempo primero tenías que trabajar y una vez con el mango en el bolsillo veías para donde disparar. En ese entonces no existían los estudios terciarios. Uno no estudiaba para ser locutor. Solo se tenía audacia, contactos, amigos y las circunstancias que te permitieran llevarlo a cabo. No había que formarse sino ser autodidacta.

—¿Cómo lo tomó tu familia?

—Para mis padres, fue irrelevante que me dedicara a trabajar delante de un micrófono. Al iniciarme de forma profesional, es decir frente a un palco presentando una orquesta, tuvieron otra mirada, otra opinión. 

Hay una anécdota que recuerdo con mucho amor. Realicé un viaje al interior junto con la orquesta de Antonio Padula para hacer unas presentaciones en salones de lujo. Cuando llegamos al hotel, en el hall de entrada, me encontré sorpresivamente con mis padres. Ellos viajaron de forma exclusiva para verme en vivo. Me emocioné tanto que lloré como un niño. Debo reconocer que fueron mis primeros críticos y, para mí, han sido el sustento emocional más importante de mi vida

—¿En qué momento la radio dejó de ser un hobby?

—Siempre fue un amor para mí. Cuando comencé a mejorar en cada presentación, en los  comerciales que grababa, me perfeccionaba en el trabajo y como persona, así sucesivamente. La radio es un índice de vida, una aparición que agradezco a Dios.

—¿Te considerás referente, una especie de prócer de tu vocación?

—No sé si me identifico con algún rótulo, porque hay que tener un recorrido, una trayectoria prolija, y no es mi caso. Me resulta fuerte que me digan así. Prefiero ser simplemente Cacho, si no me siento cercano a la madera.

La voz de la Nación

El locutor supo recorrer cada espacio para hacerse notar. Así logró ser parte de Radio El mundo, Radio Rivadavia, construirse como locutor en los rings de boxeo y ser la imagen de los comerciales de Odol. Durante varias décadas tuvo una notable trascendencia como profesional y figura de la noche porteña. Estuvo acompañado por las mujeres más sensuales del momento, fue un hombre codiciado por la soltura, el poder y la caballerosidad que desplegaba. Sin embargo, la rápida velocidad del ascenso fue igual que la de su ruina mediática y económica.

La noche, las malas compañías, los escándalos y las adicciones supieron hundirlo en un agujero negro, del que le costó trabajo salir.

—¿Cuáles son tus materias pendientes?

—Estar con mis tres hijas, mis nietos, mis seres queridos. Volví a la radio para reivindicarme haciendo lo que más me gusta. Quiero vivir lo mejor que pueda. 

Perdí 30 años de mi vida por culpa de una adicción innecesaria, hoy lo analizo y asumo que la droga me robó ese tiempo. 

—¿Es cierto que volviste a trabajar?

—Desde mis inicios, estuve en todos los formatos radiofónicos. Regresé a trabajar a dos programas. El primero dura dos horas y es emitido por una radio de Mar del Plata, mientras que el segundo es una frecuencia pequeña en Barracas, ahí hago algunas participaciones por semana. Estoy muy feliz. 

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