Entrevista exclusiva

Carlos Belloso: “El peor actor argentino es mucho mejor que uno yanqui que cree actuar bien”

El intérprete de 53 años es uno de los protagonistas de Quiero vivir a tu lado, la nueva comedia de El Trece. Aunque el rating no acompaña a su programa, él considera que “es una de esas producciones de Pol-ka que aguanta los trapos”

El camino de Carlos Belloso comenzó en la zona norte del Gran Buenos Aires, precisamente en Munro, partido de Vicente López, en el seno de una familia de clase trabajadora cuyos miembros no veían a la actuación como destino para su hijo. Pero el tiempo les demostró lo contrario. Este hombre de 53 años encontró su vocación y su medio de vida en el teatro, y además un lugar para afrontar momentos difíciles que lo marcaron.

En el año 1982, cuando tenía 19 años fue llamado para realizar el servicio militar obligatorio. Recibió un duro adiestramiento en infantería y en artillería antiaérea en Río Gallegos. Su grupo de tareas fue requerido para la defensa del aeropuerto y formó parte del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur. Una vez finalizado el conflicto bélico, padeció depresión postraumática durante todo un año. Luego de recuperarse, mientras trabajaba en una fábrica química, se decidió a ir por su sueño. Y otro teatro apareció, pero esta vez, le cambió la vida para  bien.  Hoy, es uno de los actores más queridos por el público, gracias a varios papeles que interpretó a lo largo de su vida: Guillermo Marmotta (Willy) en Tumberos, Donatello en Culpables, Lito en Sol Negro, y uno muy especial que lo acompaña siempre (ver recuadro página 17). 

Desde la tranquilidad de su hogar, el intérprete charló muy amablemente con diario Hoy 

—Cuando tomaste la decisión de dedicarte a actuar, ¿tu familia te apoyó?

—No contaba con el apoyo de mi familia. Tuve un enfrentamiento con mi padre. No me tuteaba, me decía usted se va a morir de hambre. No va a conseguir trabajo, no va a hacer estas cosas ni aquellas, aparte se va a ir de la fábrica química donde le dan detergente y shampoo gratis. Hubo una pugna y mi madre jugaba de neutral. No entendían bien que era actuar, porque no había antecedentes artísticos en la familia. Pero en un momento mi padre se relajó, y yo, que tenía muy claro lo que quería hacer, me decidí a hacerlo.

—¿Cómo es tu relación con los colegas?, ¿tenés amigos en el medio?

—Sí, muchos . Y admiro un montón a los actores de aquí, son realmente buenos trabajando. El peor actor argentino es mucho mejor que uno yanqui que cree actuar bien. 

Tengo amigos por haber hecho lazos en algún trabajo: pueden ser de muchos años, de obras de cuando empecé, también de piezas de teatro, programas de televisión recientes o, incluso, de la tira que estoy haciendo ahora. Hay otros actores de los que no soy amigo ni iría a ningún lado con ellos, y está muy bien que así sea, les pasará lo mismo conmigo. 

—¿Y el público como te trata?

—Con el público me llevo bien. Creo que reconoce que yo trabajo a conciencia y que quiero que se divierta, se impacte o se emocione. Hay una relación de servicio, yo lo relaciono con eso. Como actor tengo una misión que cumplir: entretener a la gente, generarle sensaciones. Mu­chos lo reconocen, otros no, pero bueno, hay gente para todo.

—¿Cómo vivís este momento en el que  tu programa está perdiendo con la competencia? 

—Quiero vivir a tu lado es una comedia a la que no le está yendo bien con el rating, pero me parece que la tienen en estima en el canal porque contra cualquier cosa que nos pongan adelante igual le sacaríamos puntos.

Tenemos un público cautivo que va desde los nueve a los once puntos. Hay poca actividad en la televisión hoy en día, más que nada porque es verano. Hay que ver qué pasa cuan­do vuelvan los chicos al colegio, entonces quizá nos elijan porque hacemos una comedia familiar que les puede gustar a los más pequeños. Yo creo que es una de esas producciones de Pol-ka que aguanta los trapos. Pienso que cuenta con un elenco de buenos actores, yo no me incluyo porque tengo una humildad mentirosa, pero así es el actor (risas).

—Si tuvieras que elegir entre el teatro, la televisión o el cine, ¿con qué te quedarías?

—Siempre mi preferido va a ser el teatro, es lo que mejor conozco. En este ambiente puedo dedicarme a la dirección, de hecho lo estoy h­a­ciendo. Ahora, por ejemplo, se es­trena en el Paseo la Plaza del circuito de terrazas, en la sala Julio Cortázar, Julito, un cuento de Fontanarrosa adaptado, que lo dirijo con muy buenos intérpretes. El cine obviamente me gusta, porque está más allá de nosotros, y televisión siempre voy a hacer, creo tener una misión en este planeta que es entretener a la gente.

—¿Cómo encarás los días en tu vida?

—Un día en mi vida es levantarme muy temprano, ir a grabar a los estudios Baires de Pol-ka, y tratar de hacer mis escenas lo mejor posible. Después vuelvo, me relajo en casa, veo algo de televisión, me tiro a la pileta. Me gusta usar mi terraza, es linda y muy grande, tomo bastante sol y estoy contento con mis gatitas Morticia y Maléfica. Amo a mi novia que vive conmigo. Estoy feliz y contento. Tengo dos hijos, Bruno y Romina, y los fines de semana me voy a ver una película al cine.

—¿Qué te queda por hacer en la profesión?

—Tengo toda una vida por de­lante, y muchos proyectos pendientes. Me gustaría hacer teatro inglés porque tiene códigos un tanto particulares. Hasta ahora no encontré ningún director ni productora que quiera hacer teatro inglés como se debe. 

Pero con las posibilidades con las que cuento vamos a estrenar en el San Martín, en septiembre, El Inspector de Nikolái Gogol, dirigida por Daniel Veronese. Estaría haciendo teatro ruso esperando al teatro inglés (risas). Y proyecto miles de cosas más. Tengo muchas ganas de trabajar. Amo lo que elegí, esta es mi vocación. Me gusta mucho en serio, y con tal de entretener a la gente, y pasarla bien, yo diría que entonces me quedan muchos proyectos por delante para seguir cumpliendo ese objetivo.

El inolvidable Vasquito, su otra personalidad

Más allá de Willy de Tumberos, o Lito en Sol Negro, un personaje marcó a fuego a Belloso y lo hermanó con el público de tal manera que él siente que es parte suya, y hasta mantiene conversaciones con él. 

—¿Tenés algún personaje preferido de todos los que interpretaste?

—En realidad no. Me gustan todos. A todos les pongo pilas y pasión. Me concentro mucho para hacer un personaje. Algunos se destacan más porque tienen más autonomía propia. El Vasquito es emblemático y todo el mundo me recuerda por eso. Les cuento que aún hoy él habla conmigo y se sienta en el mismo sillón que yo. Aunque el sillón ocupe un solo asiento. Hablamos todo el tiempo, mantenemos conversaciones largas. No estoy loco, los personajes que perduran tienen una razón, porque tienen mucha fuerza. Y muchos personajes teatrales tambien me acompañan porque tienen mucha intensidad, y si bien tengo preferidos, en realidad me gustan todos.

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