Circo del horror, el renacimiento de la feria de freaks

Los artistas se presentarán mañana en La Plata con un particular espectáculo en el que combinan sus números con una estética macabra

Hay una canción escrita por el uruguayo Martín Buscaglia y el español Kiko Veneno que afirma: “Todos somos raros, lo bueno y lo malo nos parece bien, depende con quién”. Con un mensaje similar, aparecieron los artistas de Circo del horror, un espectáculo que intenta rescatar las viejas ferias de carnaval en las que los asistentes podían encontrarse con performances que coqueteaban con el peligro, enmarcados en una estética macabra.

Así, quienes asistan mañana al teatro de calle 58 nº 770, podrán ver a personas que desa­fían al dolor sobre una cama de clavos, o que arriesgan sus extremidades haciendo malabares con motosierras. Matías Madueña, uno de los tantos freaks que forma parte del espectáculo, conversó con diario Hoy sobre la particular puesta en escena que realizan desde hace un tiempo.

—¿Cómo surge la idea de producir Circo del horror en nuestro país?

—Los integrantes de la compañía somos fanáticos del género. Además, particularmente admiro a los freak-shows y a los circos defenestrados que existen en todas partes del mundo. Noté que en la Argentina no había ninguno, así que tomamos el viejo espíritu de Parque Retiro, donde hoy se levantó el hotel Sheraton y donde en otros tiempos había una feria. Entonces nos apropiamos de esta temática de principios de siglo y la trajimos a la actualidad.

—¿Por qué se identifican como un “carnaval de fenómenos”?

—El carnaval es la gran fiesta del diablo, el espacio donde los deseos carnales quedan expuestos y todos son invitados a desatar sus pulsiones y a traspasar las líneas de la lujuria. Es la festividad de los fenómenos, de las personas que son distintas, donde la gente que tiene deformidades es bienvenida. Es un gran encuentro de monstruos. 

—¿De dónde toman el concepto de  freak?

—Viene por todas las cosas que hacemos, que son todos números clásicos de fuerza corporal: camas de clavos, suspensiones, malabares con motosierras, entre otros. 

—¿Qué aporta la estética morbosa que manejan?

—Es el concepto de lo enfermizo, de lo malsano, especialmente en lo referido a la parte moral. Mantenemos una estética morbosa, sangrienta, porque nos sentimos atraídos hacia lo desagradable, lo malvado. Es importante aclarar que esto se da escénicamente hablando, no somos unos locos que andamos sueltos por ahí queriendo matar gente. Simplemente es otro concepto de la belleza que queremos mostrar, que es diferente y anormal. 

—¿Cuál es esa normalidad contra la que este espectáculo “atenta”?

—Esa normalidad de la que se habla, es la misma que llevó a la humanidad a cometer los peores desastres. Nosotros queremos convertir ese modo que tiene la sociedad y también “la sociedad del espectáculo”, por eso proponemos algo diferente, encarado de una forma distinta desde todos los ángulos posibles: desde la estética, la dramaturgia, la música, la iluminación. 

—¿Cómo fue poner esta experiencia sobre las tablas?

—Al principio costó, pero a medida que fue pasando el tiempo y que nos fueron conociendo, se abrieron nuevos caminos. Se generaron grupos que realizan actividades muy parecidas a las nuestras y eso nos pone contentos porque estamos abriendo nuevas puertas. En un principio nos resultó muy difícil instalar este show, y hoy en día son los productores y los teatros quienes nos contactan. Este proceso significa un gran paso hacia la cultura y la contracultura.

—¿De qué manera reacciona el público?

—De forma diversa. La gente viene a pasarla bien y se lleva la experiencia de un espectáculo que no se va a olvidar en su vida. Siempre que terminan los números, el público aplaude de pie y es toda una ovación, lo que significa que el trabajo está logrado. Además, se lleva un buen show, con cuerpos, adrenalina, música, y la posibilidad de haber sanado el tedio cotidiano de la vida y haberse olvidado de la cruel realidad que existe afuera. En síntesis, todos hemos creado a este monstruo. 

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