Discográficas vs. nuevas tecnologías: ¿qué le depara el futuro a la música?

Varios de los mejores y más vendidos álbumes del año pasado fueron editados por artistas independientes que abandonaron el formato físico 

Hace dos años, Universal Music ostentaba haber producido siete de los diez discos más vendidos de 2015. También le fue muy bien a Sony, compañía que editó 25, el disco de Adele que vendió más de 20 millones de copias desde su edición a fines de ese año y se mantuvo como el más buscado también en 2016.

Sin embargo, en el presente algo le hace ruido a la industria discográfica: muy pocos artistas vendieron durante el año que pasó más de 2 millones de álbumes y los analistas empezaron a mirar de reojo el flamante mundo del streaming, con Spotify y Apple Music a la cabeza. En este sentido, podría decirse que el éxito de Adele les tapó el bosque a la hora de analizar los resultados, ya que la gente que consume la música de la intérprete británica no es de la generación tecnológica. 

Es por eso que el caso de Frank Ocean ha puesto en jaque a las discográficas. El músico estadounidense tenía un contrato con Def Jam (propiedad de Universal) para sacar un disco. Sin embargo, no se puso nada contento al ver que, desde que la plataforma Apple Music, fue puesto en marcha su primer álbum, Channel orange, que vendió 671.000 copias en formato digital, sin ninguna intervención de su discográfica. 

Así que hizo una jugada maestra: sacó un álbum visual, que no puede ser dividido en canciones, le pagó a Def Jam los gastos de producción del disco (dos millones de dólares) y a las 24 horas, con Boys don’t cry -su nuevo sello independiente-, a través de Apple Music publicó Blonde, uno de los mejores discos de 2016, que probablemente habría ganado varios premios Grammy si él no hubiera tomado la decisión de bajarse de la candidatura.

¿Cómo le salió la jugada? En la primera semana ganó más de US$ 2 millones en ventas, más de lo que había llegado a recaudar en cuatro años bajo el ala de Def Jam.

Chance the Rapper es otro caso emblemático: un músico independiente que no editó su disco en formato físico, pero en Apple Music y Spotify fue un verdadero furor. Sin el apoyo de ninguna discográfica llegó a ganar varios premios Grammy y es una nueva estrella que no tiene que rendirle cuentas a nadie, más que a sí mismo y a los oyentes del hip hop. Ese público, al que las discográficas no pueden seducir, es el que cada día le da más poder a los artistas y, claro, a las nuevas plataformas virtuales.

Noticias Relacionadas