ENTREVISTA EXCLUSIVA

El otro hermano: una construcción sórdida y siniestra del manejo del poder

Los actores Leonardo Sbaraglia y Daniel Hendler, junto con el director Adrián Caetano, adelantaron los detalles del filme que, con buenas críticas, se estrenará  la próxima semana

Inspirada en la novela Bajo este sol tremendo, del autor argentino Carlos Busqued, El otro hermano, filme del director Adrián Caetano (Pizza, birra, faso), es una coproducción internacional que, antes de su estreno en las salas argentinas el próximo 30 de marzo, ya cosechó grandes críticas en festivales internacionales como el de Málaga.

Protagonizada por Leonardo Sbaraglia y Daniel Hendler, el filme relata una historia truculenta. “Comienza con el personaje de Cetarti (Hendler), un empleado público que acaba de ser despedido. Este hombre viaja a un solitario pueblo de la provincia de Chaco a cobrar el seguro por la muerte de su madre y hermano, víctimas de un violento hecho policial. En ese momento, él decide quedarse allí y comienza a caer en las redes de Duarte (Sbaraglia) un corrupto consagrado y exmilitar que roba, secuestra y mata”, relató 

Caetano a diario Hoy. En ese lugar sin ley, donde nada es lo que parece, Cetarti se verá envuelto en los oscuros negocios de Duarte, hasta llegar a un desenlace tan sorpresivo como inevitable.

Antes de su estreno, protagonistas y director hablaron de este ambicioso proyecto que enriquecerá las propuestas nacionales de este año.

—¿En qué momento se dio el acercamiento a la novela, la elección de una parte de la misma y la posterior construcción del guión?

Adrián: —Lo más difícil fue ausentarme de la novela y pensar en una película de género policial con personajes de poca monta, muy outsiders y oprimidos de la sociedad. Cuando ocurrió eso ya empecé a pensar en un villano, en un héroe, en un botín. Pero a diferencia de lo que es un policial a la vieja usanza, acá no hay una historia de amor, ni una chica con la que alguien quiera quedarse. Tampoco hay un montón de plata que le va a salvar la vida a nadie o un héroe lleno de medallas de honor. La historia está encabezada por un empleado público (Hendler) y a la vez hay un villano cruel y con mucho humor (Sbaraglia). Hay poca plata, un clima raro y onírico que tenía la novela muy a flor de piel y en la película es imperante. Esta combinación hay que ver cómo funciona ante los ojos de los demás, porque la novela es muy críptica y es un género muy popular como lo es el policial. Vamos a ver cómo resulta, porque es muy complejo.

—¿Cómo fue el proceso de elección de actores?

A: —Había trabajado con Leo Sbaraglia y me parece que es un actor de la p... madre. Tiene un rango infinito, como todos los grandes intérpretes, y lo mismo sucede con Daniel. Lo que más tomé de Leo fue su humor, el histrionismo que tiene y la personalidad, mientras que Daniel tiene una tranquilidad y una parsimonia necesaria para el personaje que encarnó. Después, ellos son actores que pueden tranquilamente protagonizar una película porque tienen espaldas para ello.

—Leo, Daniel, ¿cómo les llegó a ustedes la propuesta? ¿Qué opinan de estos personajes?

Daniel: —Cuando te interesa un director, es lo que más pesa a la hora de decidir, y yo estaba decidido porque Adrián Caetano estaría en la producción. Mi personaje es un tipo que está encerrado en sí mismo, en una especie de renuncia a la civilización. Siempre está a la espera de algo que lo saque de ahí y lo lleve a la selva, porque tiene mucho adentro, mucha furia para sacar.

Cuando una persona está desprovista de ideales, es como dice la frase de la película: “Nada más peligroso que un hombre común”. No sé si refiere exactamente a esto, pero creo que si se está despojado de valores, es más simple que se tome el camino que lleva hacia un beneficio meramente personal, sin ningún tipo de escrúpulos. A este hombre lo mueve algún criterio o ética extraña, es una persona en apariencia bastante desalmada, pero hay una búsqueda interior de redención personal y de resignificar su historia.

Leo: —Me pareció un guión muy bueno, excelente. Es un personaje muy rico, lleno de cosas interesantes para probar y buscar. Tuve que ser muy preciso, casi exacto, y eso fue para mí lo más difícil, aunque en ningún momento me sentí abandonado por Adrián. Por el contrario, nunca me soltó la mano. Siempre estuvimos muy juntos creativamente.

Mi personaje es un militar retirado, entonces traté de investigar un poco en ese sentido. Si bien no se puede generalizar, traté de acercarme a ciertos códigos, construir desde lo físico con ciertos gestos fríos y siniestros como los que tenía Jorge Rafael Videla. Aun así, mi personaje no tiene que ver con él porque justamente tiene mucho más humor y paradójicamente un gran carisma. También quise alejarme de la cosa bien porteña, porque buscamos un acento concreto que fuera de un lugar , así salíamos de la cosa urbana. Evidentemente mi personaje tenía que ser un tipo de provincia y así lo fuimos encontrando. 

—Leo, ¿te cuestan más los roles de villano por el temor a caer en un lugar común?

L: —Los personajes cuestan porque tienen alguna dificultad, no considero que haya roles fáciles. A todas las interpretaciones hay que darles un sentido, un contenido, una humanidad. Todos los personajes, aunque estén escritos, son una hoja en blanco que uno tiene que llenar, darle cuerpo. Entonces todo es difícil. 

En este caso, la complejidad estaba dada porque el personaje es un villano bastante atípico y hasta por momentos de cómic. Aun así, está apoyado en cosas muy reales porque lo podés reconocer desgraciadamente en muchos aspectos de la Argentina. La película, de alguna manera, funciona como una metáfora de una construcción sórdida local, del manejo y el uso del poder, lo siniestro del ventajismo, el intento de aplastar al prójimo. Adrián toma todo eso y le da una vuelta de tuerca a partir de la novela.

—Adrián, ¿qué diferencias notás desde tus primeras aproximaciones al cine hasta la actualidad?

A: —Solo los reportajes han cambiado. No sabría decirte, solo sé que trato de ser lo más honesto que puedo, y que las cosas, las películas, me salgan lo mejor posible. Lo que más me interesa son el cine como género y las historias de los hombres comunes. 

Daniel Hendler, detrás de cámara

A pesar de que es un artista reconocido por su trabajo delante de las cámaras, hace un tiempo Daniel Hendler comenzó su recorrido por los derroteros de la dirección. Su primer largometraje se tituló Norberto apenas tarde (2010), una coproducción entre Uruguay y la 

Argentina. El próximo mayo, estrenará El candidato, su segundo filme, protagonizado por Diego de Paula, Matías Singer, Ana Katz, César Troncoso, Alan Sabbagh y Verónica Llinás. Dicha película participó en la categoría de cine en construcción en el Festival de San Sebastián y ganó el premio Encuentros del Festival de Miami para películas en postproducción.

—¿Cómo manejás el hecho de oscilar entre los roles de intérprete y director?

—Me resulta bastante cómodo pasar de un rol al otro. Cuando estoy metido en algún proyecto de dirección y me llega una propuesta de interpretación que me entusiasma mucho, veo la manera de interrumpir mi película para meterme en la actuación. Y cuando esta tarea va concluyendo, vuelvo apasionado a mi papel de director. Además, la vida del intérprete, en ese sentido, es muy cruel, porque se está siempre a la espera de lo que sucede afuera y de la mirada del otro. Por eso creo que es muy saludable tener otra actividad que sea autogestiva. Y, en realidad, para mí hay algo más, porque desde chico me gusta contar historias, inventarlas o transmitirlas con el cuerpo.

Málaga y el reconocimiento

Ayer se dio a conocer el palmarés de la 20ª edición del Festival de Málaga, en el cual Leonardo Sbaraglia se alzó con el premio Biznaga de Plata al mejor actor por su papel en El otro hermano.

El filme también era candidato a una Biznaga  a mejor película en Málaga, ya que logró plasmar el reflejo de lo más negro del alma humana, pero finalmente fue el intérprete quien obtuvo un galardón por dicha producción.

—Como actor, ¿qué es lo que priorizás a la hora de elegir un proyecto?

—Eso es pertinente a cada propuesta. Me parece que Sangre en la boca fue bueno porque tuve que buscar mucho ese gran personaje que hice. Final del túnel tuvo un gran libreto. En general, lo primero que te llega y conmueve es el guión.

—¿Cómo continuará tu año?

—Afortunadamente, me pasa que tengo que rechazar cosas que me gustan mucho. Justo ahora voy a estar un tiempo afuera, entonces no haré algunas obras que me ofrecieron y que me encantan. 

Todo se relaciona con la coyuntura en que te encontrás: elegís aquello que sentís que es lo mejor que podés hacer, lo que te emociona y también se mezcla con tu situación personal.

También este año tenía ganas de hacer teatro, pero quedó un poco de lado porque dije que no a un proyecto con Veronese, así que es un asunto que quedará pendiente.

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