“El rock enfrenta la mentira instalada por el poder”

En diálogo con este medio, Marcelo Corvalán, cantante y bajista de Carajo, se expresó sobre el vínculo entre la música y la política

Luego de haber salido de A.N.I.M.A.L., formación mu­sical de heavy metal, Marcelo “Corvata” Corvalán armó una nueva banda junto a Andrés Vilanova y Hernán “Tery” Langer. Así fue como Carajo apareció en la escena del rock nacional al son de Sacate la mierda, el éxito que los transformó en la revelación de 2002. 

En ese momento, el país transitaba una fuerte crisis, sin embargo, la banda se volvió fuerte y sentó las bases de una carrera que no paró de crecer. Gracias al esfuerzo y a la perseverancia lograron una serie de trabajos discográficos de autoría propia e impecable sonido. 

Desde hace 17 años, el trío permanece sobre los escenarios de Latinoamérica y mañana relanzará en formato vinilo Atrapasueños y El mar de las almas, dos de sus álbumes ya editados. Además, la banda se presentará ese día en la ciudad de La Plata. La cita es a las 21, en calle 58 entre 10 y 11. 

En una entrevista íntima con este medio, Corvalán se refirió al camino recorrido junto a Carajo y dijo: “Tenemos la inquietud de buscar originalidad y un sonido propio. Desde que empezamos hasta el día de hoy mantenemos esa misma idea”. Además habló sobre la presentación en Cuba y el vínculo con sus seguidores platenses.

—Sumando los años que llevás entre A.N.I.M.A.L. y Carajo es toda una vida sobre los escenarios...

—Uno se detiene a mirar y se da cuenta de todo lo que ha pasado, del tiempo transcurrido y de todo lo bueno. Mis hijas van a los recitales de Carajo y cantan nuestras canciones. Las reto porque se suben a caballito y es peligroso. Hay que cambiar ciertas costumbres que tenemos.

—La banda está en la industria de la música desde antes del surgimiento de internet, ¿cómo se adaptaron a los cambios tecnológicos?

—Al principio se nos fue de las manos, y de a poco, todos nos fuimos adaptando. Lo importante es que el artista quiere que la música llegue a las casas. Viéndolo a la distancia, fue positivo lo que brindó internet. Quizá las compañías multinacionales, las grabadoras, las radios y los grandes multimedios sufrieron las pérdidas, porque antes eran los dueños de la jugada. Uno no podía ser conocido si no estaba en una compañía que te difundiera, si no tenías una nota con Pergolini, entre otros. Digo estos ejemplos para explicar cómo se había acomodado la industria de la música en todos los aspectos: fabricación, desarrollo, promoción, hasta marketing, que antes era salir en el suplemento Sí!, el mayor logro para una banda. Ahora todo se empató y tenés tu propia manera de darte a conocer. 

—Fueron una de las pocas bandas que tocaron en la isla de Cuba, ¿qué podés contar sobre la experiencia?

—Es muy loco ver como la gente conoce tu música sin tener todas las herramientas a mano. Quizá ahora las cosas están empezando a cambiar porque ya tienen acceso a internet, pero cuando fuimos en 2006 aún no existía nada de eso. Todo era más artesanal por decirlo de alguna manera, de boca en boca. Lo más valioso era que la búsqueda de material dependía de los fanáticos, ellos se procuraban sus cassettes, los vinilos porque los CD no habían llegado. La gente estaba ansiosa por vernos tocar en vivo, nos preguntaban por la historia de la banda.

—¿Qué opinás sobre la relación entre el  rock y la política?

—Creo que el rock es un género que se levantó como una contracultura, una bandera para decir otras verdades. Ahí es donde funciona como movimiento ya que el rock enfrenta la mentira instalada por el poder. 

—Vienen seguido a tocar a La Plata, ¿qué lazos tienen con la ciudad y su gente?

—Nos encanta y la vamos conociendo cada vez un poquito más. No nos fue fácil, al principio no nos conocían tanto, debimos ir a tocar varias veces, saber ganarnos el cariño de la gente, el aplauso y todo el esfuerzo valió la pena. Hoy es uno de los lugares más importantes para ir a tocar, donde nos reciben bien y lo disfrutamos el doble. 

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