Entretelones, una comedia exigente y vertiginosa

Fue uno de los grandes éxitos de la década de los 80 en el país. Ahora, con elenco renovado, volvió a las tablas porteñas. Ana Acosta y Omar Calicchio hablaron sobre esta pieza teatral mundialmente famosa

En 1982 fue la primera función de Noises off, nombre original de Entretelones, obra del dramaturgo inglés Michael Frayn. Años más tarde se estrenó en la Argentina y resultó un furor, pero por la complejidad de la puesta hubo que esperar hasta 2017 para que el público pudiera volver a disfrutarla. El miércoles 5 de julio finalmente llegó el día y, esta vez con la dirección de Manuel González Gil y las actuaciones de Fabián Gianola, Georgina Barbarossa, Darío Lopilato, Ana Acosta, Omar Calicchio, Chichilo Viale, Sabrina Artaza, Vanesa Butera y Facundo Gambandé, aspira a ser uno de los grandes éxitos del año. 

Acosta y Calicchio hablaron con este medio sobre esta compleja comedia que no apela al gag, sino a lo situacional y requiere una gran exigencia ya que la mayoría de los actores tienen que interpretar a dos personajes. 

—¿Cómo les llegó la convocatoria para esta obra?

Ana Acosta:—Estaba haciendo Menopausia y el director sabía que yo no iba a salir de gira porque estaba comprometida con un infantil que estrené hace unos meses, Desprincesadas. Manuel (González Gil) me dijo “tenemos que hablar”. Él es muy prolijo, así que terminé la obra y ahí se comunicó conmigo a través de un productor. 

Esta puesta la vengo palpitando desde 1993. Hace dos años, cuando estaba estudiando dirección teatral, el profesor pedía una obra extensa con riesgo de escenografía, vestuario, luces y muchos actores. Entonces recordé Entretelones. Cuando se la presenté al profesor me dijo: “Ah, vas a hacer humor. No, buscate algo dramático”. Así que me quedé caliente con la obra de nuevo. La primera vez no se formó el elenco, la segunda la quería dirigir y no salió. 

Así que cuando Manuel me dijo que era Entretelones dije: “No me digas nada. Ya está”. Obviamente, si bien ya habían confirmado algunos actores, a mí me interesaba de por sí. Sabía que se había hecho en los 80 y tampoco la pude ver. Dicen que fue fantástica. Es un compromiso muy grande para todos y una asignatura pendiente que tenía en mi carrera. Es una obra riesgosa porque no es de chistes, sino de situaciones, y el trabajo es mayor para el actor. Es algo que te desafía. Tanto Omar como Sabrina Artaza, Darío Lopilato, Georgina, Chichilo Viale y yo tenemos que hacer dos personajes. Uno es el actor y otro el personaje que representamos en la obra ficticia. Es un doble desafío, dentro de una misma obra.

Omar Calicchio:—El guión me llegó bajo la convocatoria del director. A Manuel lo conozco y hace mucho quería trabajar con él. En dos oportunidades me había llamado, y a veces no se puede dar. Ahora que se dio, más allá de que conocía la obra, me pone muy contento porque tenía ganas de trabajar con él.

—¿De qué manera se prepararon para los roles?

AA:—Yo por suerte transité eso con los unipersonales, donde hice hasta 16 personajes. Pero sola es una cosa, manejándote a tu tiempo, y otra con un elenco donde todos tenemos que tirar para el mismo lado. Y tenemos que tener la misma intensidad de actuación y de energía.

OC:—Mi personaje es Federico, que a su vez interpreta a Felipe, que es el dueño de casa en una obra que se llama Desnuditos en el country. Felipe es como un nuevo rico, escritor, que está escapando de la AFIP porque debe facturas. Está viviendo en Miami y vuelve para festejar su aniversario. Él creía que la casa estaba vacía, pero no: está uno de los representantes de la inmobiliaria que pensaba que no iba a haber nadie, la mucama, que no le andaba el televisor en la casa, y un ladrón. El chico de la inmobiliaria se trae a una chica, pero es una inspectora de la AFIP. Así que es toda una serie de enredos que le suceden al escritor. Federico es un actor muy paranoico, muy inseguro, y todo lo contrario a Felipe. Cualquier cosa cree que es su culpa, enseguida le sube la presión y le sangra la nariz. Fue muy divertido componer los dos personajes, porque son opuestos entre sí.

—¿Cómo es trabajar junto a un elenco tan grande?

OC:—Hay buena vibra y gente con mucha trayectoria. He trabajado con la mayoría, en otras épocas. Nos divertimos mucho. Pero también es un elenco que además de divertirse es muy exigente. El pie al compañero es la puerta que se cierra. Justamente, la palabra “puerta” le cae como anillo al dedo a esta comedia, porque terminás un texto y se abre una puerta: son ocho en total en la escenografía. Es un trabajo de coordinación y de juego que nos gusta porque tiene mucho vértigo. 

—En ese sentido, ¿cómo fueron sus comienzos en la actuación?

AA:—Quise estudiar Psicología cuando salí del secundario y no pude entrar ese año. Apareció la actriz Patricia Castell por el negocio de mis padres, donde yo laburaba, le pregunté dónde estudiar Actuación y ahí nomás me decidí. Pero algo tiene que ver lo que elegí con lo que quería, por ejemplo, el estudio de diferentes patologías para algunos personajes. El actor es como un observador de la psiquis de un personaje: qué es lo que piensa, qué es lo que quiere, por qué reacciona de determinada manera. Es una especie de analista de ese personaje. 

OC:—Siempre quise ser actor. En la escuela había una materia que se llamaba Orientación Vocacional pero como estábamos saliendo de la Dictadura no existía la carrera Actuación. Así que la maestra me dijo “andá al conservatorio”. Y en ese proceso, un amigo me dijo: “Vamos a ver una comedia musical”. La obra era Calígula de Pepe Cibrián, y empecé un curso con él. En marzo de 1985 estrené mi primera obra. Tengo la suerte de que Cibrián sea mi segundo padre, con él aprendés lo que es la exigencia. 

—Ana, trabajaste junto a Jorge Guinzburg y Horacio Fontova, entre otros ¿cómo ves la televisión actual?

AA:—La veo bien. Tuve la posibilidad de viajar a Europa, y en España, Francia e Italia, así como observaba paisajes y arquitectura, prendía la tele y veía que nosotros tenemos formatos de una gran variedad. Para mí la tele argentina es muy rescatable. Viajé pensando que deberían estar más avanzados, y no. En España te hacen un reality, como Operación triunfo, de donde salió David Bisbal, y están toda una semana hablando de eso. Qué poco ingenio. La verdad, considero que la televisión argentina es variada y para todos los gustos. Así te guste el novelón melodramático, la tira costumbrista a la noche, noticieros, actualidad, política, hay mucho para ver. 

Pero en lo que insisto siempre es que al argentino le gustan los programas de humor y sketchs. Yo recomendaría que algún productor se decida a volver con los shows de comedia, con formato de sketch. Como esos programas canónicos que hacían los uruguayos o Rompeportones, que la gente sigue viendo en las repeticiones de Volver. Creo que es lo único que le faltaría, pero claro, soy una actriz que se dedica al humor.

—Omar, ¿cómo ves el teatro argentino?

OC:—Es raro y atípico, porque pese a las crisis que afrontamos somos el país donde más obras de teatro se estrenan, pero siempre atravesamos tiempos difíciles. Siempre salimos adelante, y se siguen haciendo apuestas.

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