Entrevista exclusiva

Guillermo Francella, el preferido de todos

Es el mejor cómico del país. Ha transitado diferentes producciones en las que se reinventó una y otra vez. Ahora, se expresó sobre su familia y la actualidad laboral

Desde hace más de tres décadas, él recorre sin freno alguno los escenarios de diferentes producciones. Guillermo Francella no reniega de su popularidad, expande sus horizontes y lo logra con cada desafío que acepta. 

En televisión protagonizó De carne somos, La familia Benvenuto, Brigada cola, Naranja y media, Poné a Francella y Casados con hijos, entre otros. En el séptimo arte, coprotagonizó El secreto de sus ojos y El clan, los filmes nacionales más exitosos de los últimos años. Por otra parte, Rudo y cursi, la película de Carlos Cuarón en la que compartió cartel con Gael García Bernal y Diego Luna, resultó una de las tres películas más vistas de la historia del cine mexicano. 

Sobre las tablas supo lucirse en La cena de los tontos y El joven Frankestein. En la actualidad, junto con Arturo Puig y Jorge Marrale, protagoniza Nuestras mujeres, una comedia que narra las profundidades de la amistad, el matrimonio y la eterna búsqueda de la felicidad en la pareja. Durante una entrevista con este medio, Guillermo habló sobre la familia, sus hijos y la trayectoria recorrida

Se hace camino al andar

Antes de iniciar su trabajo en la actuación, el actor trabajó como periodista en la revista Gente por un breve período de tiempo. Fanático de la radiofonía, al no sentirse cómodo en la escritura renunció al medio gráfico y se metió de lleno en la actuación. Mal no le fue, ya que se convirtió en un ícono del arte en nuestro país y el elegido indiscutido del público.

—En estos años tu carrera no paró de crecer. ¿Lograste organizar el trabajo y los tiempos en familia?

—Mis padres me apoyaron cuando decidí estudiar teatro. El único consejo que me dieron fue que buscara un trabajo fijo porque el arte no me daría de comer. En 1981 mi papá falleció. Solo me había visto en un comercial, con un personaje muy pequeño. Mi madre me acompañó a lo largo de mi carrera y está feliz. 

Siempre pude organizarme. Trabajé muchísimo cuando mis hijos, Johanna y Nicolás, eran pequeños, y no falté en ningún momento. No me sucedió lo que a otros que dicen “se me pasó la vida y no los vi crecer”. Con las horas de grabación y los proyectos estaba loco, de acá para allá, pero la prioridad siempre fue mi familia. Elegí casarme, amé tener hijos y tengo una relación hermosa con ellos. Nadie te enseña cómo ser papá pero traté de hacerlo lo mejor que pude. 

—¿Cómo convivís con el éxito? ¿Te incomoda la fama?

—No sé si puede conceptualizarse “el éxito”. Lo que tengo en cuenta antes de iniciar un proyecto es que sus contenidos sean llamativos, aquellos en donde la gente pueda verse identificada. Trato de profundizar en los contenidos y, desde ahí, elijo.

La fama no me incomoda. Al contrario: soy un agradecido del afecto que me brinda la gente. A veces sucede que uno no tiene humor, o estás en familia y querés mantener el perfil bajo, y el público te saluda, te pide una foto. Pero nos debemos a ellos y es imposible enojarse por eso. 

—Lograste diversificar tus interpretaciones, ¿cómo te sentó el desa­fío?

—Fue una decisión que me costó pero que disfruté muchísimo. Siempre me dediqué al humor y las veces que innové en otros roles fui criticado. Ahora, logré diversificar los proyectos que encaro, los 

personajes que interpreto, logré el respeto de mis colegas, reforcé el cariño del público, que siempre lo tuve, y la prensa especializada me ha reconocido. Me siento pleno, mas allá de que ame lo que hago: estos ingredientes hacen que mi felicidad sea completa.

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