“Hoy en día la mujer argentina se ha rebelado verdaderamente”

La histórica cantante Susana Rinaldi habló con este medio antes de su show en City Bell y dijo que La Plata siempre le inspiró “libertad”. Su lucha contra el machismo y la crisis de la cultura

Susana Rinaldi ha sido la embajadora del tango argentino en el exterior. Brilló en París pese a las sombras del exilio, fue condecorada en países tan diferentes como Finlandia e Italia, y a los 81 años canta y siente como si tuviera 20. Hoy a las 21.30 en el Teatro de Cámara Lumen Artis de City Bell  se presentará con un repertorio que recorre sus 60 años de carrera. Al respecto, habló con este medio sobre la nostalgia que le inspira nuestra ciudad, aunque sus primeros recuerdos se entremezclen “con los mosquitos del lago en pleno verano”.

También expresó su admiración por las mujeres valientes, dijo que sin dudas “pondría una gorra y cantaría en una plaza” y pidió coraje a los responsables políticos para que digan qué pasó con Santiago Maldonado. Además, por encima de todo, reafirmó que su motor es y siempre ha sido la búsqueda de la libertad.

—¿Qué le genera actuar en nuestra región?

—Tengo grandes recuerdos de cuando yo era solamente una actriz y participaba de una escuela de teatro de La Plata, que era muy diferente pero tan fuerte y representativa como la que teníamos en Capital Federal. En aquel entonces tenía menos de 20 años y nos encontrábamos entre estudiantes para inventar paseos. Fue una época maravillosa, inolvidable, pero muchos de esos compañeros ya no están. 

Se mezclan los recuerdos con los mosquitos del lago en pleno verano, nos reíamos mucho, quizá porque sabíamos que no íbamos a reírnos tanto en los años posteriores. Eso siento cada vez que vuelvo a La Plata, me gusta imaginar, cuando estoy cantando, que hay alguien cerca que me vio cuando yo tenía 20 años.

—¿Cómo era La Plata en aquella época?

—La Plata en los años 60 era hermosa, era todo más chico. Se vivenciaba de otra manera. ¿Sabés qué tenía?: libertad. Se olía libertad de una manera que no te daba en esa época la Ciudad de Buenos Aires.

—¿Cómo ve el tango hoy y a futuro?

—Lo veo con el mismo interés, porque los públicos se renuevan. Con el tango pasa una cosa, y no lo digo porque yo esté enamorada de lo que canto, que es que la conexión se lleva a cabo porque del otro lado hay gente que me está escuchando con el mismo amor y pasión que tengo yo para interpretar una canción. Si eso no sucediera, no se daría ese famoso “clic” que ocurre con los artistas populares.

—Alguna vez dijo: “Si se me cierran las puertas, voy a una plaza, pongo la gorra y canto”. ¿Lo hizo?, ¿lo haría realmente?

—Nunca lo hice, pero lo haría tranquilamente. Dije eso porque la plaza es el recuerdo que te queda de pequeño, lo único que te ofrecía libertad, aunque uno se equivocara. La plaza es como una carta abierta que te da mil posibilidades de acción. Y es el canto a capela, con pasión y convicción, lo que sigue atrayendo a la gente. Además, si cantara en una plaza tal vez ganaría más de lo que he ganado a veces, que gané dos pesos (risas).

—¿El tango siempre fue machista?, ¿qué trabas tuvo que enfrentar?

—Sí, siempre. Una vez, para menospreciarme, me dijeron que el tango necesitaba mujeres bien vestidas. Si eso no es sinónimo de un machismo asquerosamente resquebrajado, no lo podría decir con una sonrisa en la boca. Pero, ojo, esta gente existe todavía, y a lo mejor alguien se para en La Plata mientras canto y me dice: “¡Qué bien vestida estás, Rinaldi!”

—¿No cree que las mujeres hoy están bien plantadas?

—Sí, y me parece excelente. Pasa en todo el mundo, pero no como en la Argentina. Hoy en día la mujer argentina se ha rebelado verdaderamente. Esa rebelión que lleva adentro diciendo “esto es así y de ninguna otra manera”, teniendo prioridad en las conversaciones y las opiniones, con escritoras maravillosas que no necesitan que vengan los señores intelectuales a decirles que ellas valen la pena. Hay intérpretes y músicas maravillosas. La mujer está diciendo “basta, ya no tengo miedo”. Y esta frase la vas a escuchar más en las mujeres que en los hombres, quizá porque el hombre nunca necesitó decirlo.

—¿Y cómo ve la situación del arte y la cultura?

—Está todo muy difícil y miente aquel que diga lo contrario. Como siempre pasa, la cultura es la primera que sufre, porque parece ser un elemento innecesario para la política. Pero es fundamental, como la educación, y seguiremos peleando para que no decaiga. Sin cultura somos pobre gente, desgraciados del alma.

—Usted dijo que “nos quieren imponer el miedo”. ¿Qué puede decir sobre el caso de Santiago Maldonado?

—Es un estigma. Espero de todo corazón, por parte de quienes han provocado esto, que puedan tener la valentía y la moral para decirle al pueblo argentino: “Lo lamentamos, de verdad, y acá está Santiago”. No como quisiéramos, seguramente, pero está, y así poder saber qué pasó. Eso es lo que pedimos.

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