Juan Leyrado: “La risa le da un color a las cosas y las ilumina desde otro lugar”

Actualmente, el actor encabeza su primer unipersonal, que es un éxito en calle Corrientes. En diálogo con este medio, el artista habló acerca de la pieza teatral, sus próximos proyectos y también reflexionó sobre el conflicto en el Incaa

Pasaron dos meses desde que Juan Leyrado  se subió a las tablas con El elogio de la risa, el primer unipersonal de su vasta carrera. La propuesta, que le llegó de la mano del director platense Gastón Marioni, fue para él una oportunidad única porque “necesitaba contar algo interesante”.

En esta pieza teatral, Leyrado expone todos sus conocimientos actorales e invita al público a celebrar y reflexionar sobre cómo vamos cambiando con el paso del tiempo. Su personaje, Antonio, espera a su mujer para festejarle el cumpleaños. Entre la impaciencia y las ganas de celebrar, el protagonista comienza a rememorar la historia de su vida. Así surgirá, como si se tratara de un cuento, un entretejido de recuerdos, vivencias y sensaciones acerca de un amor que tuvo su origen en la risa. 

Desde la sala del Multiteatro en donde de miércoles a domingo sale a escena, Juan recibió a este medio y habló de la obra que ya es un éxito de calle Corrientes.

—En  El elogio de la risa uno de los temas principales es el inexorable paso del tiempo, ¿de qué manera lo vive Juan Leyrado?

—Lo transito muy bien. No lo apuro, no acelero ni atraso el reloj, sino que lo vivo como algo natural. Sinceramente no tengo ningún problema con el paso del tiempo, tal vez si lo pienso profundamente, el tema de seguir cumpliendo años, ser cada vez más grande y, si Dios quiere, llegar a viejito lleva a que en algún momento me voy o me van a tener que despedir de acá, de la tierra. Fuera de eso y yendo a la obra, lo que se plantea es algo más, que tiene que ver con el humor que nos permite transitar justamente esto que, a veces, nos puede parecer bastante trágico que es el paso del tiempo. Mi personaje hace reflexiones muy profundas sobre el transcurso de los años. 

—¿Cómo te llevás con el humor?

—Muy bien, porque me gusta y me siento muy bien por ese camino. Para mí es fundamental estar conectado desde el humor con todas las cosas. Esto no implica que me escapo de la tristeza, porque también es necesaria. A lo mejor hay que comprender que es lo que nos pone tristes y alegres, para no estar triste cuando se debe ser alegre y a la inversa. Esta es una tarea que no sé si cumplo, a veces se me aparece como algo pendiente.

—¿En qué momento Gastón Marioni te acercó el proyecto?, ¿Cómo fue el proceso de construir tu personaje?

—Tenía ganas de hacer un unipersonal, quería una propuesta interesante, que me represente y que tuviera que ver conmigo. Llegó la propuesta de la mano de Gastón Marioni, a quien no conocía, y me pareció una persona extraordinaria, con muchísimo talento y una gran capacidad de trabajo. De esta manera, fuimos trabajando el proyecto durante mucho tiempo, ensayando todos los días, se compuso la pieza teatral y nos embarcamos en el estreno. Esta obra tiene un único personaje en escena, que es Antonio, que está sobre el escenario y cuenta sus historias, que aunque no se ven, podemos jugar a observarlas e imaginarlas.

—¿Creés que hay que tener cierta madurez como actor para hacer un unipersonal?

—Cada vez que uno sube a un escenario debería tener las herramientas necesarias y adecuadas para hacerlo, para poder darle a la gente aquello por lo que se esforzó en pagar, si vamos a lo más material. En lo referente a lo artístico, cada uno tiene sus estilos y herramientas. En mi caso, hace mucho que trabajo en un escenario y tengo un desarrollo en situación de actuación. Además estoy en un momento de mi vida y de mi carrera en el que confío bastante en mí, aunque el afuera me atraviesa y me importa.

—¿De qué cosas te salvó la risa a lo largo de tu vida?

—No sé si la risa salva, lo que hace es darle un color a las cosas y las ilumina desde otro lugar. Porque todo seguirá siendo como es, el paso del tiempo seguirá su rumbo decidido y uno con la risa debe acompañar las circunstancias sin volverse loco.

—¿Qué solés hacer al finalizar la función?

—Como estoy solo, en esos momentos extraño a mis compañeros, ya no hay tanto esa cosa de ir a cenar con los amigos. Ahora generalmente me quedo ahí frente al espejo, charlo con Luis, uno de los asistentes, disfrutando de la sensación de haber hecho la obra. Después me encuentro con mi mujer y amigos para cenar o voy a casa, cocino y tomo un vino con mis amigos. 

—¿Qué mirada tenés sobre el conflicto del Incaa?

—Soy una persona que trabaja en la cultura y me interesa que esta institución continúe en pie. Pero no estoy al tanto si encontraron a los responsables que eran acusados. Creo que es toda una cosa mediática y nos pasamos todo el tiempo hablando de lo mismo y no aportamos demasiado. Los actores no tenemos que saber de todo ni tenemos la obligación de decir cosas frente a una cámara. En mi caso sé bastante de teatro, de lo que significa cuando las cosas  están bien hechas, de buena y mala leche. Mi respuesta al conflicto del Incaa es que lo quiero, es necesario y tiene que continuar. Si existe alguna irregularidad, sería bueno que antes de comentarla en un programa de chimentos llegue a la Justicia. Ojalá que así sea. 

—¿En qué otros proyectos estás involucrado?

—Empiezo a fines de mayo a grabar El maestro, una serie televisiva producida por Pol-ka, donde compartiré elenco con Inés Estevez y Julio Chávez. Estoy interesado y entusiasmado con el proyecto. 

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