Entrevista exclusiva a Roly Serrano

“La primera obra que vi fue desde arriba del escenario, todo un caradura”

En diálogo exclusivo con este medio, desde el teatro Atlas y subido a las tablas del éxito con su papel en Casa Valentina, Roly Serrano habló de su excelente presente artístico y su amor por la actuación 

Roly Serrano se encuentra sentado en el camerino del teatro Apolo y mientras habla se pinta las uñas con un esmalte colorado. En breves minutos deberá calzarse el vestido azul de su personaje en Casa Valentina. “Gogó es muy lúdico. Es el que se lleva las risas en la obra y con él descubrí que amo hacer reír. Me parece mágico y lo disfruto mucho”, describe Roly a su personaje.

En una distendida entrevista con diario Hoy, el actor, que es puro carisma y corazón, nos habla de su presente artístico, de sus sueños y de sus primeros pasos arriba de las tablas.

—¿Qué fue lo que te llevó a aceptar este papel en Casa Valentina?

—Es el personaje soñado. Cada vez que te llama alguien para hacer un proyecto, vos soñás con que te digan “el personaje es el más lindo, el más atractivo, el que gana premios”. Y fue eso lo que me ofreció José María Muscari. Se llama Gogó, es un militar crossdresser. Pertenece a esos hombres heterosexuales que les gusta ser femeninos por momentos, lo cual no tiene relación con su sexualidad, sino con el gusto personal de encontrar su costado femenil.

Mi trabajo fue profundizar en ella, sentir cuál era mi mujer y buscarla. Una tarea más difícil que barrer una escalera para arriba. Pero descubrí que al encontrar mi doble femenino mejoró un montón mi ser masculino, el caballero, y por eso ahora siento que soy mejor hombre.

Resquebrajando la dureza

El año pasado se estrenó Gilda, no me arrepiento de este amor, uno de los filmes nacionales más importantes de 2016. En la película dirigida por Lorena Muñoz y protagonizada por Natalia Oreiro, Roly es el encargado de ponerse en la piel de El Tigre, el personaje basado en José “El Cholo” Olaya, representante de grupos de cumbia y quien se jacta de ser el que descubrió a Gilda.

—¿Qué sensaciones te dejó tu personaje en la película biográfica de Gilda?

—En principio, es necesario aclarar que debía hacer un personaje que no fuera real. Fue el único con el que pasó esto, para no herir susceptibilidades, teniendo en cuenta la dureza del papel. Escribiendo el guión pensaron en mí y eso, de por sí, es un halago muy grande. Fue un gran desafío porque yo también venía haciendo roles de ese estilo y separar uno del otro era un trabajo complicado. El Tigre es un personaje especial. 

En el ambiente actoral decimos “menos es más” y para ese papel traté de cumplir con esta premisa. Intenté decir todo con la mirada, y ahora estoy nominado a los premios Sur. Me siento muy contento, aunque hay otros actores excelentes.

—¿Los proyectos en cine van a continuar en 2017?

—Estoy con un libro que me mandó Paolo Sorrentino, el director de La grande bellezza, que ganó un Óscar a mejor película. Con él filmé La juventud, donde hice el papel de Maradona, un filme que es una genialidad, y para nada una película pochoclera. Ahora me mandó otro libro con un personaje importante y es muy posible que en junio viaje a Roma a filmar con él.

Después, mi idea es seguir con Casa Valentina de gira. Además, este verano estoy haciendo una adaptación de un cuento de Fontanarrosa, que presento en mis días libres. 

—¿Sentís que hay algo que te haya quedado pendiente?

—Creo que no. Tuve una suerte tremenda. Todo lo que soñé se me cumplió. El único proyecto pendiente que sé que no voy a cumplir es el de ser papá, porque planté muchos árboles y ensucié muchos libros. Creo que llegué a la edad de las onomatopeyas. ¿Sabés cuál es? Es cuando cada movimiento que realizás lo acompañás con un sonido,“ah”, por ejemplo. Me estoy empezando a preocupar porque estoy recibiendo muchos homenajes y todavía siento que me queda bastante por vivir.

—¿Quiénes son tus referentes?

—Brandoni para mí fue un gran referente, incluso yo lo copiaba, hasta que comencé a encontrar mi propio estilo. Después te vas dando cuenta de que tus modelos a seguir son los compañeros de trabajo.

—¿Que hacías antes de ser actor y por qué seguiste este camino?

—A los 13 años empecé a vivir solo y sin casa, era un niño de la calle, lo cual continuó hasta mis 20 años. Siempre me gustó trabajar, pasé por todos los oficios, nunca fui un ratero. Al contrario, me gustaba ganarme el peso o inventarme el trabajo. Después fui a hacer el Servicio Militar a Córdoba, allí terminé el secundario y empecé la universidad porque quería ser abogado. Entonces, descubrí que había una dictadura y empecé a pensar que el mundo era muy injusto. Me metí en todo ese lío de los que pensaban que el mundo era injusto y había que cambiarlo.

Yo quería ser abogado de derechos humanos, pero en frente de la Facultad de Abogacía estaba la Licenciatura en Cinematografía, Humanística, Letras, Filosofía y estaban las chicas más lindas y mejor vestidas… chicas con pelo ondulado, sandalias y remeras de bambula, y yo dije “quiero estudiar ahí”. Empecé cine y fui encontrando un lugar de pertenencia, luego me metí en el teatro. De hecho empecé a estudiar teatro sin haber visto nunca una obra. La primera obra que vi, la vi arriba del escenario, todo un caradura.

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