Lola Berthet, una artista imparable

Dueña de un perfil bajo y recelosa de su intimidad, esta actriz tiene una carrera prometedora y multifacética. En la actualidad es docente y apasionada por los personajes del género de terror encarnados en el séptimo arte 

Al finalizar el secundario, Lola Berthet inició sus estudios en el Conservatorio de Arte dramático y en el último año de su carrera comenzó a formar parte de diversas obras independientes. La primera experiencia transitada fue en una puesta en escena de José María Muscari llamada Marchita como el día y luego Mujer carne podrida, que fue un éxito rotundo del teatro under. Tiempo después, entabló conversaciones con diferentes productores para comenzar las presentaciones a diferentes castings. Primero realizó algunas pruebas en Canal 13 e inició su rol en Son amores, para meses después integrar el elenco de la novela adolescente Verano del 98. De esta manera fue haciéndose camino al andar y logró adorados e inolvidables personajes que quedaron en el imaginario colectivo, como el de Hilda en la novela Los Roldán, que llegó a medir 40 puntos de rating. 

En la actualidad, la intérprete brinda talleres de actuación, realiza algunos radioteatros y participa de otras producciones del séptimo arte en el género terror, espacio donde no había incursionado hasta hace poco. Además, el hecho de no trabajar en una tira diaria le permite continuar vigente en la actuación y así disponer de su tiempo para abocarse a la crianza de su pequeño hijo de tres años. 

En una entrevista con este medio, Lola Berthet se expresó sobre sus personajes preferidos y las amistades que cultivó en el medio. También habló sobre el presente laboral, los proyectos artísticos y sus expectativas a futuro.

—De todos tus roles, ¿cuál fue tu preferido?

—El que más me gustó fue el que hice en Costumbres argentinas, donde interpretaba a Sandra Rosetti. Este rol estuvo muy bien dirigido porque ya tenía 26 años y encarné a una nena de 14. La comedia estaba ambientada en los años 80 así que tuvimos que aprender términos y expresiones de esa época. Hacer esta tira fue un enorme placer para mí. 

En esa oportunidad trabajé con Ana María Picchio, Carlín Calvo, Tomás Fonzi, Daniela Herrero y Mariano Torres, entre otros. Tuvimos tan buena energía como elenco que hasta el día de hoy tenemos diálogo a través de un grupo de WhatsApp  y nos juntamos cada tanto. 

Después hicimos una producción unitaria junto a Jorge Marrale, basado en Historias de diván y se emitía por Telefe. Fue otra grata experiencia porque demostré que puedo hacer drama. Lamentablemente, el canal cambió el horario y no se pudo ver tanto. 

—¿Cosechaste muchas amistades en tu carrera?, ¿quiénes son tus referentes?

—No soy de hacer muchos amigos. Sé que somos compañeros y digo que el elenco de cada tira es una familia, porque considero que es una palabra demasiado grande. Sin embargo, suelo llevarme bien con todos y soy amiga de las personas que trabajan en vestuario y técnica.

En cuanto a mi círculo más íntimo hay una persona famosa que es como mi segunda madre. Ella es Adriana “La Gata” Varela, que adora a mis padres y es recíproco este amor. Por otra parte, Jorgelina Aruzzi es adorable, la quiero muchísimo, trabajamos en varios proyectos juntas y, a veces, nos cuida a los chicos. 

Por otro lado, estuve feliz de haber trabajado con Diego Capusotto cuando estaba en el auge de su programa. 

Otra gran referente fue Alejandro Urdapilleta, uno de los mejores actores argentinos y un ser brillante que siempre estuvo presente e iba a ver todas las obras en las que participé cuan­do se lo pedía. Fue mi gran amigo y consejero. Su ida fue una pérdida muy grande para mí.

—¿Te quedó algún proyecto pendiente?

—No tengo ninguno, porque inconscientemente cumplo cada meta que se me presenta. 

—¿Cómo es tu relación con el público?

—Es maravillosa. Creo que el agradecimiento constante hay que tenerlo con la gente. Uno trabaja para el público. Si no se es consciente de eso, existe una falla en la forma de pensar y también de vivir el tema de ser una figura pública. Ojo, que si tengo un mal día y alguien se me acerca, intento explicárselo. Me parece que eso es lo bueno de tener una relación amigable con el público. Sabés la cantidad de veces que me ha parado la gente en la calle diciéndome gracias por hacerme reír y eso te llena el alma.

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