Martín Slipak: destinado a la actuación

En diálogo con diario Hoy, el intérprete habló de cómo encontró el amor por la profesión a temprana edad, la paternidad y los personajes que han marcado su carrera

A  sus jóvenes 29 años, Martín Slipak ha hecho de todo. El actor se desempeña en cine, teatro y televisión, donde recientemente estuvo involucrado en exitosos proyectos como Historia de un clan, Educando a Nina y En terapia, programas que se han destacado en la pantalla chica. 

Padre de Nina, su pequeña de 7 años, el artista es un incansable trabajador del medio que desde muy joven sintió que debía dedicarse a la actuación. “Empecé de muy chico, a los 7 años. Les pedí mis viejos empezar actuación y llegué a la escuela de Hugo Midón. Era puro juego y muy cuidadoso con los chicos, y ahí fue donde me ofrecieron hacer un casting para una película. Durante esa prueba, Nora Moseinco me vio y me preguntó si me interesaba actuar en Magazine For Fai. Eso desencadenó una y otra cosa y nunca paré”, relató Slipak a diario Hoy.

—¿Cómo fue trabajar siendo tan chico?

—En lo particular, me costó mucho el colegio. Para mí está bueno que la educación contemple estos casos en los que hay una pulsión por una profesión temprana, creo que debe acompañar esas cosas. A mí me costó mucho congeniar esas dos cosas, de hecho no terminé la secundaria, hice todo mi esfuerzo para finalizarla y no pude. Iba a muchos colegios, me cambiaba, me costaba relacionarme con el mundo de los profesores. Me preguntaba: ¿Por qué tengo que acatar sus órdenes si mis colegas adultos no me ordenan hacer nada? Creo que estaba un poco desfasado, incluso con los chicos de mi edad. Fueron años de no encontrar la compatibilidad.

—Eras un niño viviendo en un mundo de grandes...

—La terapia me ayudó mucho en ese proceso. Creo que para mis viejos fue difícil acompañar a alguien que está un poco desfasado en el tiempo. Siempre tuvieron buenas intenciones y, por suerte, me apoyaron en mi elección de ser actor. 

—¿Cómo encarás el trabajo a la hora de componer un personaje?

—En una época me preocupaba mucho de ver cómo hacía para encarar un papel, creo que es algo necesario. Depende a veces del proyecto y de lo que te piden el tener algunas conductas para poner en escena. Uno está ahí dispuesto al juego, la historia se la arman los espectadores. Yo voy buscando algunos mecanismos para que, por ejemplo, si me toca llorar, no siempre sea la misma clase de llanto.

—Interpretaste muchos roles a lo largo de tu carrera, ¿cuál de ellos recordás con más afecto?

—Que difícil… el año pasado me divertí mucho haciendo Salo (Salomón Yepes) en Educando a Nina, me reí como pocas veces en mi vida. También me gustó mucho cuando hice Tratame bien. Tenía algo muy honesto en la actuación, eso me gustaba. Creo que esos personajes los recuerdo con bastante simpatía, y también lo que hice en Resistiré.

—¿Cómo llevás la paternidad a tan corta edad?

—Trato de estar con mi hija lo máximo posible. Si no actúo estoy con ella y me gusta hacerla partícipe de eso: la llevo a las grabaciones o a una obra de teatro si se puede. Cuando no actúo paseo con ella y hacemos actividades juntos. A veces se tiene que bancar al papá cansado, pero creo  que eso nos pasa a todos. No siento que mi profesión sea una traba para eso, soy un padre muy presente.

—¿Qué propuestas vas a encarar este año?

—Estoy haciendo Otelo, en el Teatro Regio, me tiene muy feliz. Hasta marzo estaré con eso. Después hay algunas series dando vueltas que deberé elegir con cautela (risas). Me gustaría algo diferente a lo que tuve que hacer el año pasado, tal vez estar en alguna miniserie. Está complicado el trabajo para los actores, aunque por suerte siempre tengo muchas propuestas laborales.

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