“Me enamora la pasión del argentino, aún en tiempos de crisis”

Esta noche, el cantautor venezolano presenta su último disco en Buenos Aires. En diálogo con Hoy, repasa su relación con el país; critica el modelo chavista y lo compara con el nuestro; y, por supuesto, habla del amor

uando determinadas canciones pasan del compositor a la memoria del público que las canta de generación en generación, se dice que son hits. Te envío poemas de mi puño y letra/te envío canciones de 4.40/te envío las fotos cenando en Marbella/y cuando estuvimos por Venezuela, cantaba hace más de un lustro el venezolano Carlos Baute en el pegadizo estribillo de Colgando en tus manos, que reverbera hasta hoy. “No hay nada más bonito que el público haga suyos tus temas. De repente uno ve en un concierto que dos se miran, se cantan o se dan un beso con tu canción y eso es lo más grande. Yo recuerdo que en mi adolescencia cantaba canciones de Juan Luis Guerra y me enamoraba de las chicas; una cosa rarísima. Me pasa también con canciones de Coldplay o U2; lo peor es que ellos no lo saben”, enfatiza ante Hoy el cantautor, con esa cadencia amistosa típica del caribe. 

Del mismo modo, las piezas de su último disco, En el buzón de tu corazón, que, fiel a su estilo, caminan entre las baladas, los ritmos caribeños y bailables, tienen destinos de hit. Esta noche, desde las 21.30, Baute desembarcará con sus bailarines y ese repertorio en el porteño teatro Gran Rex, en el marco de una gira argentina con la que ya visitó Córdoba, Misiones y San Luis.

¿Por qué En el buzón de tu corazón?

Este es un disco de baladas, porque en lugar de componer con la guitarra lo hice en el piano, pero, gracias a mi productor, Andrés Castro, también tiene un swing rockero. El 80% de las canciones son autobiográficas, historias contadas por amigos que me las han transmitido a lo largo de mi vida y, por otro lado, el tema que da nombre al disco se lo dedico a mi madre y lo extiendo a las madres de este maravilloso país.

El amor en tiempos de crisis

Baute nació en Caracas hace 40 años. Heredero de inmigrantes españoles, él hizo el camino inverso: migró de Venezuela a Madrid, donde reside actualmente junto a su esposa, la millonaria arquitecta venezolana Astrid Klisans.

“Me crié en Caracas. Pero el país ya no es lo que era, lamentablemente hay mucha inseguridad; desabastecimiento de medicinas, de productos básicos de alimentación, eso es Cuba y no existía cuando yo vivía allí. No es posible que Venezuela, siendo un país tan rico en petróleo, esté pasando por esto; pero creo que la gente quiere otra política, sin tener que mudarse a Madrid o Colombia”, reflexiona el artista y de repente se le desdibuja la sonrisa.

Sin embargo, él sabe de crisis. Mañana, en el Gran Rex, concretará su tercera visita a Buenos Aires, tras las de 2011 y 2002. “Yo vine por primera vez en una época bastante difícil, en enero de 2002. Pero me enamoré de este país; tuve la oportunidad de ir a los carnavales de Gualeguaychú y fue una cosa fantástica, porque, a pesar de la situación, la gente vivía la vida. Más tarde formé parte de Los Únicos (2011, Pol-ka) y ahí conocí más del ser argentino. Lamentablemente, hoy sufren la devaluación de la moneda y es terrible, se le parece a Venezuela. Así y todo, me enamora la pasión del argentino por la vida, aún en tiempos de crisis; por eso voy a volver en enero y febrero para hacer más conciertos”.

Vos tenés fama de enamorado, pero ¿no hay una delgada línea entre lo romántico y lo cursi?

Creo que el estar enamorado y decirle a tu pareja que le deseas no es cursi. Yo le hago notas y sorpresas a mi mujer, porque es mucho tiempo el que pasamos separados. De repente, un día se me ocurre llenar de velitas la habitación o comprar una botella de vino. No sé si será cursi, pero esa noche es inolvidable y sirve para mantener la llama encendida.

¿Cómo enamoraste a tu mujer?

Con Astrid hace cinco años que estamos juntos y veintiuno que la conozco. En el momento en que la conocí, ella era mi fan e hija de mi abogado -hay que ser bien pelotudo para casarse con la hija del abogado (risas)-. Yo tenía 19 años y conocí a la que ahora es mi suegra, una señora preciosa y me dije ‘me encantaría tener a una señora así, educada, dulce, cariñosa, linda”; de repente aparece una niñita de 9 años y era su hija, Astrid. Era súper linda, un clon de su mamá y empecé a comerle la cabeza, a decirle ‘yo soy tu novio grande’. Entonces me enamoré, y al día de hoy seguimos juntos. Quiero ser el padre de sus hijos.