Nieve negra: un thriller con los mejores condimentos del séptimo arte

En diálogo con este medio, Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia y la española Laia Costa, protagonistas del filme, junto con el director Martín Hodara, profundizaron sobre esta apasionante producción que llegará a las salas el próximo 19 de enero

Si bien es la primera vez que trabajan juntos codo a codo en un set de filmación, Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia no pueden ocultar la complicidad que ha generado entre ellos Nieve negra, su nueva apuesta en la pantalla grande.

Los actores, dos grandes representantes de nuestro cine, se arrojan miradas cómplices, hacen chistes y hablan de la gran experiencia que fue participar en el filme de Martín Hodara, quien ya había codirigido con Darín La señal (2007). En una distendida charla de prensa, director, protagonistas y la española Laia Costa (quien interpreta a la pareja de Sbaraglia en la película y es un punto clave de esta producción) ahondan en el thriller que estrenarán el próximo 19 de enero y que ya se perfila como uno de los lanzamientos que detonarán la taquilla nacional.

—¿Qué fue lo que te sedujo de tu personaje? ¿Por qué aceptaste ese papel?

RD:—No te gustó lo mío. ¿Por qué aceptaste ese papel que va a terminar con tu carrera? (risas). Lo primero que hice cuando terminé de leer el guión fue llamarlo a Martín, todavía conmocionado por la última página, y le dije: Estoy muy contento de que hayas escrito esta historia y de que este vaya a ser tu primer largometraje solo. Ambos habíamos codirigido La señal y me sentí muy contento por él, por eso le transmití con vehemencia mi entusiasmo.

—En tu caso, Leo, ¿por qué aceptaste este papel?

RD:—Por la plata (risas). Uno era un artista y el otro un mercenario (risas)-

LS:—Esto va a ser imposible (risas)… Bueno, con Martín habíamos coincidido en Besos en la frente (...) Me llegó el guión con Ricardo adentro de la historia y me encantó, tanto mi personaje como la posibilidad de trabajar con Ricardo… lógicamente. Acá estamos, seis años después, porque tardamos todo ese tiempo para poder congeniar el tema de la nieve, ya que así lo requería el filme, y eso te demuestra el entusiasmo que teníamos para hacerla.

Marcos tiene esa cosa medio invisible, así que tuve que manejar una gran sutileza para ir revelando poco a poco cuestiones del personaje hasta el final de la película. Fue eso lo más complicado. Fue un trabajo entre todos y me sentí muy contenido para encontrar eso que para mí era tan difícil de lograr de mi papel.

—Tu personaje tiene una gran transformación, Ricardo, ¿cómo fue la preparación?

RD:— Me dijiste gordo, todo bien, el personaje así lo requería (risas). Ahora tuve que bajar de peso, porque de lo contrario no podía volver a casa (risas). Cuando hicimos la primera lectura de la historia, que nos entusiasmó a todos, pasamos por muchas instancias, pero algo que teníamos en claro era que el tipo vive en una cabaña, aislado del mundo, se alimenta de la caza y raramente baja al pueblo por provisiones. No es alguien que se afeite o un señor que cuide su aspecto físico. Ahí ya te empieza a delinear cómo es Salvador. Tenía que ser desaliñado.

Es doblemente atractivo que te toque un personaje así como éste, tan alejado a lo que uno hipotéticamente es. Hacer el viaje de ida y vuelta es muy divertido (...) La idea era sostener hasta donde pudiéramos ese delineamiento monstruoso de este tipo. Su agresividad, su intolerancia y demás. En gran medida eso nos permitía llegar a las resoluciones finales, preservando las sorpresas del filme.

—¿Qué fue lo más complejo de realizar?

MH:—Fue complicado el tema de los tiempos. El hecho de que se den las condiciones climáticas y poder tenerlos a ellos dos (por Ricardo y Leo) disponibles para grabar. Fue en febrero del año pasado cuando coincidimos y pudimos hacer el filme, pero fueron seis años de espera.

Buscamos locaciones durante seis años en Usuahia, Canadá, Francia, hasta que encontramos en Andorra el lugar perfecto para poder construir la cabaña y el galpón, que están hechos de cera. Fue una búsqueda complicada que por suerte se resolvió, y pudimos filmar todo lo que necesitamos durante el día. Grabamos cuatro semanas en Andorra, en la montaña, y tres semanas en estudio.

—¿En qué te inspiraste para el guión?

MH:—El primer germen de inspiración de la película fue un cuadro que tenía mi bisabuela polaca con la imagen del final de un duelo: un hombre está recostado contra un árbol y su sangre mancha la nieve. Esa fue la primera imagen y lo que germinó en esta producción… curiosamente la sangre cuando toca la nieve se vuelve negra y eso derivó en el título de esta película.

—¿Ante qué cuestión elegirían aislarse?

RD:—Frente al periodismo sería una respuesta adecuada, pese a que no hay lugar donde esconderse (risas).

LC:—Una buena manera para aislarse es yendo al cine y es algo bastante extraño, porque lo que hacés es empatizar con personajes y con vidas ajenas a la tuya a priori, que luego acabás viendo que te hablan de una manera más directa de lo que quisieras. Por eso seguimos yendo a las salas de cine. Creo que podría acabar invitando a todo el mundo a que se aísle con Nieve negra y termine empatizando con estos tres personajes.

Martín Hodara y su extenso vínculo con el mejor actor argentino

El año 2000 fue bisagra para el cine argentino, ya que con Nueve reinas una nueva era de oro comenzó para la industria. Ese filme también catapultó a Ricardo Darín, a quien el papel de Marcos le brindó varios premios. Pero en esa cinta, dirigida por el fallecido Fabián Bielinsky, un joven asistente de dirección llamó la atención de Darín: Martín Hodara. Allí nació una amistad artística que los llevó a dirigir en conjunto La señal en el año 2007. Curiosamente, su primer trabajo también lo vinculó al otro protagonista de Nieve negra, ya que fue continuista en Besos en la frente en 1996, que Sbaraglia estelarizó junto con China Zorrila.

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