“Para todos los que trabajan en la industria está complicado”

Cecilia Dopazo, quien actualmente protagoniza Falladas, en calle Corrientes, se refirió a la difícil actualidad laboral que se vive en el medio. Además, repasó los hitos de su carrera 

Cecilia Dopazo es una aventurera. Primero lo fue por obligación, cuando siendo muy chica debió mudarse con su madre a los Estados Unidos. Allí cursó preescolar y primer grado, y si bien logró adaptarse gracias a su descendencia inglesa, reconoce que para una niña fue un duro momento. “Fue bastante fuerte porque, si bien nos fuimos un año y medio, cuando sos chica ese tiempo es como si fuera toda una vida. Culturalmente son países muy distintos y además mis padres estaban separados. Cuando me fui, inmediatamente quise hacer propio ese lugar y por eso empecé a hablar inglés, lo convertí en mi primera lengua, pero cuando volví acá no me acordaba cómo se hablaba el castellano y eso fue difícil”, recuerda la actriz.

Más tarde, siendo una adolescente, Cecilia descubrió su amor por la actuación y en una nueva aventura se lanzó a alcanzar sus sueños. Por eso, con solo 18 años, audicionó para Clave de sol, una novela emitida por Canal 13 que la hizo conocida en el medio. Luego llegaron papeles como el de la recordada cinta Tango feroz, filme que protagonizó junto a Fernán Mirás, con el cual se le abrieron varias puertas. Más tarde filmó Caballos salvajes junto con Héctor Alterio y Leonardo Sbaraglia. También se lució en la TV en tiras como Mi cuñado, Tiempo final y Los pensionados, entre otras. En este camino, conoció a Juan Taratuto, con quien formó una familia y bajó la intensidad de sus trabajos.

Actualmente, Dopazo protagoniza Falladas, la producción de José María Muscari que se exhibe desde marzo del año pasado en calle Corrientes, junto a Valentina Bassi, Carolina Papaleo, Andrea Politti y Patricia Palmer, obra de la cual se despedirá el 20 de agosto próximo. En una charla íntima con diario Hoy, la actriz habló de su infancia, su carrera y su actualidad laboral.

—¿Cómo fue ese tiempo en el que viviste en Estados Unidos?

—Yo vivía en Miami y cuando volví nos fuimos a vivir a Neuquén. Era todo muy diferente, había un abismo entre una cosa y la otra. Lo viví con bastante padecimiento, aunque hoy agradezco haber vivido esas experiencias porque forman parte de lo que soy.

—Cuando regresaste, el país aún estaba en plena Dictadura, ¿pudiste captar algo de ese contexto político?

—No, aunque sí había una sensación de miedo y de tensión en la sociedad. De que si ibas por la ruta y te paraba la Policía no era algo agradable o normal, sino que generaba mucho temor. Para mí, así era la vida. Después pude comprenderlo.

—A los 18 decidiste mandar tu currículum a Canal 13, ¿cómo fue dar ese paso?

—Fue un momento divino, de un gran desparpajo de mi parte, no solo por esa acción sino por las cosas que hacía a los 18, durante toda la adolescencia y en mi primera juventud, porque cuando sos chico no tenés nada que perder. Hacemos para construir y vamos para el lado que nos gusta. Cuando me enteré de que estaban haciendo casting, lo cual era para mí una oportunidad de actuar y aprender el oficio, allí fui. Quería ser actriz y vivir de eso. Ahí apareció Clave de sol, mi primer trabajo en televisión.

—Después vino Tango feroz y esa escena en la que bailan Malevaje con Fernán Mirás…

—Nunca me imaginé las repercusiones que la escena del desnudo iba a tener en el público. Me tomó por sorpresa. De por sí era una escena difícil de filmar para mí, porque tenía que exponer mi cuerpo. Era la primera vez que hacía un desnudo en cine y no era una situación fácil. Sin embargo, la atravesé con mucha felicidad, con muchas ganas de experimentarlo. Tenía una gran vocación por lo que hacía y el equipo se sentía del mismo modo, todas las escenas fueron hechas con el mismo amor. Obviamente llamó la atención, porque eran dos cuerpos desnudos, por la decisión de bailar un tango de esa manera y porque visualmente es muy bella la escena. Pero jamás me imaginé la repercusión que iba a tener y tampoco que iba a ser la imagen del póster y de todo el merchandising. Cobró una dimensión impensada.

—Tras el trabajo en esa cinta te llegaron diversas propuestas, incluso para Playboy, ¿cómo las recibiste?

—Sí, me llegó de todo, propuestas de todo tipo. Pero esto de Playboy  yo lo contaba porque me parecía tan insólito, tan nada que ver con lo que yo hacía y buscaba. Me parecía como si me invitaran a trabajar en una ferretería por ejemplo (risas). Después sí, uno lo va entendiendo.

—Y después de eso, en otro rodaje lo conociste a Juan Taratuto, tu pareja. ¿Cómo hacen para mantener la pasión después de dos décadas juntos?

—Como podemos (risas). Por momentos hay más pasión, por momentos menos, y luego mágicamente se recrea y vuelve a suceder. Son esos instantes los que hacen que tengamos ganas de seguir juntos. Nuestra relación se va reinventando con cada proyecto que vamos atravesando, tanto en el plano profesional como en el familiar.

—¿Cuánto influyó él en que vuelvas al teatro?

—Él siempre me dice que cree en mi talento y mis capacidades más de lo que creo yo. Es algo muy amoroso de su parte y sé que es así, pero yo soy más miedosa con respecto a mostrar las cosas que hago. Pero allá fui yo, nació nuevamente el fuego en mí y es lo que más me gusta hacer. No es fácil a veces formar una familia cuando sos actriz, sobre todo cuando trabajás en teatro. Para mí pasa a ser todo un tema, porque es lo que más me está gustando hacer pero es lo que menos coincide con un horario familiar. Sin embargo, me apoyan mucho.

—¿Cómo te encuentra este año en lo laboral?

—Excelente, y me alegra mucho poder decir que muy bien. Sobre todo en el contexto que atraviesa el país, es un privilegio enorme poder trabajar. Desde mayo del año pasado que me llamó Muscari, hasta ahora que estamos haciendo Falladas en calle Corrientes y nos va muy bien, lo siento como un gran privilegio. Para todos los que trabajan en la industria está complicado. Me pone mal porque falta mucho laburo en todas las áreas y eso es muy triste.

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