Sangre en la boca: la pasión es un motor que cambia al mundo

En diálogo exclusivo con Hoy, los protagonistas del filme nos adelantaron todos los detalles de esta producción que llegará a los cines el próximo jueves y que promete adentrarnos en el ímpetu y el deseo de sus personajes, inmersos en el mundo del boxeo 

Golpes. La primera escena de Sangre en la boca se abre desde arriba de un cuadrilátero. El cuerpo maltrecho de Leonardo Sbaraglia (Rubén “El Tigre”  Alvia) vaticina el desenlace de una película que intenta mostrar, desde el boxeo, la pasión del ser humano, con todo y sus defectos.

En el elegante salón del Hotel Panamericano de Buenos Aires, Leonardo Sbaraglia, Eva De Dominici (Débora) y el director Hernán Belón esperan impacientes. En una distendida entrevista con Hoy, los realizadores del filme, que se estrenará el próximo jueves en todas las salas del país, hablan de esta increíble experiencia fílmica que los adentró en el mundo del boxeo y exigió a sus protagonistas un extenuante entrenamiento físico para darle vida a dos apasionantes personajes.

—¿Cómo comenzó este proyecto?

—HB: Sangre en la boca es un proyecto que empezó hace muchos años, cuando viajé a Caracas a hacer un documental para National Geographic. Allá me contrataron en un canal de televisión para una serie de cortos sobre cuentos latinoamericanos. Fue ahí que descubrí este cuento de Milagros Socorro. Me interesó mucho el dispositivo para filmar boxeo y las posibilidades cinematográficas que presentaba. Por otra parte, sentí que la historia tenía que ver con algo de lo que yo quería hablar, que es la pasión como un motor que cambia al mundo.

La película trata de la historia de una pareja. Los enamorados se apasionan el uno por el otro. Creo que hay algo un poco vampiresco entre ellos: él trata de tomar su juventud y ella absorbe el poder de él y toda su historia. Eso se da en el marco de las escenas de violencia entre ellos, y también de sexo. Dicen los boxeadores que hay algo bastante parecido al sexo en ese deporte, como un cierto erotismo. A mí lo que más me gusta y lo que más me erotiza de la película son los besos. Creo que son muy lindos y muy verdaderos por la química entre los actores. 

—EdD: Ni bien leí el guión sabía que el personaje era para mí, o al menos desea­ba que fuera para mí. Me veía en el personaje, me parecía muy interesante para interpretar y para vivir como experiencia. Me presenté en una audición con Leo y así empezó todo.

—LS: Sangre en la boca fue un trabajo de muchísimos meses. El boxeo tiene un lenguaje corporal muy preciso. La gente está muy acostumbrada a ver ese deporte y por eso la verosimilitud era muy importante para mí. Le dedicamos mucho trabajo a esa parte. Entrenamos con Diego “La Joya” Chaves y Fernando Muñoz. Establecimos las coreografías y después nos prestaron la Federación de Box, donde hicimos las peleas. 

La lucha por el poder

Con un alto contenido de escenas sexuales, desnudos y violencia explícita, adentro y fuera del ring, el filme de Belón, el segundo en su carrera, traza una interesante línea en donde la lucha por el poder es el eje central. Amante de los géneros, el cineasta plantea un sugestivo juego: “No es una película estrictamente de boxeo. Me gusta mucho usar los géneros cinematográficos para después, de alguna manera, traicionarlos. Me atraen los géneros desde el punto de vista del lenguaje y de cómo hay ciertos recursos que se utilizan para crear cosas muy fuertes en el espectador”, afirmó. En esto está la clave de la película.

—¿Cómo fue filmar estas cuestiones de intimidad entre Leo y Eva?

—HB: Eva, de donde la tomes, la verdad es que está muy bien. Es una actriz muy bella y, sobre todo su rostro, muy fascinante. En cada uno de los planos es muy expresiva. Traté de ponerme muy cerca de los personajes todo el tiempo, tanto en el ring como en la cama. Me gustaba estar muy cerca y tratar de estar como en tiempo real. Hay algo muy vigoroso en el personaje de Eva, tiene un desparpajo, una fuerza arrolladora. 

—LS: Fue un gran desafío para mí. Por un lado, como actor, porque era un personaje muy ajeno, muy diferente a mí y, por otro lado, porque era un deportista, al que la vida le ofrece ese límite entre los 35 y 40 años. La película usa el mundo del boxeo y, desde él, habla de la historia de un hombre que sublima su crisis a través de una historia de amor, de volver a sentir que es joven, que puede tener una ilusión, de sentir que puede volver a enamorarse y puede volver a pelear, aunque luego se le termina poniendo un muro. La verdad es que me rompí el alma para poder trabajar codo a codo con Hernán y Eva, para buscarlo y encontrarlo.

—EdD: La película es un drama erótico. El erotismo juega un papel muy importante y lo que se cuenta es la historia de una pasión. No es una historia de amor ni una comedia romántica. La energía no está enfocada en mostrar la belleza y planos estilizados. Es una película muy cruda y cuenta todo desde esa óptica. Por eso las escenas de sexo son así. El sexo no es de cuento ni está estetizado. Yo estaba muy relajada y confiamos muchísimo en el director. Uno se entrega a él, era algo necesario. La trama de la película es cómo se encuentran estos dos personajes, en qué momento, lo que uno necesita del otro: ella necesita aprender, admirar a alguien, necesita que la guíen. Ella le absorbe la experiencia y él la vitalidad. Los dos se encuentran justo en ese momento de sus vidas. También pasa algo que tiene que ver con la química y el placer que no vivieron con ninguna otra persona.

—Eva, hablabas de esta cuestión de absorber experiencia. En tu caso, ¿qué tomaste del trabajo con Leo y Hernán?

—EdD: Con Leo fuimos ganando mucha confianza con los entrenamientos. Sabíamos que íbamos afrontar escenas con mucha intimidad así que queríamos estar cómodos y llegar bien preparados en cuanto a lo físico y también en cuanto a nuestra relación.

Yo trato de ser siempre una esponja y de absorber lo máximo posible sin que eso me limite. No quiere decir que la manera de trabajar de Leo tenga que ser la mía. El trabajo del actor es muy subjetivo, son muy diferentes los caminos que tomamos y la forma de llegar a escena. Pero de Leo tomo mucho el profesionalismo, la manera en que encara al personaje, la intensidad, las ganas y también el compañerismo. Uno aprende mucho de esas personas porque no es casualidad que él haya trabajado tanto y que tenga una carrera consolidada, muy firme. Tiene que ver con su personalidad también. Él tiene mucha determinación…hay algo de eso que yo absorbo. Y de Hernán, todo. El director es lo más importante de una película. De Sangre en la boca me llevo muchas cosas. Me dio la posibilidad de mostrar algo que nunca había hecho, de entrenarme físicamente para un personaje, que no lo había hecho nunca...Cuando hablo físicamente también hablo de eso: de su forma de hablar, porque el acento que tiene es de Misiones. Yo lo trabajé con una coach vocal. Igualmente eso no te tiene que limitar, lo principal es tu trabajo como actor, que vos puedas encarar bien el personaje. Lo más lindo del trabajo del actor es poder meterte en mundos que no conocés. Es una forma de escape de mí misma, prestarle mi cuerpo a otra persona, vaciarme de mí, de mis problemas, de mi vida.

—Leo, ¿qué es lo que plasmaba el guión cuando lo recibiste, al margen del aporte que luego hiciste como actor?

—LS: Tenía la alternativa justamente de componer un personaje que no tenía nada que ver conmigo. Me gustó mucho cuando leí el guión y me entusiasmó. Uno a través de la actuación tiene la posibilidad de hacer superhombres porque la vida de uno es más o menos parecida a la de todas las personas. A través de la actuación podés extremarte, componer bestias, y me gustaba mucho esa posibilidad.

La parte más difícil la llevó Eva porque yo estaba más curtido. Ella demostró mucha libertad y generosidad y era su primera experiencia en este tipo de escenas. La clave es poder generar una confianza, una intimidad con el compañero. La visión de Hernán era bastante clara: él quería contar este costado sexual. 

—HB: Gran parte del trabajo de un director es unir los esfuerzos de muchos en una misma dirección. Queremos contarle un cuento al espectador, queremos conmoverlo, darle algo, y para eso trato de que mi equipo sea buena gente, sea talentosa y tenga ganas de trabajar conmigo.

A solas con Eva

Sin dudas, este año el nombre de Eva de Dominici ha aparecido más de una vez en las páginas de muchos medios, no solo por su excelente trabajo en Los ricos no piden permiso y por ésta película, su primer trabajo en la gran pantalla, sino también por su comentado romance con el actor Joaquín Furriel.

Al respecto, la actriz habló de los desafíos que enfrentó en Sangre en la boca y su sobreexposición mediática. “Cuando hacés una tira diaria tenés que estar generando nuevas formas de decir, nuevas cosas en un contexto que por lo general es siempre igual. Esta rapidez que te da el hacer un programa diario se puede usar en el cine porque son recursos que va ganando el actor, pero si encima tenés la posibilidad de trabajar más tu personaje, de compartir más tiempo con tus colegas, eso también está buenísimo. Porque yo no me junto todos los días a ensayar con Gonzalo Heredia en Los ricos no piden permiso (risas). Te puede gustar o no lo que hice, pero yo me quedo tranquila de que trabajé para el personaje”.

En cuanto a los desnudos y las escenas de sexo en la película, Eva reveló que “la historia te va atrapando. Leés las escenas desde afuera, y decís qué buen guión, y no te hacés mucho cargo de que eso lo tenés que hacer. Con Leo trabajamos relajados, es un actor muy poco egoísta. Al contrario, hacíamos chistes, estábamos en una bañadera los dos desnudos y decíamos: ¿Qué hacemos acá?”.

—¿Cómo estás manejando la exposición de tu carrera y de tu vida amorosa?

—Es la primera vez que salgo con un actor, con alguien mediático, a pesar de que Joaquín (Furriel) no es ejemplo de alguien que está expuesto porque no se sabe mucho de su vida privada. Pero es lógico que hablen, que se comente y que la gente lo sepa porque él es un actor que trabajó en proyectos muy populares y supongo que a la gente eso le interesa. 

Pero en cuanto a mí, no sé…no tengo nada que esconder. Ya todo el mundo lo sabe y no es algo que sea noticia. Siempre uno tiene que tratar de cuidar al otro al estar expuestos, pero yo estoy tranquila. Disfruto mucho el recorrido.

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