Se Va el Camello: “En La Plata hay miles de artistas y eso contagia”

Preparándose para festejar sus 13 años en un teatro de Capital Federal, Tomás Rusconi, el cantante de la banda, se expresó sobre la trayectoria y opinó sobre el momento del rock platense.También se refirió a la música como espacio de formación para los jóvenes 

Reflejan, desde la lírica, conceptos claros de unidad, vivencias, el paso del tiempo, la explosión como comienzo y no como un final”. Así define Se Va el Camello sus canciones, y así, en parte, se caracterizan a ellos mismos en esta entrevista.

El próximo 25 de agosto se presentarán en The Roxy, en Buenos Aires, para festejar 13 años tocando juntos, una edad significativa para esta banda. “Arrancamos muy chicos, teníamos 13, 14 o 15 años y éramos amigos del barrio o el colegio. Tocábamos en un garaje, rockeando algún tema de los 90, de las bandas que nos gustaban en ese entonces” cuenta Tomás Rusconi, cantante y guitarrista. 

—¿Cómo funciona la autogestión de la banda?

—En principio es patear y panfletear para que el nombre se conozca. Pero además completamos el concepto del grupo desde lo visual y la puesta en escena, la propuesta estética de la banda es toda nuestra. La autogestión puede ser más o menos difícil dependiendo del objetivo, nosotros no buscamos masividad ni tenemos grandes metas, solo queremos seguir tocando juntos.

—¿Cómo ven al  rock platense?

—Está buenísimo, la ciudad está plagada de bandas. Viene mucha gente a estudiar, que se conoce y empieza a gestar sus propios proyectos. En La Plata hay miles de artistas y eso contagia. Noso­tros, por ejemplo, cuando empezamos a sacar los primeros materiales, nos dimos cuenta de que la música se propaga muy rápido, más aún estando en alguna facultad, porque al lado nuestro se sentaba un chileno, un colombiano, alguien del interior, y si le gustaba lo que hacíamos se lo llevaba a sus pagos. Eso es algo muy bueno que tiene la ciudad, aunque también es cierto que si no te abrís un poco para Capital, acá tenés el techo bastante cerquita. 

—¿Cómo es la relación entre las bandas locales?

—Están en un momento de unidad muy grande, de apoyo mutuo, de empezar a entender que hay público para todas las bandas, y no hace falta tener disputas con nadie. El público va a ver a todos. Nosotros tenemos muy buena relación con todas las bandas, vamos por este camino con un montón de colegas, compartiendo eso que está buenísimo, en un momento en el que los artistas tenemos que estar muy unidos porque hay mucha adversidad y la cultura es golpeada por las gestiones políticas. 

—¿Hay suficientes lugares para tocar?

—Son muy pocos los lugares donde se puede tocar que no atentan contra la economía de los artistas. Cuando fuimos a una provincia del interior nos sorprendimos porque nos decían: Bueno, ¿y cuánto les pagamos? Se nos abrían los ojos como dos faroles, no entendíamos. Acostumbrados a tocar acá, donde los bares, la mayoría, suelen cobrar porcentajes o un valor fijo. Además, en la ciudad hay mucha clausura de centros culturales, muchas trabas, por eso hay que estar unidos, porque como dice el refrán: Si los hermanos se pelean, los devoran los de afuera. 

—¿Qué trabas encuentran? 

—Vemos que los aniversarios y eventos públicos no retribuyen el trabajo de una banda, cuando sí pagan una barbaridad de guita por artistas fuertes de otros lados. Se entiende que son más convocantes, pero está buenísimo que también se les dé lugar a los artistas locales y emergentes, y que se les pague, es fundamental que la gestión apoye la cultura. El arte y las distintas formas de expresión son muy importantes para los jóvenes, que hoy están mucho con el teléfono, y este es un buen espacio para formarse, para generar valores, conocer gente, rodearse y definirse como persona. 

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