Fernán Mirás y Paola Barrientos dialogaron con diario Hoy

“Siento que te podés convertir en director después de la tercera película”

El jueves se estrena El peso de la ley, la opera prima de Fernán Mirás protagonizada por Paola Barrientos, Darío Grandinetti y María Onetto. La trama del nuevo filme se centra en un hombre que es acusado de una violación, a quien nadie le cree su versión de los hechos

Lo realmente difícil es defender un inocente y no poder probarlo”, recita Gloria (Paola Barrientos) en el final del tráiler de El peso de la ley. Se trata de la primera película pensada y dirigida por Fernán Mirás, quien se basó en hechos reales que surgieron a partir de una investigación que comenzó hace algunos años y recién empezó a rodar a fines de 2015.

Gloria es una abogada que no le encuentra sabor agradable a su profesión y está consumida por la rutina de su trabajo, hasta que le llega el expediente de un caso acerca de una violación, en que el acusado no parece ser culpable pero está prácticamente condenado.

En pleno proceso publicitario del filme, Fernán Mirás y Paola Barrientos dialogaron con diario Hoy sobre la historia que se estrenará este jueves en todas las salas del país. “Trabajé con storyboards, porque yo dibujaba antes, me surgían puestas mientras escribía el guión y las dibujaba”, dice Mirás, y agrega que terminó ilustrando toda la película “porque me resultaba más claro”.

—¿Por qué elegiste empezar con esta temática?

Fernán Mirás:—Tengo la sensación de que podés convertirte en un director recién después de la tercera obra. Quería hacer la primera, entender del cine de género que me parece muy entretenido, y hasta con humor. La historia puede tener un tema, hablar de algo y uno puede sentirse involucrado. En los ensayos hablaba de la escena y me ponía a llorar, es un síntoma que conozco como actor: si estás practicando y emocionalmente empieza a venir algo, es que estás totalmente envuelto en el tema. Pero me pasó también dirigiendo, de no poder hablar, entonces sentía que estaba muy comprometido.

Paola Barrientos: Fernán la empezó a escribir hace rato, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia (risas). Evidentemente toca un tema álgido y profundo, que no es nuevo en nuestro país, pero se desató en los últimos tiempos y da un montón para la reflexión. Es un valor agregado que tiene la película, y me da mucho orgullo y alegría haberla hecho.

—¿Cómo nace esta historia?

FM:—Roberto Gispert, el coguionista, fue quien me habló del expediente sobre este caso, y a partir de ahí, nosotros sabíamos que teníamos una historia particular en la que la víctima y el victimario padecían el sistema legal, denunciaban sus defectos y la inconsciencia de quienes forman parte del sector judicial. Roberto es abogado, así que aprendí muchos chistes sobre ellos en este tiempo (risas). En esas entrevistas mi primera pregunta siempre era por qué habían estudiado leyes, y en el 90 por ciento de los casos respondían que porque eran muy ingenuos. Encontramos que había cierto conflicto en la profesión en sí, que era interesante ver cómo el peso de la ley afectaba a la víctima, al victimario y al que trabaja en el sistema legal. 

—¿Cómo fue la selección del elenco?

FM:—- Yo no me animaba a llamarlos, porque era mi opera prima, pensé que me iban a sacar carpiendo. Me pasó que a algunos me los crucé, los conocía de la vida, se enteraron que estaba detrás de esta película y me preguntaron si necesitaba algo. Así me fui animando. Después hay un grupo bastante grande de actores de Mar del Plata. Trabajar con gente del lugar donde se filmó fue buenísimo. Surgieron de un casting de allá y es una alegría muy grande haberlos descubierto y luego ver el resultado.

—¿Cuáles fueron los desafíos como director?

—Todos. Cuando empecé a filmar tomé conciencia de que toda mi vida en un set, desde los 17 años, me encontré preguntando cosas de las luces a los de fotografía. Y trabajé con muchos buenos directores, por lo que muchas cosas que resolvía al final del día me daba cuenta de que se las había escuchado a (Marcelo) Piñeyro, (Daniel) 

Veronesse o a (Javier) Daulte. Y estaba muy feliz por haber trabajado con ellos, cerca del proceso, viendo cómo dirigían a otros actores. Por otro lado, es un elenco que conozco, como colegas y de la vida. Así que a partir de ahí solo podía mejorar, y eso es gracias a ellos. Estoy feliz de que el resultado se note.

—¿A qué herramientas apelaron para construir los personajes?

PB:—Me sale tener la relación más sensible posible con el guión y también intentar comprender y sumarme al imaginario del director. Creo que la película es el director, y si bien cuestiono si lo necesito, trato de develarme qué es lo que él está tratando de ver. Lo de la renguera se lo cuestioné un montón y me dijo que era así, renga. Pero había algo tan claro en el recorrido del personaje que se contaba solo. Había que prestarle el cuerpo nada más.

FM:—Algo que nos preocupaba al principio era la formalidad de los textos judiciales. Una de las inquietudes de Darío (Grandinetti), María (Onetto) y Paola era el riesgo de caer en la película de juicios norteamericana. Luego pudieron apropiarse del vocabulario, hablar con la jerga técnica. Parecen abogados argentinos. Con respecto a mi personaje, un paso ganado era que no tenía que hacer el trabajo de entenderlo porque lo había escrito yo. Fue muy raro actuar y dirigir. Yo no quería, pero, para ser sincero, el productor me obligó. Aunque al ser un personaje reducido, sin letra, fue menos complejo. Un par de veces tuve miedo de no poder concentrarme después de armar la puesta. En una estaba muy concentrado adentro de la casilla, y pasaron tres minutos, nadie decía “acción”, y todos estaban muertos de risa afuera. Era yo.

—En esa función como director, ¿qué escenas te dolió cortar?

FM:—En ese sentido, fue muy beneficioso que en muchas películas vi la dificultad del director para cortar. Las escenas mías me costaba dejarlas, porque estaba disfrutando mucho dirigir. Pero estoy contento con el final. Me hace muy feliz haberme rodeado de gente con muchísima experiencia. Aunque estaba el miedo de perder el control artístico y hacer lo que otros quisieran, me hicieron sentir que la decisión iba a ser mía. Fueron muy respetuosos.

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