Tony Hoffer: se inició con Beck y cumplió el sueño de grabar con Depeche Mode

Con casi veinte años como productor, tiene un currículum envidiable. Además, habló del complejo proceso de grabación y destacó: “Me gusta buscar formas de manipular el sonido”

Su primer gran trabajo fue nada más y nada menos que con Beck, grabando Midnite vultures, el séptimo álbum del cantante. Con casi dos décadas como productor musical, Tony Hoffer puede mostrar con orgullo la lista de artistas con los que se encerró en un estudio a grabar: desde Phoenix y The Kooks, hasta cumplir el sueño de ser contratado por Depeche Mode.

En una charla íntima con diario Hoy, Hoffer habló del difícil trabajo del productor, en el que la clave está en “mantener las cosas en movimiento”. También recordó cómo conoció a Beck, quien en una charla de trabajo, varios años atrás, le hizo escuchar un disco de Juana Molina para ver si le parecía adecuado invitarla como telonera en una de sus giras.

—¿Cuándo te diste cuenta de que te gustaba este trabajo?

—Nací para esto. Desde chico toco varios instrumentos. Siempre me gustó la música electrónica como Depeche Mode, me gusta buscar formas de manipular el sonido, de cambiarlo, buscarle texturas. Cuando tenía bandas de adolescente, me gustaban los shows, pero mi parte favorita era estar en el estudio experimentando.

Mi primer trabajo fue en San Francisco, fui mejorando en lo que hacía, y un amigo empezó a tocar el bajo con Beck, lo que terminó haciendo que trabajara con ellos. Me mudé a Los Ángeles y de golpe era un productor. Para mí, es algo que hago desde chico. Cuando tenía 15 años tenía una grabadora de cassettes con la que experimentaba y aprendí a trabajar con pistas múltiples. Todavía suelo usarla.

—¿Cómo fue trabajar con Beck en Midnite Vultures (1999)?

—Es muy creativo. Es como que hace una pintura, después corta un pedazo de una revista y lo pega y así va sumando cosas. Usamos muchos samples (sonidos pregrabados) en ese disco. No fue un proceso muy tradicional, de sentarse a tocar la guitarra. La mayoría de las canciones empezaba con un sonido que íbamos viendo a dónde nos llevaba. Al final del trabajo teníamos casi cuarenta temas y tuvimos que ponernos de acuerdo porque su sello necesitaba sacar algo. Así que eligió las canciones y las terminamos.

—¿Qué pasó con las otras?

—Probablemente las publique algún día. Había muchas cosas buenas.

—¿Cuánto tiempo te lleva producir un álbum?

—Puede tomar días o semanas, dependiendo de si todo está organizado y las canciones están listas. Pueden tener mucha programación, texturas, capas, y eso hace que se vuelva más largo. Podría llevar hasta seis semanas.

—¿Qué pasa cuando un músico no sabe qué quiere hacer?

—Escucho lo que dice y determino si hace falta que le diga que va a estar todo bien, o que tiene razón y tenemos que probar otra cosa. Lo que quiero es resolverlo lo antes posible. Uno de los grandes trabajos de los productores es mantener las cosas en movimiento, como un río.

—¿Qué significó que te llamara Depeche Mode?

—No lo podía creer, era una de mis bandas favoritas. Fue impresionante, pero también pensaba si yo era lo suficientemente bueno como para hacerlo. Fue genial trabajar con ellos, estar en un estudio hablando de su música, totalmente irreal. Aprendí mucho.

—¿Usás las técnicas que aplicás en una banda con otras?

—Me gustaría que fuera así de fácil, pero no (risas). Quizás podría hacer eso si solo hiciera un tipo de música, pero el problema es que me gustan todos los géneros. Todo eso se mete en lo que hago de una forma u otra y cambia constantemente. Con cada proyecto aprendés trucos.

—¿Qué recordás de tu trabajo con The Kooks?

—Eran una banda nueva, el sello no encontraba el productor adecuado, ya habían probado con tres en Londres. Cuando los vi, la fortaleza era la química que tenían tocando juntos, lo podías ver, pero los demos no captaban eso. Con Naive (el tema con el que se hicieron conocidos) les fue muy bien, y nos sorprendió porque habían sacado tres sencillos antes sin que pasara nada.

—¿Y con Phoenix?

—Son muy agradables. Son como hermanos, más allá de que dos de ellos son realmente familia. Pueden ser muy creativos y no se preocupan por lo que la gente o la industria piensa de lo que hacen. Solamente quieren hacer lo que les gusta. 

—¿Qué pasa cuando una banda trabaja con vos y no te llama de nuevo?

—Digamos que grabo un álbum, sale bien y después me llaman para hacer otro, buenísimo. Si no, está todo bien. Por ahí me molesta unos días pero lo supero. Pero si pienso como artista, creo que me gustaría probar otro productor, no es personal, quiero ver cómo es trabajar con otro. Hay veces que yo hago el segundo álbum porque los artistas ya grabaron antes con una persona diferente. Todo tiene su balance.

—¿En qué te basás para aceptar un trabajo?

—Lo más importante son las canciones y que el cantante tenga voz para comunicarlas. Cada intérprete tiene su propia identidad. Además, tiene que ser fácil trabajar con ellos. He rechazado proyectos porque me parecía que había bandas que no estaban en un momento adecuado.

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