Willy Quiroga: pasado y presente del rock nacional

El histórico líder de Vox Dei llega a La Plata para festejar sus 50 años de carrera. A solas con este medio, habló de sus comienzos, se refirió a la actualidad de la música y también a la pasión que siente cada vez que sube a un escenario

En medio de una disputa legal con uno de los exintegrantes de la histórica banda respecto a la utilización del nombre del grupo, Willy Quiroga se plantó y dijo: “Yo soy Vox Dei”. Tal vez por eso, el prestigioso bajista, uno de los mejores del país desde hace cinco décadas, asegura que en su show del próximo sábado en calle 61 nº 1415, entre 23 y 24, van a hacer “los clásicos, no vamos a tocar otra cosa. Queremos festejar los 50 años presentando un salteado (sic) de todos los álbumes”.

Distendido, uno de los fundadores del rock nacional le contó a este medio cómo fue hacer algo que nunca se había hecho antes, cuando junto con Luis Alberto Spinetta y otras bandas amigas empezaban a ponerle letras y mística a un sonido proveniente del hemisferio norte. Ninguno imaginaba lo que vino después, confesó, y se atrevió a hablar del presente de un género que se renueva y se expande.

—Vox Dei incidió en las generaciones venideras de músicos, ¿qué influencias tuvo usted?

—Yo tenía 12 años cuando apareció Elvis Presley. Lo escuchaba mucho y me encantaba. Sin embargo, recuerdo claramente cuando tenía 22 años y escuché por primera vez a The Beatles, ahí enloquecí. Me compré una guitarra, dejé el folclore y empecé definitivamente a hacer la música que aún hoy hago. Además, solía escuchar en mi juventud a Deep Purple, Led Zeppelin, todas bandas de Inglaterra, que después se convirtieron en clásicos.

—¿Cómo fue empezar a tocar rock en castellano, cuando eso no existía?

—Fue muy bueno, aunque al principio costó,  no había antecedentes de lo que hacíamos con Almendra, Manal y Los Gatos. En aquel entonces, muy pocos entendían inglés, un 10% de los que te escuchaban comprendían algo de lo que cantabas. En castellano, en cambio, la gente entendía puntos, comas, acentos, y eso nos dio la masificación y la comunión con el público.

—¿Se imaginaron lo que estaban creando, lo que vendría después en este género?

—No, nos dimos cuenta que estábamos haciendo algo nuevo, pero nunca te podés imaginar lo que va a pasar después. Quienes fuimos parte de eso, estamos agradecidos por lo que nos dio la vida. Fue maravillosa esa época, porque no teníamos con quién molestarnos, no teníamos que competir. Hoy hay tantas bandas que se parecen tanto, algunas son copia de la copia de la copia.

—¿Seguís disfrutando del escenario o existe un cierto desgaste?

—La pasión va en aumento. Cuando uno empieza, tiene dudas, si desafinás o no te acordás la nota, pero a medida que pasa el tiempo, agarrás tal confianza que te desligás de todo eso y solo disfrutás de la música que estás haciendo. Compartir eso con la gente es lo único que me interesa ahora arriba del escenario, ese es el mejor regalo de la vida. Yo subo para pasarla bien, no existe otra cosa que la música en mi vida. Pensá que cumplo 50 años con el rock y tengo otros diez en el folclore.

—¿Cuál es tu mirada sobre la música actual?

—Hay muchos que hacen covers, que no traen nada nuevo, se ganan la vida y está genial. Pero yo les diría que traten de hacer algo propio, tenés que seguir tu pensamiento, lo que tenés adentro. Igual está muy difícil para un músico sobresalir, son demasiados. Claro que hay bandas que me gustan, como Eruca Sativa, son muy buenas y está bueno que haya mujeres en el rock, es algo que hacía falta.

—¿Hay mucho enlatado internacional que le compite al  rock local?

—Sí, la Argentina siempre miró hacia afuera, por eso nos pasa lo que nos pasa. Se le da mucha propaganda a las bandas extranjeras y se paga tres mil pesos para ir a verlas. Después, cuando un grupo de acá quiere cobrar doscientos pesos, te dicen ¡qué caro!, y pretenden que sea el mismo sonido y las mismas luces. Así es difícil. Además, hay muchos festivales que son puro comercio.

—Vox Dei fue la primera banda en hacer un disco conceptual en el país. ¿Qué implica eso?

—La Biblia fue un atrevimiento, una osadía, ninguna otra banda hizo algo así. Haberla tomado como obra conceptual implicó que esta atravesara, como idea, a todo el álbum. Hubo gente que protestó, que dijo ¡cómo se atreven! Otros dijeron que era un engendro, pero luego lo tuvieron que aceptar porque se convirtió en un clásico. Hoy en la Iglesia entonan nuestros temas, la gente me cuenta que cantan Génesis en los templos.

—¿Qué opinión tiene del género que ayudó a crear?

—Pienso que el rock nacional, el original, tiene un sonido propio y es admirado por todo el mundo. En realidad no lo digo yo, lo sé porque me lo dice la gente en España, en Guatemala, Perú, donde sea que vaya. De hecho, muchas veces escuchan bandas argentinas sin saber que son de acá y las toman como propias. Es lindo lo que pasa con nuestra música afuera, a mí me gustaría realizar una gira latinoamericana festejando los 50 años con la música, estamos viendo la posibilidad. Espero que se dé.

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