Llamativa propuesta en un comercio platense

Barrio Norte: el ferretero “poeta” que regala versos a sus clientes

En su comercio de calle 32, Hernán Castilla recibe a los compradores con música clásica y los despide con poemas impresos en pequeñas hojas

En la esquina de calle 32 y 2 existe una ferretería que, aunque venda los tradicionales artículos que se consiguen en el rubro, es distinta a todas: aquí, además de sonar permanentemente música clásica, su dueño convida con poemas a los clientes. De esta manera, depositados en una pequeña cajita al lado del mostrador, los versos de autores de la talla de Almafuerte, Jorge Luis Borges, Manuel Castilla o Juan Carlos Bustriazo Ortiz esperan ser descubiertos por personas que se acercan al lugar a comprar un tornillo o “el cosito ese para el baño”. 

“Al pasar mucho tiempo acá intento ponerle algo de lo que me gusta, que es poesía y música, si no estoy frito”, reconoció a este medio Hernán Castilla, mientras en el local sonaba un concierto barroco de Tomaso Albinoni. 

Consultado acerca de cómo reciben los clientes esta propuesta, Castilla, que es padre de dos hijas, una de las cuales canta en el Coro del Teatro Argentino, dijo: “A muchos les gusta y otros agarran las poesías para anotar atrás. Eso me pone loco”.

Para que su negocio no pierda su esencia, el comerciante deja al libre albedrío la elección del cliente: el que quiere puede agarrar su poema, y al que no le interese, no hay porqué forzarlo. “Por ahí la gente se engancha con la onda y empieza a leer poesía y está muy bueno. Yo no los entrego porque me parece que puede quedar como una imposición, por eso están ahí para que los agarren”, explicó Castilla sobre su método.

Una desgracia con suerte 

Este hombre de 42 años, que representa a una cuarta generación de ferreteros, tiene su local desde hace más de quince años. Su pasión por las letras  la encontró justamente en la ferretería, en el año 2007, tras sufrir un robo en el que le desvalijaron el local. “Como no tenía mercadería, la gente no entraba, entonces empecé a traer libros para poder matar el tiempo. Así me enganché mucho con la poesía y me gustó empezar a compartirlo con la gente”, dijo Castilla, que tras esa experiencia se anotó en la carrera de Letras de la Facultad de Humanidades, pero dejó de cursar cuando apenas le faltaban diez materias.  

Aunque se considere un fanático del poeta peruano César Vallejo o del sanjuanino Jorge Leónidas Escudero, Hernán prefiere no recomendar autores: “Que la gente venga y hablamos. Recomendar es imposible, hay autores con los que pasa algo físico. Los primeros poemas que leí de Escudero me hicieron sentir algo en la panza y eso ya me bastó para no poder dejarlo nunca más”. 

Gracias a esta modalidad, Hernán no solo tiene intercambios con varios de sus clientes, sino que con algunos también generó una relación de amistad a partir de compartir las sensaciones que despiertan los poemas que el ferretero regala. 

“La gente se prende y con algunos nos ponemos a hablar. Se arman discusiones literarias en la ferretería y eso me encanta”, explicó Castilla y aseguró que el halo literario que envuelve a su comercio está lejos de ser una estrategia de marketing. Más bien, su intención es “que las personas que no conocían estos poemas puedan encontrarse con ellos y así tengan la posibilidad de leerlos”.

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