Bipolaridad: un mal tan popular como desconocido

Se ha puesto de moda señalar que una persona es bipolar, sin saber que es una enfermedad que requiere de un diagnóstico médico. En busca de estas precisiones, Hoy dialogó con el Dr. Carlos Vinacour, presidente de la Fundación Bipolares de Argentina

Es bipolar”, ha dicho hasta el cansancio una reconocida vedette para definir a una colega que parecía albergar sentimientos de amor-odio hacia ella. Este caso, y tantos otros, han instalado la idea de que el trastorno bipolar está asociado a la contradicción permanente, a la conducta pendular, transformándolo en un eufemismo creativo para definir lo inexplicable. Y como ocurre con todo lo que no se puede entender, terminó convertido en una rareza.

Para desandar ese camino plagado de sombras, Hoy consultó al Dr. Carlos Vinacour, médico psiquiatra (MN 49586) y presidente de la Fundación Bipolares de Argentina (FUBIPA), una organización que convoca a profesionales, pacientes y familias para brindar acompañamiento y contención durante el tratamiento de la enfermedad. Con él hablamos de lo que verdaderamente significa “ser bipolar”.

-¿Qué es el trastorno bipolar?

-Es una enfermedad de origen complejo, con raíces hereditarias y bioquímicas, pero desencadenada por situaciones ambientales de estrés. Se caracteriza por alteraciones muy bruscas del estado de ánimo: la persona pasa por períodos de total normalidad, en los que funciona absolutamente bien, y por épocas de depresión muy profunda o de manía. En el primer cuadro, el paciente está en la cama, tiene pensamientos negativos, no se alimenta y puede llegar incluso al suicidio. En el segundo, está acelerado, duerme poco, organiza planes grandilocuentes y puede llegar a tener delirios y alucinaciones.

-Ud. habló de épocas, ¿cuánto pueden durar?

-En general, una persona cicla más de cuatro veces al año, por ejemplo, en cada estación hace un ciclo de depresión y de manía. Pero algunos pacientes sólo cumplen un ciclo anual, esto es, una vez al año transitan esas etapas. El resto del tiempo se mantienen absolutamente normales.

-Esto contradice la creencia extendida de que un bipolar pasa rápidamente de la depresión a la manía…

-Es un error. En general, la persona hace primero un cuadro de manía, lo trata y sale de él, pasa por un período relativamente estable y después cae en un estado depresivo. Ninguno de estos cuadros se desarrolla en forma brusca, en cuestión de horas, siempre son procesos.

-¿Qué hecho puntual puede desencadenarlos?

-En líneas generales, el desencadenante es una situación familiar, laboral o social que provoca un fuerte estrés en la persona y la desestabiliza. Pero algunas veces no hay una situación específica y el desequilibrio se produce por algún fenómeno bioquímico no del todo claro.

-Y lo hereditario, ¿en qué medida condiciona?

-Lo que se hereda es la predisposición. Si ella existe, una situación estresante fuerte de la juventud (entre los 17 y los 21 años) puede despertar la enfermedad. Por eso no cualquiera tiene trastorno bipolar, porque no tiene un origen psicológico sino bioquímico.

-Si una persona es hija de un enfermo, ¿hay alguna manera de actuar preventivamente?

-Que una persona sea hija de alguien bipolar no significa que vaya a padecer la enfermedad: hay un 80 por ciento de hijos de bipolares que no lo son. Ahora bien, como medida preventiva, lo único que se puede hacer es un seguimiento para asegurar que no debuten con un cuadro de bipolaridad.

-¿Cómo llevan adelante los enfermos su vida cotidiana?

-Las personas sin tratamiento tienen grandes dificultades a nivel laboral y social, sus vidas tienden a deteriorarse mucho. Por ejemplo, es imposible trabajar en medio de una descompensación maníaca o de un cuadro depresivo. Pero hoy los tratamientos suelen ser muy exitosos, y los pacientes tienen una vida absolutamente normal.

-¿Cómo distinguir la depresión de una tristeza profunda o la manía de una situación de euforia?

-La diferencia es muy notoria. Por ejemplo, la tristeza es un estado de ánimo normal, en cambio un depresivo pierde energía, no puede levantarse de la cama y se le presentan pensamientos pesimistas, incluso pensamientos de muerte.

-¿Quién advierte el cuadro, el enfermo o el entorno familiar?

-La depresión es un estado tan desagradable que la primera persona que lo nota es el paciente. En cambio, no necesariamente advierte que entró en un cuadro de manía, porque a veces es una situación agradable, en la que siente que tiene mucha energía, que es omnipotente, que se lleva el mundo por delante, entonces los primeros que lo notan son los familiares.

-¿Cómo es el tratamiento de un paciente bipolar?

-Primero, se recurre a psicofármacos estabilizadores del ánimo. Pero también es importante que el enfermo y su familia hagan terapia para poder adecuarse a estos cambios anímicos e identificar los primeros síntomas que indican el inicio de una crisis. Hay que entender que la medicación sola no da resultados si no se acompaña de psicoterapia y de psicoeducación.

-¿Y en qué consiste la psicoeducación?

-Es un proceso que permite explicar a la familia y al paciente qué es la enfermedad, cuál es su origen, cuáles son las maneras de cuidarse y cómo prevenir situaciones de estrés o recaídas.

-¿El trastorno bipolar se puede superar?

-No es algo que se cure, pero la buena noticia es que, como muchas enfermedades crónicas, se controla muy exitosamente. Conozco pacientes que hace 18 años están estabilizados, habiendo pasado por etapas muy malas, incluso con internaciones.

-¿Qué significa que estén estabilizados?

-La persona logra identificar pequeños síntomas que indican que está ingresando en un episodio de manía o de depresión y así consigue abortar el cuadro. También entiende qué factores del medio externo lo desestabilizan para poder encontrar ritmos de vida que no lo perturben.

-Durante la charla ha mencionado varias veces a la familia, ¿por qué es tan importante?

-Por la contención, y porque puede identificar cuáles son esos primeros síntomas que indican un proceso de desestabilización. Además, un paciente desestabilizado es un generador de situaciones de conflicto, y si la familia no entiende que cuando se desestabiliza no habla él sino la enfermedad termina culpándolo por no ocuparse de sus cosas, o bien por estar agresivo o ser muy egocéntrico.

-Últimamente se ha popularizado el término bipolar de una manera peyorativa, para hablar de personas que son muy cambiantes. ¿Eso daña a los pacientes?

-Totalmente. Así como antes se trataba peyorativamente a los pacientes con síndrome de Down y para denostar a alguien se le decía mogólico, hoy pasa lo mismo con la bipolaridad, se le dice bipolar a alguien anímicamente cambiante. Y la verdad, esa estigmatización genera problemas en los pacientes, que se sienten discriminados.

Reforzar el lazo social

FUBIPA no realiza tratamientos médicos ni psicológicos, los complementa con talleres de psicoeducación y grupos de ayuda mutua gratuitos, tanto para pacientes como para familiares. “Dos cosas suceden con los pacientes bipolares que son de muy difícil manejo en una terapia: suelen autoestigmatizarse y sentir vergüenza, y tienden muchas veces a aislarse de sus grupos sociales justamente por sentirse enfermos y diferentes. La forma más efectiva de trabajarlo es a través de los grupos de ayuda mutua, a la manera de Alcohólicos Anónimos”, explica Vinacour. En La Plata, quienes quieran sumarse o recibir más información, pueden acercarse a Diagonal 73 Nº 1277, entre 8 y Plaza Rocha.