Avance chino en el Tibet

Construirán el telescopio de ondas gravitacionales más importante del mundo

China instalará en el Tíbet, a casi 6.000 metros sobre el nivel del mar, un laboratorio que permitirá estudiar el fenómeno que produce variaciones en la estructura del tiempo y del espacio 

China está trabajando para establecer el telescopio de ondas gravitacionales (ver cuadro) a mayor altitud del mundo en la región autónoma del Tíbet, en el suroeste del país, para detectar los ecos más débiles que resuenen del universo, lo que podría revelar más información sobre el Big Bang. 

El primer telescopio ha comenzado a ser construido, con el nombre en clave Ngari Nº1, situado a 30 kilómetros del sur del poblado de Shiquanhe, señaló el investigador jefe de los Observatorios Astronómicos Nacionales de la Academia de Ciencias de China, Yao Yongqiang.

El telescopio, localizado a 5.250 metros sobre el nivel del mar, detectará y reunirá datos precisos sobre las ondas gravitacionales primordiales en el hemisferio norte. Está previsto que entre en funcionamiento en 2021.

El presupuesto para el observatorio de ondas gravitacionales de dos fases se estima en 18,8 millones de dólares. 

Ngari, con su elevada altitud, su cielo despejado y una mínima actividad humana, es considerado como uno de los mejores lugares para detectar pequeños giros en la luz cósmica. 

Una vez construido, el observatorio se encontrará entre las primeras bases de observación de ondas gravitacionales del planeta.

Antecedente platense

El astrónomo Carlos Lousto, graduado de la Universidad Nacional de La Plata, integró el equipo que descubrió la existencia de estas famosas ondas en 2016 en el Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO), en EE. UU. 

Su aporte permitió identificar la señal observada como el resultado de la colisión de dos agujeros negros, cuya energética fusión originó las ondas que pudieron ser fehacientemente registradas.

¿Qué son las ondas gravitacionales? 

Las ondas gravitacionales son un fenómeno físico descubierto teóricamente por Einstein en 1916. Y no fue hasta 2016, 100 años después, que científicos comprobaron su existencia.

Se trata de fluctuaciones que se producen en la curvatura del espacio-tiempo y que se propagan en forma de ondas alejándose de su fuente. Es exactamente lo que sucede cuando un bote genera ondas en el agua. En este caso, en vez de un barco, cuerpos masivos como estrellas o agujeros negros producen estas variaciones. Y lo hacen no sobre el agua, sino en el tejido espacio-temporal.

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