El amor en el siglo XXI

Los especialistas analizan las relaciones de pareja en una época dominada por la instantaneidad y las redes sociales. Aseguran que los vínculos se sinceraron, que la felicidad propia importa más que los mandatos sociales y que la infidelidad continúa siendo uno de los principales motivos de separación 

"Las parejas laxas y eminentemente revocables han reemplazado al modelo de unión del tipo hasta que la muerte nos separe que todavía se sostenía, bien o mal, a pesar de que revelara un número creciente de grietas y rajaduras", dice el pensador polaco Zygmunt Bauman en su obra Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos (2003), donde aborda el aparente miedo a establecer relaciones duraderas en las sociedades del capitalismo avanzado, en las que, según el autor, abundan la desconfianza y el individualismo, en detrimento del compromiso a largo plazo, un riesgo que parecería difícil de asumir en tiempos de vínculos con fecha de vencimiento.

Con motivo del Día de San Valentín, diario Hoy consultó a distintos especialistas para quienes la clave de este cambio de era está en la búsqueda de la felicidad a toda costa y en el “sinceramiento” de las relaciones, lejos de las idealizaciones de antaño. 

¿Cómo fortalecer la pareja? ¿Cómo animarse a un nuevo amor? ¿Qué rol juegan las redes sociales en las nuevas formas de vincularse? 

Merecer ser vs. deber ser

“Esta es la etapa del merecer ser felices, muy distinta al deber ser que la mirada de los otros imponían a nuestros padres o abuelos”, aseguró la psicóloga de parejas y especialista en infidelidad Lic. Gabriela Rougier, al tiempo que comparó: “Antiguamente, el matrimonio era una empresa económica que, sobre todo a las mujeres, les permitía asegurarse cierto bienestar. Entonces, el amor no era una variable que estuviera en juego cuando dos personas se unían”.

Pero desde la irrupción de la mujer en el mercado laboral, “nosotras ya no nos quedamos en nuestras casas, tenemos más acceso a los hombres disponibles y esto quizá contribuye a que las parejas duren menos”, apuntó la experta.

Aunque el rasgo más fuerte -evaluó Rougier- tiene que ver con la felicidad: “Los mandatos sociales, los prejuicios constantes quizá llevaban a que antes las personas aguantaran en relaciones muchas veces infelices. Hoy, ya no estamos tan pendientes de lo que otro piense que debemos hacer, sino que buscamos ser felices. Por esto, ya no alcanza solo con el amor, sino que el otro también tiene que ser mi amigo, amante, confidente, tiene que contenerme, tiene que haber buen sexo, y debe estar en las buenas y las malas”, sintetizó la psicóloga.

Sin embargo, como si se tratara de las dos caras de una misma moneda, esa búsqueda puede tanto fortalecer el vínculo como romperlo, porque “parte de los problemas que tienen las parejas actuales es que la expectativa puesta en el otro es muy alta y si algo no se cumple o no coinciden en sus deseos, aparece la frustración, quizá sin intentar demasiado”, explicó Rougier.

“Hoy no hay tolerancia a la frustración”, coincidió la periodista, escritora y experta en vínculos, Valeria Schapira, al analizar los motivos por los cuales puede sobrevenir una ruptura, pero al mismo tiempo habló de un “avance en el sinceramiento de los vínculos, producto de los cambios en la dinámica social. Antes, generalmente la gente se quedaba toda la vida con la misma persona, en una pareja no nutritiva, ya sea por dependencia económica o lo que fuere. Ahora, uno se permite enamorarse varias veces en la vida, construir y reconstruir parejas si la que tenemos no es lo que deseamos”.

Los detonantes de una ruptura

Para la licenciada Gabriela Rougier, que a diario atiende problemáticas relacionadas con la vida en pareja, no hay dudas: la infidelidad es uno de los principales motivos de separación, “mucho más grave de lo que era antes”. 

“Si bien existe desde que se inventó el matrimonio, su significado ha cambiado. Como antes el casamiento era una empresa económica, quizá lo que se ponía en riesgo era la seguridad monetaria; hoy, una infidelidad pone en riesgo la seguridad emocional del engañado y la persona que la sufre puede experimentar síntomas de estrés, al sentir que su mundo se desmorona, que la persona que creía conocer ya no existe más”, advirtió Rougier.

La experiencia, aseveró la psicóloga, resulta “devastadora”, porque “se cae el acuerdo que existía con el otro, que ahora establece una conexión (física o emocional) con otra persona y comparte secretos con alguien que no soy yo”.

Para Valeria Schapira, en tanto, el maltrato  “es lo que más arruina al amor, pero también la deslealtad, la traición a los contratos de pareja, la intolerancia y la desvalorización”.

El psicólogo, sexólogo y escritor Bernardo Stamateas insistió en el nosotros: “Ese es el gran desafío. La dificultad de dejar el individualismo para armar la pareja en conjunto es lo que atenta contra las parejas, aunque también los celos, la violencia y la infidelidad”.

Vos, yo, nosotros

Bauman decía que, así como no se puede aprender a nacer o morir, tampoco es posible que se enseñe a alguien a amar. “Nadie puede aprender el inexistente aunque intensamente deseado arte de no caer en sus garras, de mantenerse fuera de su alcance. Cuando llegue el momento, el amor y la muerte caerán sobre nosotros, nos tomarán desprevenidos en medio de nuestras preocupaciones cotidianas”.

No obstante, Stamateas aseguró que se pueden reducir los “errores no forzados” si se piensa la relación desde la intimidad, pasión y compromiso, tal como postuló el estadounidense Robert Sternberg con su teoría “triangular” del amor. “Si hay compromiso pero nos falta sexo o pasión, o si tenemos mucho sexo, pero no proponemos un proyecto como la casa o los hijos, la pareja se desequilibra, entonces hay que cuidar este triángulo equilátero”, sostuvo el también panelista del reality Despedida de solteros (Telefe).

A ese triángulo debe agregarse el cuidado, en equilibrio con la pasión, entendiendo que la pareja “es el tercero que armamos los dos: el nosotros. Para eso hay que invertir tiempo, renovarlo, rescatarlo de la rutina cotidiana. Hay que pensar que es como una planta a la que hay que regar ”. Dar sin esperar nada a cambio, cuidar al otro y entregarse, según el autor de Gente tóxica, deben definir al amor que, a diferencia de la idealización del enamoramiento,“ve todo: virtudes, defectos y diferencias”.

¿Por qué se celebra hoy?

El onomástico de San Valentín, patrón de los enamorados, que se conmemora todos los 14 de febrero, se remonta a la época del Imperio Romano, aunque fue en el siglo XIX cuando comenzó a “comercializarse” como una tradición milenaria.

Durante la antigüedad, en Roma se celebraba una fiesta pagana dedicada a la fertilidad, llamada Lupercalia, durante la que las mujeres esperaban ser golpeadas con látigos hechos de piel de cabras y perros, mojados en la misma sangre de estos animales, ya que creían que este ritual les otorgaba fertilidad. Siglos más tarde, en el año 496, el papa Gelasius I prohibió la celebración e instauró el 14 de febrero como día de la fiesta de San Valentín.

En 1382, el escritor inglés Geoffrey Chaucer escribió un poema titulado Parlamento de los pájaros, en el que se menciona por primera vez al Día de San Valentín como una jornada de festejo para los enamorados. A partir de esos sonetos se comenzó a considerar el 14 de febrero como un día dedicado al amor.

En 1416, el duque francés, Carlos de Orleans, tras haber sido capturado en la batalla de Azincourt y encerrado en la Torre de Londres, escribió una carta de San Valentín a su esposa Bonne de Armagnac, siendo esta la misiva romántica más antigua que existe.

En la época “moderna”, hacia 1842, se comenzaron a vender tarjetas postales masivas con motivos de enamorados, y se las llamó “valentines”. La mayoría de ellas estaban ornamentadas con corazones o con cupidos. Y desde entonces, la fecha quedó fijada en el calendario como el día en que los enamorados (o los solteros ávidos de conquista) aprovechan a reconquistarse con románticos rituales que pueden incluir bombones o flores.  

Parejas 2.0

Para quienes llegan al Día de San Valentín solteros, las redes sociales o sitios de citas por internet pueden ser una alternativa, en tiempos en que los bares o cafés como lugares de primer encuentro parecen una práctica vieja del siglo pasado.

Para Valeria Schapira, que desde hace un tiempo se desem­peña como asesora en relaciones para Match.com, “los portales no son más que un puente para el encuentro cara a cara, porque más tarde o más temprano la cita real tiene que concretarse y yo insto a que suceda lo más breve posible”.

“Mientras antes había que esperar para que un amigo te presentara a alguien o tenías que ir al baile del barrio para conocer a tu futura pareja, ahora muchos sustituyeron ese paso por las redes. Cambió la forma del contacto, pero no la esencia”, aseguró Schapira, a la vez que consideró que “las nuevas tecnologías también te permiten rehacer tu vida y diría que han democratizado el amor”.

Para la psicóloga Gabriela Rougier, internet también posibilita “descubrir la mayoría de las infidelidades, porque hoy en día todos tenemos acceso a todo y es muy difícil tener un secreto. Pero al mismo tiempo, nunca fue tan fácil engañar como en esta época”.

Y en esa línea, Bernardo Stamateas concluyó que, si bien antes existía la infidelidad, “era más compleja de llevar a cabo. Con las redes, las posibilidades se multiplicaron”.

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