El desafío argentino con las frutas tropicales

Si el país quiere diversificarse y desarrollarse,  deberá mirar al pequeño productor, que apuesta a labores inéditas, sin tecnología alguna

Banana, palta, mango, papaya (también conocida como mamón), maracuyá, granada, kaki... La lista de frutas tropicales creció en las verdulerías y ferias de la zona, y más allá de  que hay que pagar para probar estas “vedettes”, la noticia es que cada vez son más los productores del norte argentino que se animan a implantarlas, a la espera de un negocio. Un factor clave es que en Jujuy, Salta y Tucumán hay un clima subtropical –en los ecosistemas de las yungas- que propicio el desarrollo de estos cultivos que precisamente por “el ambiente” no se dan en otras provincias. Pero que en el norte y durante todo el año atrae una importante cantidad de mano de obra como alternativa secundaria a una cien por ciento hortícola y citrícola.

En diálogo con Hoy, el agrónomo Carlos Aguirre, experto en la tematica y actual jefe del grupo frutihortícola de la Estación Experimental del INTA Yuto, sintetizó en una anécdota de la última Expo Agro cómo en la Argentina “desconocemos” que se ha abierto una fuente de empleo artesanal y familiar. “Hicimos degustaciones y tuvimos que explicarles, por ejemplo, que eso que comían no era melón sino mango. O cuando nos decían ‘ah, a ésta lo conozco, viene de Brasil’, yo les abría mi Notebook y le mostraba que las plantaciones están en el norte argentino” dentro de las economías regionales.

“Salvo la palta que puede tolerar hasta 4 º bajo cero, el resto no se banca ninguna helada”, explicó Aguirre, que pone en el pedestal de las de mejor comportamiento precisamente a la palta (originaria de México), el mango (de la India, con 400 hectáreas en el país) y el banano (brasileño, 3.200 hec.). Y este año fue un boom la papaya (nativa de la Amazonia, ya con 70 hec.). Además, el maracuyá surgió como gran novedad y su sabor crece en las heladerías y en los bares con tragos largos. Recién hay 5 hectáreas en total.

Las ciudades en donde más se ven estas producciones exóticas son las salteñas de Orán y de Colonia Santa Rosa, y las jujeñas de Yuto y de Fraile Pintado. 

El producto más extendido es el del palto (así se llama el árbol, siendo su fruto la palta), que se encuentra tanto en el norte como en Misiones, en la zona de Iguazú. Y en esa región (Corrientes y Misiones) hay frutos frescos de papaya, con los que se produce fruta abrillantada y postres regionales de papaya en almíbar. El lychee aún es un desafío estudiado por nuestros agrónomos. 

¿Cómo sustituir las importaciones?

Es la pregunta del millón. La ventaja de sustitución de importaciones no es apreciable por ahora, aunque según los especialistas “el gran desafío es evitar la exportación”. Nadie quiere apurarse y ampliar la poca superficie sembrada para no correr el riesgo de decir ¿a quién le vendo? “El camino es autoabastecerse y luego ver si puede enviar a Uruguay  o Chile, pero debemos ser cautelosos porque el país no pasa un buen momento económico”, agregó el técnico del INTA. Pero también llevan una contra sanitaria (“la mosca de los frutos” del norte) que les impide colocarla en el sur.

Por ahora, estas pequeñas producción abastecen al mercado interno y se exportan en un 30%. En tanto las importaciones siguen siendo altas, como la de bananas que llegan al Mercado Central desde Ecuador, Brasil, Paraguay e incluso Bolivia. Lo mismo que la papaya, del nordeste brasileño.

De San Pedro a La Plata

Un párrafo aparte para el kaki, con una variedad llamada fuyú. En el relevamiento las ubicamos en suelo bonaerense. Sí, una fruta asiática, de altos precios en Europa, pero made in San Pedro.  “Cuando no conseguimos kiwi, por recomendación de un ingeniero japonés plantamos kaki. ” le dijo a Hoy el productor Guillermo Malacalza. “Tenemos 400 plantas y no somos los únicos. Es cara, pero se venden despacio y bien”, reconoció quien ya envió a nuestra ciudad.