La historia de Ricardo Molinari

El platense que hace cuarenta años fabricó los juegos de 7 y 32

Las estructuras de hierro que construyó artesanalmente en su taller aún se mantienen en pie. Ni el desgaste por el uso, el vandalismo o las inundaciones pudieron derribarlas

Durante la década del 70, Ricardo Atilio Molinari, un ciudadano platense que hoy tiene 89 años, quiso hacer una obra de bien para los chicos de su querido barrio. Después de trabajar durante dos décadas como encargado de calderería en YPF, solicitó a la empresa que le entregara 100 metros de caños en desuso para fabricar juegos de plaza. Así, por varios meses aplicó en su taller los conocimientos en herrería que había adquirido mientras estudiaba en la Base Naval Isla Santiago para crear las hamacas, los subibajas y la calesita que todavía hoy, 40 años después, divierten a los más pequeños en la rambla de 7 y 32. 

“Los hice para colaborar con los chicos de la Escuela 102”, contó Atilio, y agregó: “Por ese entonces yo formaba parte de la cooperadora. Recuerdo que todavía no estaba conformado el jardín de infantes y que hicimos un relevamiento de los niños que había el barrio para instalarlo”. 

Molinari, que vive sobre la avenida 32, renueva día a día su orgullo por el trabajo realizado al mirar hacia la rambla y ver a los chicos -y a veces no tan chicos- disfrutar de sus juegos. 

“Me genera una emoción muy grande”, reconoció Atilio, y además aseguró que tuvo varios asistentes para el resguardo de las instalaciones: “Mis nietos se encargaron de cuidarlas. Decían que eran de ellos porque las había fabricado su abuelo”. 

Los juegos que construyó se mantienen aún en pie. Ni el desgaste por el uso constante, ni el vandalismo, ni las inundaciones más grandes que vivió la ciudad pudieron derribarlos. “Van a seguir”, aseguró confiado: “Hubo que cambiar las hamacas, pero la estructura continúa firme”.

Cabe destacar que, desde el momento en que los instaló, con la ayuda de la Municipalidad, hasta el día de hoy, Atilio se encargó siempre de su mantenimiento. Este herrero hoy jubilado destacó una constante que observó durante estas cuatro décadas: “A todos los gobiernos que pasaron les tuve que pedir bancos de plaza. Ahora quiero unos de cemento, fijos, para que nadie se los pueda llevar”. 

En sus años de juventud, Molinari no solo colaboró activamente con instituciones educativas, sino que también arregló sillas de ruedas gratis para PAMI durante casi una década. “Son pequeños gestos que en la vida te generan muchas alegrías y recompensas gratificantes”, valoró, y agregó: “Me levanto todos los días pensando en qué favor puedo hacer”. 

Viudo desde hace siete años, Atilio no encuentra motivos para quejarse. “Estoy tranquilo porque viví una vida muy linda y todavía tengo muchas ganas de seguir”, confesó.

A sus 89 años, alquiló su histórico taller de chapa y pintura y solo se dedica a la herrería para despuntar el vicio. Hoy por hoy, descansa y disfruta del tiempo libre. Por las mañanas, hace ejercicio para mantenerse en forma y por las noches, dos veces a la semana, va a los bailes que organizan en el club de abuelos. “Antes bailaba tango, pero ahora se usa la cumbia. Yo bailo todo, me encanta”, admitió. 

Enamorado de su ciudad, este herrero solidario concluyó: “Nací en La Plata y voy a morir acá. No tengo enemigos, solo amigos por todos lados”.

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