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Entrenar delfines: un trabajo peculiar

Desde hace más de diez años, una mujer dedica su vida al cuidado de los cetáceos en un acuario de Mar del Plata. En diálogo con este medio, contó los secretos del oficio y cómo logra generar el vínculo con los mamíferos 

Quienes hayan tenido oportunidad de ver la película Liberen a Willy, ya lo saben: el trabajo con animales marinos resulta fascinante. Lejos de la ficción, una adiestradora de un acuario de Mar del Plata le contó a diario Hoy los secretos de este oficio inusual. 

Ana trabaja en el lugar desde hace más de diez años, y en su extensa trayectoria le tocó entrenar a diferentes especies. Hoy, está abocada plenamente al cuidado de los delfines: “Estamos atravesando un momento muy especial, porque acaban de nacer dos cachorritos de delfín. Durante los primeros meses de vida, los recién nacidos viven pegados a sus madres. Ellas les enseñan a nadar, a respirar y a desempeñarse en el agua”, explicó. 

Pese a que la jornada laboral de Ana suele ser de nueve horas, ahora que se sumaron dos nuevos ejemplares pasa todo el día en el acuario : “Cuando estamos ante un nacimiento, las guardias son de 24 horas. Estamos con ellos para acompañarlos en lo que haga falta y poder presenciar este precioso momento. Nos encargamos de todo: de la alimentación, de la limpieza de la pileta, el entrenamiento y el cuidado”, contó la mujer. 

En relación a la alimentación de estos mamíferos, la entrenadora explicó que un delfín “tiene que comer doce kilos de pescado por día. Una mamá que está amamantando llega a comer hasta catorce. El pescado tiene que ser grasoso, por eso le damos jurel. Además, les damos pescadilla, porque le aporta agua”. 

Mejores amigos 

“El vínculo que tenemos es muy especial. Empieza a formarse desde el primer día de vida. Nosotros somos parte activa de su vida. A sus cuatro, seis u ocho meses empezamos a alimentarlos, y eso genera una relación, de confianza y amistad, que se forja para siempre”, precisó Ana. 

En torno a la difícil tarea de enseñarles las piruetas, afirmó que “el proceso de entrenamiento es muy gradual. Empiezan aprendiendo a comer de nuestra mano, después les presentamos las herramientas de trabajo y empezamos a transitar la etapa de socialización. Ellos, a través de la confianza establecida, nos permiten tocar todo su cuerpo. Más tarde aprenden a cantar, bailar, saltar. Todo es a través de la confianza, respeto y paciencia”. 

Aunque es cierto que los delfines comparten algunos patrones en torno a la personalidad, Ana consideró que cada uno de los animales que convive en el acuario tiene características propias: “Son muy inteligentes, sociables y empáticos”. Aunque, al igual que los seres humanos, “algunos tienen sus particularidades, y no a todos les gustan las mismas cosas”.

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