La aventura de un platense en el continente blanco

Nicolás Castillo, un marino de nuestra ciudad, se embarcó en un buque de la Armada para realizar una campaña de cien días por la Antártida, entre el frío y el desarraigo

La Antártida no es un terreno para friolentos. El 98% de los 14.000.000 km2 de superficie está cubierto de hielo. La temperatura media es de – 63 °C y, alguna, vez el termómetro supo alcanzar los – 89,2 °C. En esta tierra, donde no alcanzan tres pares de medias, camisetas térmicas ni gorros para abrigarse, Nicolás Castillo, un marino platense, participó de una campaña como ayudante del jefe de operaciones en el buque polar ARA Estrecho de San Carlos. 

El joven platense de 26 años zarpó de la Base Naval Puerto Belgrano el 26 de enero y, durante cien días, llevó adelante actividades para garantizar el desarrollo del aprovisionamiento logístico, transporte de personal y material, y salvaguardar la vida humana en los mares antárticos.

En su rol, las tareas específicas del teniente Castillo, según su designación militar, se basaron en planificar la hoja de ruta y, una vez en las bases antárticas, realizar las tareas de carga y descarga de materiales y víveres.

Según explicó, la experiencia en los hielos lo sorprendió. “La Antártida es como un botón de aprendizaje; tanto en prácticas de navegación como en camaradería y compañerismo”, destacó.

Uno de los momentos de este viaje que quedará grabado en sus retinas está vinculado con el día en que se topó en plena navegación con un campo de hielo a la vista. “Me había levantado a tomar la guardia, salíamos de la base San Martín hacia Decepción y vi que todo el mar estaba cubierto por bloques de hielos. Era algo gigante; fue algo que me llamó la atención porque de un momento a otro había cambiado el panorama. Así como ocurre con la Meteorología, había buena visibilidad y, de repente, neblina, bruma y viento”, recordó. 

En torno a los aprendizajes que trajo del profundo sur, Castillo explicó: “La experiencia de este viaje contribuyó a enriquecer mi carrera profesional y me va a ayudar para futuros desafíos. Compartiendo el día a día en la Antártida se fortalece la confianza en las relaciones”.

De City Bell al mundo 

Nacido en City Bell, Nicolás siempre simpatizó con el mar.  Tras completar sus estudios primarios en el Colegio San Blas y la secundaria en el Instituto Fray Mamerto Esquiú, en 2008 decidió inscribirse en la Armada Argentina. “Aunque no tengo familiares ni allegados en la Institución, siempre sentí un llamado por el agua y la vida militar”, expresó Castillo. 

Para que pudiera hacer carrera en la Armada, sus padres tuvieron que hacer un gran esfuerzo económico que hoy se ve reflejado en los progresos de su hijo. “Mi padre es empleado de comercio y mi madre, maestra jardinera. Ellos me apoyaron desde el primer momento, sabían que podía representar un buen futuro entrar en la Escuela”, explicó.

Apenas egresado como Guardiamarina, tuvo la oportunidad de comenzar a conocer el mundo. Entre sus mejores recuerdos se destacan el viaje de Instrucción Naval en la fragata ARA Libertad, el desfile de 8 kilómetros por la ciudad de México DF en el bicentenario de ese país y la navegación a bordo de una fragata escuela portuguesa. Sin embargo, todavía le quedan sueños por cumplir: “Me encantaría vivir la experiencia de participar en una misión de paz”, concluyó.

Noticias Relacionadas