Los padres que celebran por primera vez

Papás primerizos: el momento en que todo cambió

Tener un hijo es una experiencia transformadora y atravesarla conlleva dudas, miedos y alegrías. Tres padres de la región cuentan cómo la viven en carne propia 

Cuando una pareja espera su primer hijo entiende que su vida nunca más será como hasta entonces. Por lo general, tienen nueve meses para hacerse a la idea de que ya no serán solo dos. Ellas conocen a su hijo desde que lo llevan en el vientre. Ellos, en cambio, esperan el parto con ansias para tenerlo en brazos. Mientras tanto, dudan, imaginan, y temen. ¿Cómo viven los padres primerizos esta transformación? 

Pedro Blanco y Carolina Marinkeff supieron que iban a ser padres al tercer año de estar en pareja. “A veces, lo que no se programa sucede y termina siendo lo mejor”, reflexionó Pedro. Desde que supo la noticia, a este papá primerizo le afloraron miedos que ni siquiera sabía que existían: “Las preocupaciones iban desde cómo cambiar un pañal hasta cuestiones más filosóficas como, por ejemplo, si estaba preparado para educar a una persona”.

“Crear descendencia transforma totalmente la vida de los padres y del entorno familiar”, afirmó la pediatra y psicoanalista Felisa Lambersky de Widder. Según la especialista, los temores con que los padres llegan a la consulta tienen que ver con “la incertidumbre de esta experiencia totalmente nueva, imposible de aprender hasta que se la atraviesa”, afirmó. El hecho de que una persona dependa completamente de la asistencia de sus padres “genera una responsabilidad desconocida hasta el momento, lo que suele provocar mucho temor”, completó Lambersky. 

Ahora que Olivia tiene tres meses los temores de Pedro cambiaron: “Me da miedo que pase frío y, potencialmente, todo. Aunque trato de no volverme loco”. Junto a su esposa tratan de repartirse el cuidado de su hija, y eso lo ayuda a aprender más día a día, aunque ciertas cosas todavía se le escapan: “No diferencio cuál es la ropa para salir y cuál para dormir. Todavía no entiendo si el body combina con el pantaloncito y no sé qué es una ranita”, confesó. 

Cuando piensa en qué tipo de padre quisiera ser para su hija, Pedro no lo duda: “Quiero ser alguien del cual ella se sienta orgullosa y que en unos años me lo haga saber en alguna red social”. Lo que se dice, un padre del siglo XXI. 

Papá en la dulce espera

Para Fernando la llegada de Nina, prevista para dentro de dos semanas, es fruto de la consolidación de la pareja que forma con María José desde hace seis años. Cuando conoció la noticia, lo invadió un cóctel de sentimientos: “Alegría, miedo, confianza y un cosquilleo similar a enamorarse nuevamente”, describió. 

Desde entonces, para Fernando las cosas fueron cambiando gradualmente: “Empecé a preguntarme si iba a poder, si la plata alcanzaría, si tenemos la casa en condiciones. Creo que cuando lavamos la ropita y la colgamos por primera vez en la soga terminamos de entender  que ya nunca más estaremos solos”.  

En la cuenta regresiva hacia la fecha programada para el nacimiento, que será bajo la modalidad de parto respetado, Fernando se siente ansioso: “Solo quiero que llegue el día y que no importe nada más”. Cuando suceda, seguramente aparecerán nuevos desafíos. 

“La relación entre la madre y el hijo es dual y muy intensa”, afirmó la doctora Lambersky. “Eso suele provocar que el padre se sienta excluido. Para evitarlo es importante que los profesionales que atienden a la familia hablen de esta situación con la pareja, para que no haya celos y para que el hombre pueda encontrar la manera de incluirse”, concluyó la psicóloga. 

Lambersky valora que, actualmente, los padres participen cada vez más de la crianza de los hijos. “El niño tiene que saber que puede contar con los dos para que lo asistan, por eso es importante su presencia y lo que la madre le cuente al hijo sobre él, porque los niños entienden desde antes de poder hablar”, explicó. 

Mientras Fernando espera, no sabe qué modelo de padre le gustaría ser, pero lo imagina: “Sé que le voy a dar todo el amor del mundo sin esperar nada a cambio”.

Deseo de padre

Durante los cinco años que llevaban juntos antes de la llegada de Thiago, Héctor Magariños y Érica Di Marzo siempre hablaron sobre la posibilidad de tener un hijo. Comenzaron con chistes como “ojalá que no sea tan torpe como nosotros”, recordó Héctor. 

Su preocupación, por entonces, era cómo haría para ser papá: “Siempre me gustaron mucho los chicos de 3 años en adelante, porque a mi criterio se puede interactuar con ellos. Los bebés nunca me atrajeron, para mí eran feos al nacer y aburridos y por eso nunca había cambiado un pañal ni había dado una mamadera en mi vida”. 

Finalmente, cuando ambos se sintieron listos, ya no hizo falta hablar. “Asumimos más riesgos”, explicó Héctor. Y así llegó Thiago, que con seis meses y medio le hizo cambiar su opinión sobre los bebés. “Me gusta mucho bañarlo y lo disfruto. Jugamos un buen rato. Por lo general, no lo veo durante muchas horas y lo extraño. Por eso el baño es un momento lindo juntos”, contó. 

Aunque comparten buena parte de los cuidados del bebé, Héctor reconoce que, “al principio, Thiago necesita sobre todo a su mamá. Uno pasa a ser más un facilitador o alcanzador de cosas”. 

“La madre ocupa un rol fundamental”, explicó la doctora Felisa Lambersky. “El bebé conoce su ritmo desde que está en la panza. El padre debe intervenir en esa relación para que la simbiosis entre madre e hijo sea normal”. Según la especialista, suele ser frecuente que las parejas asistan a la consulta buscando ayuda para que el padre pueda incluirse en esa relación “y sentirse seguro”, afirmó. 

Héctor y Érica comparten el temor por saber si serán o no buenos padres. Él tiene cierta idea de lo que eso significa. “Quiero ser su compañero y un ejemplo para él. Me proyecto haciendo muchas actividades juntos. Como hijo varón espero que me acompañe a pescar, a ver películas, jugar con los ladrillitos y hacer deporte juntos. Ojala pueda encontrar el equilibrio entre que me respete y me considere además su amigo. Es difícil, pero me parece fundamental la imagen que mi mujer y yo le vamos a dar ”, detalló.

Los tres padres primerizos podrán tener diferentes dudas, pero coinciden en un deseo común para sus hijos: que crezcan sanos y, sobre todo, que sean felices. 

¿Por qué se celebra hoy?

El primer festejo del Día del Padre en la Argentina fue un 24 de agosto de 1958, en honor a José de San Martín, considerado padre de la Patria. Posteriormente, en la década de los 60, se modificó el día en el calendario y se resolvió que las celebraciones se realicen en el mes de junio.

Este año en particular, la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba) había solicitado al ministro de Producción, Francisco Cabrera, que adelantara el festejo para evitar que se diera en medio de un fin de semana largo, ya que ayer se conmemoró el Paso a la Inmortalidad del General Güemes, y el martes 20 es el Paso a la Inmortalidad del General Belgrano. 

Según un relevamiento realizado por la entidad, hasta ayer por la tarde las ventas por el Día del Padre registraban una caída del 3,4% con relación a igual fecha de 2016. Los rubros más perjudicados fueron el de perfumería, con una caída del 5%, y el de indumentaria, con un 4% menos de ventas respecto del año pasado.

Noticias Relacionadas