Se hace camino al andar

Dos jubilados platenses realizaron a pie el Camino de Santiago, una peregrinación que, además de su aspecto religioso, se trata de una gran proeza deportiva

El Camino de Santiago es una ruta que recorren peregrinos de todo el mundo para llegar a la ciudad de Santiago de Compostela, donde se veneran las reliquias del apóstol Santiago el Mayor. Este sendero milenario, rodeado de paisajes increíbles, tiene distintos recorridos y fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en el año 1993. Hasta estas tierras viajaron dos jubilados platenses para dejar su huella: María Esther Díaz González de 66 años, y su esposo, Héctor Osvaldo Quiroz, de 76. Juntos, como siempre, caminaron casi 200 kilómetros en diez días.   

Esta pareja, que comparte la vida desde hace 46 años, emprendió esta odisea en una nueva muestra de sus capacidades físicas y deportivas: él corre maratones desde su juventud y su esposa se entusiasmó con la actividad hace más de 15 años. “Salimos a caminar a diario y en cada carrera que aparece nos anotamos” dijo Héctor. “En la última que corrimos, ella salió anteúltima y yo último, pero no es fácil completarlas a esta edad”, dijo entre risas este jubilado. 

En relación a lo que significó la experiencia del Camino de Santiago, que duró diez días en los que, por jornada, la pareja recorrió más de 20 kilómetros, María Esther dijo: “Fue un sacrificio enorme y lo sufrí mucho. Cuando llegamos a la meta, dije que no lo volvería a hacer nunca más en mi vida, pero Héctor me insiste para recorrerlo nuevamente. Por la satisfacción que representa llegar creo que pronto lo voy a acompañar de nuevo”.   

Con bastones que facilitaron la tarea, y llevando a cuestas mochilas que pesaban más de diez kilos, esta pareja tuvo que sortear las dificultades que el camino le puso. “Había bajadas muy empinadas que tuve que hacerlas sentado, porque era muy peligroso”, dijo Héctor. “Por momentos tuve que esperarlo, él es un hombre mayor”, agregó riendo María Esther.   

Encontrarse con uno mismo

Se dice que los peregrinos que recorren las sendas del Camino de Santiago van tras el autodescubrimiento. Así como las rutas que conducen a Santiago son muchas, también son múltiples las vías para el hallazgo de uno mismo. Este matrimonio platense no estuvo ajeno a esta cuestión. “Es estar en pleno contacto con la naturaleza y nada más. Es una paz que te limpia la mente ”, dijo Esther. Héctor también vivió una experiencia particular: “ Caminar tanto tiempo, desenchufado, entre las flores silvestres y los trigos es muy movilizante. Llegar es muy fuerte”. 

Para poder moverse de un pueblo a otro, este matrimonio comenzaba a caminar a las seis de la mañana y terminaba a las 4 de la tarde. En los albergues de cada nuevo destino, y también durante todo el trayecto, se hicieron de grandes amistades. “Aunque llegábamos muertos, pudimos conocer mucha gente y divertirnos mucho”, dijo Esther y agregó: “Eso sí, a las diez de la noche ya estábamos todos durmiendo”.  

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