Sincronización entre el sueño y la vigilia: un hallazgo clave

El descubrimiento fue realizado por científicas argentinas y podría contribuir al estudio de diferentes patologías

El día y la noche. La hora del sueño y la de la vigilia se sincronizan en todos los organismos vivos a través de “relojes biológicos” alojados en células de todos los tejidos. Los principales son los que se encuentran en grupos neuronales del cerebro.

Pero, ¿cómo se logra esa armonía? Según la respuesta a la que llegaron científicas argentinas del Conicet, la clave está en la glicina, un neurotransmisor que actúa como batuta para sincronizar a la “orquesta” que forman los distintos relojes circadianos del cerebro. El trabajo es tapa de la destacada revista internacional Cell Reports.

“Los resultados de nuestro trabajo son contundentes. Demostramos que la glicina resulta crucial para mantener la coherencia de la red circadiana”, indicó sobre el estudio publicado en la mencionada revista internacional, la Doctora Fernanda Ceriani, jefa del Laboratorio de Genética del Comportamiento, del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (Conicet/Instituto Leloir).

Junto a la coautora del trabajo, Lía Frenkel, y un nutrido grupo de expertos, Ceriani experimentó con la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster), que tiene apenas 200.000 neuronas, frente los miles de millones que tiene el cerebro humano. 

Con este trabajo se pudo demostrar que el “reloj central de la mosca, actúa como un director de orquesta que se apoya, como mínimo, en dos batutas: un neuropéptido llamado PDF, que opera como regulador de la sincronización diaria, y la glicina como neurotransmisor inhibitorio, que calla de manera transitoria otros diferentes relojes, para que el conjunto suene armoniosamente”, precisó Ceriani.

Ahora, luego de advertir la presencia de la glicina en la mosca de la fruta, las investigadoras esperan acelerar la investigación básica, no solo de los relojes biológicos, sino también de distintas enfermedades provocadas por la disfunción de esta vía, como la hiperplexia (o enfermedad del sobresalto) y encefalopatía por glicina. 

Del mismo modo, los estudios pueden contribuir a comprender mejor cómo participa este neurotransmisor en la transferencia del dolor y conducir así al diseño futuro de analgésicos más eficaces.

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