Valioso aporte de científicos locales en el fin del mundo

Desde 1984, la UNLP puso un pie en la Estación Astronómica de Río Grande, el observatorio más austral del planeta. Allí, platenses monitorean la rotación de la tierra y el movimiento de los polos

Por estos días, a casi 3.000 kilómetros de nuestra ciudad y con temperaturas muy bajas, científicos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) emprenden una tarea vital: monitorean la rotación de la tierra y el movimiento de los polos en la Estación Astronómica de Río Grande (EARG), en Tierra del Fuego, el observatorio más austral del planeta. 

Desde la década de 1980, llegaron hasta aquel lejano paraje investigadores formados en la Universidad de nuestra ciudad. En 1984, se puso en marcha el ambicioso programa de Geodesia Satelitaria, que permitió resolver problemas regionales que necesitaran la definición y materialización de sistemas de referencia terrestres. En el marco de ese programa, se hicieron mediciones Transit (primer sistema de navegación por satélite) a propuesta de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP.

Pero la participación de los especialistas de nuestra ciudad no terminó allí: en 1999, la EARG inauguró una estación sismológica en Estancia Despedida, 40 kilómetros al oeste de Río Grande; en 2003 otra en Termas del Río 

Valdez y en el 2006 una más en Bahía El Torito (Lago Fagnano). Las tres estaciones forman parte de un proyecto que dirige la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas (FCAG) de la UNLP.

El karma de vivir al sur

La EARG fue fundada en 1979 y está ubicada en un puesto de cielos despejados, propicio para el estudio de los astros. En su fundación participaron además el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, el Servicio de Hidrografía Naval, el gobierno del entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego y el Observatorio de Besancon (Francia). Hoy en día, el complejo es uno de los centros en el mundo dedicados a registrar y medir el movimiento de la tierra.

En los albores de 1980, científicos y técnicos pioneros tuvieron que afrontar varias dificultades para poner el complejo en pleno funcionamiento. Lo lograron cuando promediaba aquella década y comenzó a operar el emblemático Astrolabio de Danjon, operado por observadores astronómicos de la EARG. Su labor se prolongaría por más de veinte años.

El jefe del Observatorio, José Luis Hormaechea, recordó que: “El principal instrumento instalado en ese momento fue un modernizado astrolabio de Danjon, que se trata básicamente un telescopio refractor dispuesto horizontalmente, al que se le coloca un prisma equilátero delante del objetivo. Un baño de mercurio debajo del prisma hace que se produzcan dos imágenes de cada estrella observada. Cuando estas imágenes coinciden, la altura del astro sobre el horizonte es igual al ángulo efectivo del prisma. Después de la segunda Guerra Mundial, el astrónomo francés André Danjon desarrolló, a partir del astrolabio clásico, este ingenioso instrumento minimizando los errores de apreciación del observador”.

Cada noche de aquella despejada estepa fueguina, se fueron haciendo observaciones más allá de cualquier sensación térmica. Y con el paso de los años, esas tareas realizadas desde Río Grande se sumaron a las de otros observatorios del mundo y permitieron calcular la posición del polo y las irregularidades de la rotación del planeta. Por otro lado, se acumularon datos que permitieron mejorar las posiciones de los catálogos estelares en el hemisferio sur. Hoy en día, el Observatorio de la UNLP en Río Grande también ofrece a la comunidad educativa la posibilidad de asistir a charlas y visitas.

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