Al macrismo se le agota el tiempo

El tiempo de gracia que la sociedad le dio al Gobierno nacional, tras recibir la pesada herencia que dejó el kirchnerismo, llega a su fin. Y ya no admite más prórrogas. 

Luego de once meses desde que ocupa el sillón de Rivadavia, Macri dejó bien en claro a quién busca favorecer su política económica, que en definitiva es la matriz de cualquier administración gubernamental. Nos referimos, concretamente, a los bancos y a los grandes usureros internacionales, que siguen sin pagar im­puestos por la fabulosa renta financiera que obtienen sin ningún tipo de control en territorio argentino; y a las megamineras de capital transnacional, que sacan recursos naturales no renovables de nuestro territorio y fueron beneficiadas por la administración macrista con una inusitada baja en las retenciones, medida que se hizo extensiva también a los grupos sojeros hegemónicos. A ello se le suman los tarifazos que favorecieron a las mismas corporaciones que, durante el kirchnerismo, administraron cifras multimillonarias en subsidios y tuvieron -y siguen teniendo- el control monopólico de los servicios públicos en nuestro país.

Pese a que la conducción unificada de la CGT no es del todo representativa de los reales intereses de los trabajadores, el contundente mensaje que ayer dio el movimiento obrero organizado frente al Congreso, junto a numerosas organizaciones sociales, fue una clara muestra de la insatisfacción popular. Y del hartazgo existente ante una situación social que empeora cada día, producto de las decisiones de un gobierno que de forma sistemática ha elegido el camino del ajuste. Por eso, en lo que va de 2016, más de 1,4 millones de compatriotas engrosaron las filas de la pobreza. Y en los últimos meses se pulverizaron alrededor de 127.000 puestos de trabajo en el sector privado, según consta en los propios registros oficiales de la AFIP y del Indec. Eso no es todo: la enorme mayoría de las pymes están con la soga al cuello y se calcula que cerraron alrededor de 7.000 comercios, dando cuenta que la recesión ha calado muy profundamente.

Para entender lo que está sucediendo, basta con analizar los lineamientos generales de la actual política económica. La apertura generalizada e indiscriminada de importaciones y las elevadas tasas de interés impuestas por el Banco Central que conduce el neoliberal 

Federico Sturzenegger, como única medida antinflacionaria, está provocando que las pymes y los sectores productivos estén al borde del abismo. No es para menos: las políticas económicas del macrismo están inspiradas en el más rancio neoliberalismo. Este tipo de recetas ya se utilizaron en el pasado y siempre fracasaron, provocando en no pocas ocasiones enormes revueltas sociales. 

Ahora bien, no todos los sectores cargan con el mismo peso del ajuste. Por ejemplo, las distribuidoras eléctricas, manejadas por un pu­ñado de empresarios inescrupulosos amigos del poder de turno, acaban de recibir un regalo de Navidad por adelantado de parte del Gobierno nacional. Macri les condonó una deuda de más de 19.000 millones de pesos con la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa), cuya mayoría accionaria está en manos del Estado.

Una de las compañías favorecidas por este “perdón” es Edelap (la deuda con Cammesa asciende a 1.780 millones), la empresa más cuestionada por los platenses que viene de amasar una ganancia de más de $400 millones en tan solo un trimestre, producto del aumento tarifario. Hasta el momento, esta transferencia fenomenal de recursos no se tradujo en ninguna mejora del servicio: los cortes de luz se repiten días tras días, y suelen ser masivos cuando sube la temperatura.

Suele decirse que una crisis es, al mismo tiempo, una oportunidad de cambiar, de corregir el rumbo. El Gobierno nacional aún está a tiempo de pegar el volantazo. Pero, para ello, necesariamente deberá cambiar las prioridades. Esto significa dejar de favorecer a los sectores concentrados de la economía y apuntar sus políticas a generar las condiciones para emprender un camino de desarrollo sostenido que permita ponerle un freno al crecimiento de la pobreza mediante el trabajo genuino y la producción.  

Mensaje contra el kirchnerismo

“El pueblo trabajador no fuga capitales ni revolea bolsos con millones”, afirmó ayer Juan Carlos Schmid al cerrar la multitudinaria marcha de la CGT y los movimientos sociales en reclamo de la aprobación de la Ley de Emergencia Social en la que hubo fuertes críticas a la política económica de Mauricio Macri. El mensaje estuvo dirigido también hacia el kirchnerismo, teniendo en cuenta el escándalo que significó lo ocurrido con el exsecretario de Obras Públicas de la Nación, José López, quien terminó preso luego de haber sido encontrado en un convento revoleando bolsos con casi 10 millones de dólares.

El sindicalista, uno de los integrantes del triunvirato de la CGT, sostuvo esta tarde que “está crujiendo el tejido social de la Argentina” y advirtió que si el Gobierno vetara la ley de Emergencia Social y Alimentaria, habrá un “escenario de mayor conflicto”.

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