Crisis en el aire: despidos en Aerolíneas Argentinas

Tras el caos de las vacaciones de invierno, cuando las cancelaciones y demoras en los vuelos afectaron a más de 30 mil pasajeros, la compañía que preside Mariano Recalde cortó las cabezas de gerentes intermedios, sin llegar a la plana mayor de directivos. “Los problemas seguirán”, advierten los especialistas 

En largas colas. Sentados sobre sus maletas. Mirando los aviones detenidos, indignados -según decían en aquellos días- “por este país, este gobierno y esta empresa que se nos caga de risa en la cara”. Esa postal caótica marcó el inicio de las vacaciones de invierno, cuando más de 30 mil pasajeros sufrieron en carne propia los inconvenientes que Aerolíneas Argentinas (AA) registró en unos 300 vuelos, con cancelaciones y demoras de hasta cinco horas. Fue tal el descalabro, que AA decidió suspender la venta de pasajes hasta el fin del receso invernal.

Entonces, la compañía que preside el camporista Mariano Recalde negó irregularidades y alegó que el servicio estaba “normalizado”. Un mes más tarde, acorde al letargo que protege a los negocios del kirchnerismo, comenzaron a volar las primeras cabezas, chivos expiatorios de carrera, “sin perjudicar a ningún amigo de Recalde”, explicó, ante una consulta de Hoy, Franco Rinaldi, licenciado en ciencias políticas y  autor del libro Aerolíneas Argentinas. 2000 días de pérdidas.

Los amigos no se tocan

Porque lo que hubo fue un recorte discrecional que, no obstante, no logra camuflar “la mala programación de los vuelos; la falta de gestión y profesionalismo , porque desde Recalde (que cuando asumió en julio de 2009 era un abogado sin experiencia en el sector) para abajo, todos son militantes de La Cámpora con sueldos altísimos; y el déficit de una empresa que, pese a los millonarios fondos que le transfiere el Estado, pierde alrededor de U$S 2 millones por día; 700 millones cada año”, enumeró Rinaldi.

En concreto, Oscar Segura fue desplazado de la gerencia de programación de vuelos, un cargo de la tercera línea gerencial de la aerolínea de bandera, y estarían tratando de reubicarlo en otra área; lo mismo ocurrió con Gustavo Cristoforetti, a cargo del comando operativo de Austral; también se le está buscando un nuevo puesto a Elio Chaieb, gerente de Relaciones Laborales; en cambio, el mexicano Guillermo Peña, gerente de programación y planeamiento de redes, fue directamente despedido. 

Pero, tal como afirmó Rinaldi, “no se tocó a Juan Núñez Aguilar”, director de planificación estratégica y amigo de Recalde que, “como su cargo no está en juego, hace cualquier cosa”. 

Malos aires

Así, “la crisis continuará”, opinaron los especialistas consultados por nuestro diario. Porque, aún trabajando a pérdida, los altos directivos de la empresa se saben impunes con el kirchnerismo: si la calidad del servicio es mala o si el vuelo queda al mando de una vedette pulposa, la culpa no será de la plana mayor, sino de algún empleado menor.

Sobre todo, a partir del último premio de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), que resolvió que ni AA ni Austral afronten multas o juicios ejecutivos. Un bálsamo más para Recalde, que, entre el caos aéreo y su derrota en las elecciones porteñas, ya siente como una ironía hablar de “buenos aires”.