Crisis: la bala que mató a Favaloro

Se cumplieron 15 años del fatídico fallecimiento del eminente cardiocirujano que, agobiado por las deudas que enfrentaba su fundación y ante el silencio oficial, terminó con su vida de un disparo al corazón. “Ser honesto, en esta sociedad corrupta, tiene su precio”, se despidió, con unas palabras que reverberan hasta hoy

Ayer se cumplieron 15 años del desenlace fatal del Dr. René Favaloro, y el recuerdo devuelve el sabor amargo de ese fatídico sábado 29 de julio del año 2000, radiografía de una época crítica de la Argentina que,  en muchos aspectos, aún tiene vigencia.

Favaloro, que se había iniciado desde muy abajo, en el seno de una familia del humilde barrio El Mondongo de nuestra ciudad; que ingresó a la Facultad de Medicina de la UNLP a fines de los años ’30; que fue médico rural en Jacinto Aráuz, un pequeño pueblo de La Pampa, sabía de dificultades, y las asumía para enfrentarlas.

Jamás despreció sus orígenes; ni siquiera cuando, como incansable lector e investigador  viajó a la prestigiosa Cleveland Clinic de Estados Unidos para especializarse. Desde allí, su prestigio comenzó a trascender fronteras, sobre todo desde 1967, cuando desarrolló el bypass coronario con empleo de vena safena. Pero, pese a los lauros y su eminencia, se sentía extranjero lejos de Argentina, y en 1971 decidió regresar; aportar a su comunidad, nada menos que con la creación de la Fundación Favaloro en 1975, que contribuyó a elevar el nivel de la especialidad en beneficio de los pacientes.

Una lucha contra la corriente

Pero hace 15 años, ese emprendimiento médico de excelencia que había creado este doctor formado en el campo y nacido en uno de los barrios más postergados de La Plata, acarreaba una deuda de 18 millones de dólares, lo que lo ponía al borde de la quiebra.

Hundido en una profunda depresión, avergonzado y agobiado por el impasible silencio oficial, vio como única alternativa encerrarse en el baño de su casa y dispararse al corazón, que tan bien conocía.  ¿Cómo nadie salvó al hombre que aportó tanto al conocimiento y a la salud  en nuestro país? ¿Cómo pudo el Estado arrojar esa bala? “Estoy desesperado”, le advertía el especialista, un día antes de su muerte, al entonces presidente Fernando de la Rúa, en una carta en la que le pedía ayuda para obtener fondos de salvataje.

“Estoy cansado de luchar y galopar contra el viento, como decía Don Ata”, agregaba en otra de las siete cartas de despedida, y sentenciaba: “Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida, la fundación tiene graves problemas financieros. En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir”.

El precio de la honestidad

Entre otras dificultades, la Fundación reclamaba cerca de dos millones de dólares adeudados por el PAMI, la obra social entonces encabezada por el electo jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.

“Envié cuatro cartas solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!). Todavía estoy esperando respuestas. Manejan miles de millones, pero para una institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro país y toda Latinoamérica, no hay respuesta”, imploraba una de las mayores eminencias del país, al tiempo que se preguntaba: “¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente? Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta, tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar”.

Esas líneas, escritas hace más de una década, duelen hasta hoy, en un país que no deja de tropezar con las mismas piedras. Quizá valga como consuelo evocar el pedido de Favaloro: “Recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando, por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco”.

Homenajes en La Plata

En el mediodía de ayer se realizó una radio abierta en el “Paseo Dr. René Favaloro” ubicado en el Bosque, frente a la cancha de su amado Gimnasia.

Más tarde, se llevó a cabo la inauguración del Anfiteatro construido en el mismo paseo, y que también llevará su nombre .

En otro emotivo acto, al que acudieron familiares, colegas y amigos, se realizó una misa en la Iglesia San Antonio de Padua.