Echegaray: no aclares que oscurece

El polémico titular de la AFIP volvió a hablar de los vínculos de los Kirchner con el empresario Lázaro Báez y la embarró aún más. Dijo que “sólo mantienen relaciones comerciales”. Radiografía de las pruebas que demuestran la sociedad

Cualquier persona racional si ve un animal de cuatro patas, que mueve la cola y ladra, no dudará al afirmar que se trata de un perro.  Es lógica pura. Ahora bien, si la pregunta está dirigida a algún kirchnerista implicado en algún caso de corrupción, la respuesta podría ser de lo más desopilante.

Ocurre que, en la recta final de gestión, el kirchnerismo carece de toda racionalidad. Así es como el inefable titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, luego de haber afirmando que la presidenta Cristina Fernández “no son socios”, ayer salió a hablar nuevamente para agregar que el empresario y la primera mandataria “mantienen relaciones comerciales”. ¿Cuál es la diferencia? Prácticamente ninguna. El kirchnerismo solamente busca confundir a la opinión pública con un juego de palabras.

Durante su alocución, Echegaray también intentó diferenciar lo que significa una “sociedad” del hecho de “mantener relaciones comerciales”.  En rigor, hizo un verdadero papelón. Es la propia realidad, que constituye la única verdad, la que se encarga de mostrar los hechos claros y concretos. Por ejemplo, la jefa de Estado y Báez compartirían un condominio sobre un terreno de 87.000 metros cuadrados en El Calafate.

También tendrían un complejo de diez departamentos que el empresario construyó en la calle Mitre, de Río Gallegos, a través de un fideicomiso. A ese emprendimiento se suman dos grupos de departamentos más. Uno sobre la calle Alvear y otro sobre la calle Mariano Moreno, también en la capital de Santa Cruz. Este último proyecto se construyó en un terreno de los Kirchner que sirvió para luego alquilar esos departamentos y alojar allí a gerentes de sus empresas.

Lázaro Báez es investigado en la Justicia por lavado de dinero y también está sospechado de utilizar facturación apócrifa para evadir impuestos. De hecho, el propio Echegaray lo reconoció en una conferencia de prensa.

Las relaciones entre Cristina y el empresario incluirían además la compra por parte de Báez de al menos nueve departamentos, casas y terrenos a los Kirchner en sólo un año, que terminaron bajo el dominio de Austral Construcciones, la nave insignia del imperio empresario que comanda Lázaro que, durante la era K, pasó de ser un simple empleado del Banco de Santa Cruz a tener un patrimonio millonario.

En tanto, la constructora Epelco –propiedad de Báez- compró también la casa que Kirchner había adquirido en el centro de Río Gallegos en 2003.

Otra firma de Lázaro,  Valle Mitre SA, se encargó de otro rubro: administró los hoteles de la familia presidencial, a los que alquiló más de 1100 habitaciones por mes, durante años, sin usar esas reservas, pero generándole ingresos multimillonarios.

Báez también construyó la bóveda de Río Gallegos en la que se encuentran los restos del ex presidente y aún figura como uno de sus acreedores. Es por un monto bajo, 12.460 pesos, pero se mantiene así desde hace años, sin sumar intereses ni bajar el monto.

Ante semejante cantidad de pruebas, ¿alguien puede creer que la relación entre Cristina y el empresario K es parecida a la que puede tener un almacenero de barrio y un repartidor de gaseosas?

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