El análisis de la perito Silvia Laura Catera

El drama social del abuso sexual infantil

Una perito experta en la materia explicó cómo se produce la relación de poder del violador sobre un niño, y las consecuencias traumáticas que genera. Cómo se aplican las técnicas para abordar a los damnificados

Silvina Laura Catera se de­sempeña como perito especializada en abuso sexual infantil en la Policía Judicial de la Procuración General bonaerense. Creó un espacio acorde a la temática, donde entrevista a los niños e implementó una técnica que le dio muy buenos resultados.

En diálogo con Hoy, la psicóloga explicó que la violación a menores ocurre cuando “una persona con poder (el abusador) está en una situación de superioridad sobre la víctima, a la cual le impide el uso de su libertad”.

“En este caso, la coacción (es decir, la violencia psíquica o física ejercida contra una persona para obligarla a realizar algo en contra de su propia voluntad) se produce por la existencia de amenazas o porque hay seducción”, sostuvo la licenciada en Psicología. 

Además, agregó que “los casos más dramáticos se producen cuando la relación abusiva es totalmente erotizada, es decir, cuando se introducen maniobras abusivas en las que, a través del juego o de canciones, realiza actos en la zona íntima de la víctima que no producen dolor ni lesión”. “Entonces, el niño pierde la capacidad de experimentar la situación abusiva como víctima”, sostuvo Catera, ya que “no entiende lo que está ocurriendo debido a su inmadurez mental. Esto puede provocar consecuencias catastróficas para su vida adulta. Si la relación abusiva no se corta, podría ocurrir que el niño se identifique como cómplice del abusador, y esto comportaría corrupción psicológica, porque se altera el normal desarrollo evolutivo de la criatura”.

Por otra parte, la psicóloga señaló que los abusadores tienen distintos modus operandi para atrapar a sus víctimas. Entre los mismos destaca que el agresor hace “que la víctima se crea que es la única beneficiaria o la única sacrificada del grupo familiar. Paulatinamente el abusador se apropia del descubrimiento que el niño hubiera hecho de su sexualidad, de las emociones que procuran sensualidad y el afecto inocente”.

“En la relación de abuso sexual, el niño carga con la responsabilidad del secreto que le proyecta el abusador al impartirle amenazas para mantenerlo callado. Las mismas por lo general son de muerte, llevando al niño a una situación de entrampe sin escapatoria, haciendo que todo intento de defenderse se vuelva en su contra. El victimario manipula el poder y carga a la criatura con la responsabilidad del secreto”, señaló la perito. 

Finalmente, agregó que “frente al desamparo e indefensión que provoca la relación abusiva al menor, a este no le queda otra opción más que aceptar esa situación”.

El trauma generado en las víctimas

Silvina Catera también se refirió a los efectos que producen los abusos en los niños. La experta detalló que “estos traumas ponen en duda las relaciones básicas humanas: rompen los vínculos de familia, amistad, amor y comunidad; destrozan la construcción del ser que se forma: violan la fe de la víctima y la condenan a un estado de crisis existencial”.

“Los acontecimientos traumáticos tienen efectos no solo sobre las estructuras psicológicas del yo (del niño), sino también sobre los sistemas de vinculación y significado que unen al individuo con la sociedad. Destruyen los conceptos fundamentales de la víctima sobre la seguridad, su autoestima, y el sentido de la vida”, añadió la perito.

En este sentido, Catera explicó cómo se desarrolla la pisque de las personas desde la infancia, ya que “el sentido de seguridad o confianza básica se adquiere en los primeros tiempos de vida mediante la relación con el primer cuidador, y sostiene a la persona a lo largo de su ciclo vital”.

“En la violación, el propósito del ataque es precisamente demostrar un desprecio hacia la autonomía y la dignidad de la víctima. Ello produce vergüenza, que es una respuesta a la indefensión, a la violación de la integridad física y la indignidad sufrida a ojos de otra persona; el daño a la autoestima que provoca el abuso deja a la víctima vulnerable a la aparición de sentimientos de culpa e inferioridad. Los traumas frustran la iniciativa y destrozan la competencia individual. No importa lo valiente y lo llena de recursos que esté la víctima; sus acciones fueron insuficientes para evitar el desastre. Después del trauma, las víctimas suelen revisar y juzgar su propia conducta, y los sentimientos de culpa y de inferioridad son prácticamente universales. La violación invierte el sentimiento de culpa, siendo las víctimas las que cargan con ese sentimiento y no el victimario”, detalló Catera.

Las técnicas de peritaje y de interrogación

La profesional comentó que las técnicas de interrogación a los niños que utiliza son las que establece Unicef. 

En este marco, se destaca un arduo trabajo que llevó a cabo entre fines de 2012 y principios de 2013 en una violación colectiva que sufrió en Saladillo Agustina Giménez cuando tenía 14 

años. Catera recordó que la adolescente estuvo tres meses internada en estado crítico a raíz de los abusos y los golpes recibidos en la cabeza.

“Fue un camino de hormiga el que hice, porque ella no quería hablar”, mencionó la profesional. Un grupo de psicólogas había entrevistado a la joven sin éxito, hasta que ella empezó a asistirla, y lo primero que notó fue que la menor se negaba a comentar un acontecimiento traumático anterior al abuso, por lo que no le preguntó sobre ese tema y se abocó solamente a la violación sufrida. Entonces, la muchacha le contó con nombre y apellido quiénes la habían atacado, ya que había generado empatía con la profesional.

Además, Catera acondicionó una habitación que queda frente a su oficina. Mandó a pintar el lugar de distintos colores, compró peluches, coloridas butacas y elementos de dibujo, para generar confianza con los niños y estos puedan expresarse.

Por otra parte, la psicóloga hizo un descargo respecto de su trabajo a raíz de comentarios descalificadores de peritos que trabajan en representación de los acusados. “Las consecuencias que actualmente estoy atravesando debido a mi labor pericial son las que padecemos la mayoría de los profesionales y operadores del sistema judicial que trabajamos en causas de abuso sexual”, sostuvo la experta. 

“Algunas formas muy violentas con las que se pretende inhibir el quehacer profesional son el agravio y la injuria a través de la violencia mediática, burdas descalificaciones sin conocimiento genuino de la práctica profesional en este campo forense”, finalizó.

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