EN FOCO

El kirchnerismo en extinción

Diversos estudios científicos afirman que hace unos 65 millones de años un cometa o un asteroide hizo que se extinguieran los dinosaurios, la especie que había dominado el planeta durante 200 millones de años. El kirchnerismo, el fin de semana, sufrió un impacto similar pero, en lugar de provenir de un objeto caído desde el espacio exterior, llegó desde cada rincón de la Argentina. Fue un verdadero aluvión de votos que sepultaron las aspiraciones hegemónicas tanto de Cristina Kirchner como de sus funcionarios aplaudidores. Eso no es todo: el resultado del balotaje llevará a que muchos de quienes estuvieron al frente del poder político, durante la última década, pasen a retiro. Esto incluye, obviamente, al propio Daniel Scioli, la cara visible de la derrota del domingo pero que, cabe destacar, no fue el único responsable.

A partir del 10 de diciembre, personajes corruptos como el multiprocesado vicepresidente Amado Boudou, el denunciado ministro de Planificación Federal, Julio De Vido; y el corrupto titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, dejará de preocuparse de la gestión gubernamental y deberán centrarse en lo que suceda en la Justicia. Todos ellos, seguramente, desfilarán por los tribunales, acusados de graves delitos en el manejo de la cosa pública. Algo similar le puede ocurrir a CFK si avanza la causa Hotesur que, gracias a la labor de la diputada Margarita Stolbizer, incluye pruebas contundentes acerca de cómo la familia presidencial se habría enriquecido indebidamente durante la mal llamada década ganada, utilizando negocios hoteleros, en sociedad con el empresario Lázaro Báez, sospechado de actuar como testaferro.  

La historia del justicialismo demuestra que aquellos que sufrieron una derrota, como las del domingo pasado, nunca pudieron recuperarse y terminaron en el ostracismo o, en el mejor de los casos, cumpliendo un rol secundario en la política nacional. Así le ocurrió a Italo Luder cuando perdió frente a Raúl Alfonsín en 1983; a Antonio Cafiero cuando cayó frente a Carlos Menem en la interna presidencial del PJ en 1987; y al propio Menem cuando decidió bajarse del balotaje en 2003. También Eduardo Duhalde pasó a ser un actor de reparto tras la derrota electoral que sufrió su esposa en los comicios legislativos de 2005 en la provincia de Buenos Aires. Todo indica que Cristina Kirchner no será la excepción, en la nueva etapa que se inicia a partir del 10 de diciembre. Si algo ha caracterizado al PJ, en las últimas décadas, es su pragmatismo. Los gobernadores e intendentes que conservan los votos, y el control territorial, tienen y tendrán como prioridad su propia supervivencia, algo que está atado a los recursos que administrará Mauricio Macri a nivel nacional y María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires.

En ese escenario, todo indica que en el peronismo surgirán nuevos liderazgos. El joven salteño Juan Manuel Urtubey, que es uno de los mandatarios provinciales del PJ con mayor nivel de adhesión en su provincia y que ha sabido diferenciarse del kirchnerismo en reiteradas ocasiones, asoma como uno de los principales referentes del interior. Y hasta podría ser la cara visible de la reconversión que necesariamente habrá en el justicialismo del interior del país, un partido repleto de prácticas feudales. Los caciques partidarios, que ya no tendrán ningún tipo ligazón económica con la presidenta saliente, a la que le rendían pleitesía para no quedarse afuera en el discrecional reparto de recursos federales, deberían reconvertirse o también desaparecerán como los dinosaurios K.

El peronismo cordobés, que tiene como principales referentes a José Manuel de la Sota y al gobernador Juan Schiaretti, también aparece con proyección nacional. Desde hace años, tanto De la Sota como Schiaretti han marcado profundas diferencias con los K. Es más, hasta llevaron al gobierno nacional a la Justicia por el retraso en el envío de fondos y las deudas previsionales. Esto se tradujo en un contundente rechazó que tuvo el kirchnerismo en esa provincia, donde Macri cosechó más del 71% de los votos.

En este nuevo escenario, el tándem De la Sota-Schiaretti seguramente intentará reformular la alianza que tienen con Sergio Massa. Ocurre que Massa quedó como un simple diputado nacional y su fuerza política (el Frente Renovador) apenas maneja un puñado de municipios. Es decir, carece del necesario espacio territorial que requiere un dirigente con posibilidades reales de ocupar el sillón de Rivadavia.

El futuro del PJ

Mucho se habla, por estas horas, de las eventuales trabas que podría poner el peronismo al próximo gobierno en función del número de bancas que conserva en el Congreso. La realidad es que ese análisis está supeditado a cómo  gestione Mauricio Macri. Si la nueva administración logra proponer e instrumentar algunos de cambios que pide la ciudadanía, las eventuales oposiciones legislativas quedarán reducidas a su mínima expresión. Será la voluntad popular la que terminará inclinando la balanza.

Es más, hasta el propio justicialismo, tal como lo conocemos, podría sufrir una profunda metamorfosis. El PJ no sólo se debe un fuerte debate interno para dejar de ser una cáscara vacía, un sello de goma utilizado por quienes eventualmente detentaron el poder para intentar avalar las prácticas políticas más aberrantes. En la actualidad es un partido anquilosado, que se quedó en el tiempo y que nada tiene que aportar ante las nuevas demandas ciudadanas.

Así como después de la desaparición de los dinosaurios, algunas especies se transformaron para sobrevivir y evolucionaron nuevas formas de vida, todo indica que en la Argentina se abre una nueva era.