El testaferro K, un preso vip en la cárcel de Ezeiza

El lujoso encierro de Lázaro Báez

Les paga a otros presos para que hagan de mayordomos. En su pabellón degustan asados, pizzas y todo tipo de pastas. Un preso vip con dinero manchado de corrupción 

Lázaro Báez, el testaferro de la familia Kirchner, es un preso vip en la cárcel de Ezeiza. Según trascendió, la llegada de Báez obligó a reorganizar algunos pabellones. 

Los funcionarios carcelarios, conscientes de la sensibilidad del flamante reo, no querían tener problemas. El pabellón de transexuales, con lugar para 15 presos en celdas individuales, fue vaciado para Báez. De a poco se fueron agregando otros detenidos con pocos antecedentes y, en su mayoría, mayores de 50 años. Al principio eran cinco o seis, incluido el contador del testaferro, Daniel Pérez Gadín, con quien más interactúa Báez. Luego se sumó más gente hasta completar la capacidad del pabellón.

El lugar donde está alojado Báez tiene televisor, heladera y hasta un horno eléctrico. Este último fue provisto por la familia del empresario. Según las reglas del servicio penitenciario no está prohibido estar equipado dentro de la cárcel, siempre y cuando venga de la familia o de allegados y cumpla con las normas de seguridad de la cárcel. 

Báez logró convencer a un par de compañeros para que sean sus empleados y le hagan de mayordomo: le limpian la celda, lavan su ropa y hasta le cocinan. A cambio, el empresario les paga, mediante un intermediario, a las familias de los presos, fuera de la cárcel. 

Ante la alta población de reos con bajos recursos, este tipo de beneficios solo lo tienen personajes con poder adquisitivo. Pérez Gadín también contaba con su mayordomo “tumbero”. Otro que accedía a este tipo de lujos era el narco colombiano Alejandro “Gato Seco” Álvarez, también compañero de Báez, que cayó preso a mediados de abril.

 Según informó la revista Noticias, la mayoría de los compañeros de pabellón de Báez evidencia felicidad: comen asado, pastas, pizza y hasta tienen postre. Todo pagado por el empresario. “Yo comía mejor adentro que afuera”, bromea uno de los excompañeros de Báez. La comida es abundante y la heladera siempre está llena. 

Tras la llegada de Báez, el servicio penitenciario decidió instalar un sistema de cámaras de seguridad para controlar a los internos de ese pabellón. El día que fueron los técnicos encerraron a todos los presos en sus celdas y se realizó la instalación de las cámaras. Al ser uno de los presos más famosos del país, nadie quería correr riesgos sobre la seguridad de Báez. Muy pocos pabellones tienen cámaras de seguridad.

La familia de Báez envía todas las semanas unos $ 4.000 en comida. El servicio penitenciario tiene un sistema de buffet llamado “La 

Cantina” que sirve para que los familiares de los presos, en vez de llevar comida, la compren ahí. Eso sí: no se pueden comprar bebidas de colores oscuros, por ejemplo sabor cola, porque pueden camuflar algún objeto no declarado. 

Los compañeros de Báez también tienen otros beneficios: las medialunas que le llevan al empresario. La cárcel tiene reglas. Por ejemplo, no se puede ingresar con otras facturas. Solo medialunas.

Otro de los servicios carcelarios que consume el empresario K es el de peluquería. Tres compañeros cortan el pelo y ya debutó como cliente. ¿Cómo se paga? Con víveres.

El lugar tiene un patio interno propio, por lo que Báez no tiene contacto con otros presos más que sus compañeros. No interactúa con nadie más. Sus tardes las pasa jugando al truco con sus compañeros. También se divierte con el dominó, mira televisión y lee libros. Una vez jugó al fútbol, pero le recomendaron abandonar esa actividad, debido a la arritmia que tiene. Es por eso que desde entonces solo mira los partidos de este deporte.

En definitiva, el dinero de la corrupción K sigue rindiendo sus frutos.

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