Entrevista a Alberto Sileoni

“El neoliberalismo desprecia a los trabajadores y se lo hace notar”

Así lo sostuvo el exministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni. El exfuncionario criticó la administración de Mauricio Macri por desmantelar programas que ayudaban a los más necesitados a transitar los ciclos formales escolares. “Atacar la escuela pública es embestir contra la igualdad de los ciudadanos”, afirmó

Alberto Sileoni fue ministro de Educación de la Nación desde 2009 hasta 2015. Es político y licenciado en Historia. Durante su gestión, la tasa de analfabetismo se redujo a su mínimo histórico, al alcanzar el 1,9 por ciento. Actualmente se desempeña como docente en una universidad pública del Conurbano. 

Desde su visión, al gobierno de Mauricio Macri no le interesa la inclusión social y por eso ha “desguazado” casi todos los programas que beneficiaban a los que menos tienen. En una entrevista con diario Hoy, Sileoni afirmó que “el neoliberalismo desprecia a los trabajadores” y que “se nota un avance de las corporaciones en la educación”. 

—¿Qué reflexión le merece el paradigma educativo del gobierno de Mauricio Macri? ¿Cuáles son las diferencias con la educación que planteaban Néstor y Cristina Kirchner? 

—No hay proyecto educativo que sea independiente de un proyecto político. En ese marco, desde diciembre de 2015 en nuestro país gobierna un neoliberalismo muy amigo del capital y poco del trabajo, que se manifiesta contra la escuela pública y sus docentes, con una idea de educación para la cual la calidad es independiente de la inclusión. 

Ya no parece necesario que incluyamos a los niños que están afuera del nivel inicial o a los jóvenes fuera del secundario. El único camino son las pruebas estandarizadas y junto con eso la eliminación y el desguace de los programas y políticas anteriores. No es cierto que construyen sobre lo anterior, es falso: suprimieron la Paritaria Nacional Docente, desmantelaron la Formación Docente, recortaron los programas de becas, el Progresar  y Turismo Escolar, radios, coros y orquestas, centro de actividades juveniles e infantiles, plan Fines, y tantos más. 

Asimismo, ha vuelto a ser mayor el monto que se destina al pago de la deuda que la inversión educativa, todo un símbolo de estos tiempos. Unos 700.000 chicos esperaron una netbook que no les llegó, ningún libro se ha distribuido y no se construyen escuelas. Esas son algunas de las diferencias que hay entre una época y otra.

—¿Qué impacto han tenido las 19 universidades creadas por el kirchnerismo? ¿Hay merma en el presupuesto y en la matrícula?

—Varios: acercar la universidad a los territorios ha hecho que una gran cantidad de estudiantes se incorporaran. En los últimos años (2003-2015) se incrementó en 500.000 la matrícula universitaria, un 33% más. Esto significa más derechos, más posibilidades para una gran cantidad de ciudadanos, muchos de los cuales son primera generación de universitarios en sus familias. 

Tengo el orgullo de dar clases en la novísima Universidad Nacional de Hurlingham, pública y gratuita, y veo todos los días esta transformación que se produce y esta alegría que significa acceder a un derecho. 

Hay merma en el presupuesto porque se produce un ajuste por inflación; el presupuesto es similar al anterior, con un 30% de inflación interanual, lo que significa menos servicios y salarios a la baja.

—Cuando se dice que a la educación pública hay que defenderla, ¿quiénes son los agresores y cómo se los frena?

—Está claro quiénes son los agresores de la escuela pública: un gobierno insensible que construye un Estado distante, que “acomoda la basura”, “corta la grasa” o lo concibe como un aguantadero. ¿Qué debe sentir un trabajador estatal ante tantas agresiones? ¿Quiénes habitan un aguantadero, qué son? ¿Qué siente el educador bonaerense al que le han dicho que pone palos en la rueda, que no tiene vocación, que le inventan “voluntarios” para que los sustituyan? 

El neoliberalismo desprecia a los trabajadores y se lo hace notar. Además, la crítica al empleo estatal se relaciona con el ajuste que el Gobierno ejecuta, que ya comenzó y seguirá después de las elecciones. También creo que es muy importante recordar que atacar la escuela pública es embestir contra la igualdad de los ciudadanos. Por eso van.

Desde el oficialismo se ocupan en denostar a la escuela pública, más allá de algunos discursos complacientes. ¿Tienen el objetivo de convertir a la educación en un gran negocio? ¿Cómo? Por supuesto que es un objetivo siempre posible, al cual hay que oponerle una férrea reacción popular, como ocurrió en mayo del año pasado cuando salió a la calle la comunidad universitaria, o en las diversas manifestaciones en defensa de la educación, de la Paritaria Nacional y de las condiciones de trabajo.

Por lo pronto, se manifiestan ciertas tendencias al emprendedurismo, la incorporación de bancos privados y fundaciones ideológicamente cercanas al Gobierno dentro del aula, la exaltación de la meritocracia y el hecho de caracterizar a los alumnos como mano de obra para incorporarse al mercado de trabajo: todas señales de una filosofía anacrónica que ya fracasó en la historia argentina. El avance de las corporaciones es claro, porque el negocio educativo representa un mercado extraordinario de más de 5 billones de dólares por año. 

—Considerando lo que usted denomina “meritocracia”, ¿se reduce la posibilidad del ascenso social?

—La meritocracia es un engaño, otro embuste del modelo neoliberal, porque parte de una imposible “igualdad de oportunidades”, pretendiendo construir – desde un falso inicio igualitario – una sociedad en la que triunfen los que hacen más esfuerzo. Eso es falso. 

¿Cómo se explica que los que no llegan siempre sean los pobres? ¿Hacen menos esfuerzo? ¿Son todos vagos y haraganes como reza el sentido común de ciertos sectores? ¿O lo que ocurre es que juegan un partido en condiciones más adversas? La meritocracia no tiene respuesta para los perdedores y construye una sociedad injusta, reproductora de las desigualdades y profundamente hipócrita.

—¿Los trabajadores de la educación tendrán un rol clave en la defensa de la escuela pública?

—Los trabajadores ya tienen un rol decisivo en la defensa de sus fuentes de trabajo y de sus instituciones. Y lo han hecho en estos meses, desde sus sindicatos, desde sus escuelas, desde sus aulas. 

Por supuesto que hay conciencia de lo mucho que hay que hacer y mejorar, no estoy afirmando que el sistema educativo no tenga cosas pendientes y deudas. Lo que afirmo es que no es por este camino que habremos de resolverlas.

“Este gobierno reverdece un odio de clase”

El Presidente Mauricio Macri afirmó en marzo pasado que “la mitad de los chicos que hoy comienza la escuela pública en algún lugar de la Argentina no la termina”. Luego habló del crecimiento de la oferta de educación privada y se refirió a “lo terrible que es caer en la escuela pública”.

Esas declaraciones levantaron polvareda y el jefe de Estado recibió una lluvia de críticas. 

Ante la consulta sobre si esas manifestaciones de Macri fueron una forma de extender la grieta, el exministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni (foto), le dijo a este diario que “es buena la pregunta, porque esa y otras muchas son afirmaciones ofensivas de diferentes funcionarios, que provienen por partes iguales de su ideología y de su ignorancia. ¿Sabrá el Presidente que hay aproximadamente 14 millones de estudiantes y que más de 10 millones van a instituciones públicas? Para esos alumnos y esas familias no se trata de una maldición: son argentinos que celebran ir a la escuela estatal, en un país que tiene el sistema educativo más igualitario de América. Por supuesto que es una forma de hacer que la grieta se profundice. Este gobierno reverdece un odio de clase que inevitablemente nos remite a 1955.

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