El Observador: El descontrolado incremento de las tragamonedas en territorio bonaerense

La provincia de Buenos Aires, poco a poco, se está convirtiendo en la meca del negocio del juego en América Latina.

Las máquinas tragamonedas, manejadas desde los años ‘90 por un grupo de bingueros amigos del poder político, está provocando un verdadero saqueo de recursos, que provienen principalmente de los sectores populares y de la clase media que buscan en el juego la forma de poder llegar a fin de mes. El problema es que esas maquinitas poco tienen de azar: están programadas para que siempre - o casi siempre- pierda el cliente. 

La falta de controles que existe en la Argentina, en materia de regulación de juegos de azar, estaría llevando a que las máquinas que no pueden funcionar en otros países, producto de las regulaciones que se implementan para evitar los estragos económicos, se estén instalando en la Provincia. Este dato surge al analizar los balances de Codere, que actualmente regentea 14 salas de bingo en territorio bonaerense. 

En su país de origen, Codere viene reduciendo la oferta lúdica: de enero a septiembre de 2012 pasó de 12.449 a 12.218 tragamonedas, 231 máquinas menos. En comparación a enero de 2011, la reducción es de casi 3.000 máquinas, que equivale a casi el 20% del parque de tragamonedas que había en España.

En otras palabras, en menos de dos años la firma española instaló unas 727 máquinas más en territorio bonaerense sin conocerse, hasta el momento, si existe algún tipo de resolución o decreto en la Provincia que habilite semejante incremento del negocio. Conclusión: muchas de las máquinas que se sacan en España podrían estar siendo enviadas a la Provincia. 

A esta movida se le podría sumar el traslado de salas de juego a zonas consideradas “más rentables”, sin ningún tipo de autorización legislativa, para profundizar aún más el saqueo.

Ante la ausencia de controles por parte del Estado, las empresas que manejan las tragamonedas en la Provincia obtienen ganancias que no conseguirían en ningún lugar del mundo, que sumarían más de $ 6.000 millones al año. En 2009, cada tragamonedas en España tenía una recaudación media diaria de 52,5 euros, mientras que en agosto de 2012 fue de 45,6 (cayó 13%). La contracara es la Argentina, donde -producto también de la falta de controles del Estado- pegó un salto enorme, ya que pasó de 202,7 euros en 2008 a 319 euros en 2012. Es decir, aumentó un 57%. En tanto, en México pasó de 50,9 a 54,5 (se incrementó apenas un 7%).

El juego actúa como una gran aspiradora de fondos, y deja como resultado economías regionales y locales devastadas. Por ejemplo, en La Matanza, el municipio con mayores niveles de pobreza e indigencia (hay más de 150 villas miseria en ese distrito) de la Provincia, Codere obtiene ganancias por unos $ 740 millones al año, que equivale a más del 50% del presupuesto municipal.

Las tres salas de bingo de La Matanza están incluidas en el decreto que firmó Daniel Scioli en agosto, que dispone una renovación automática de la licencia a privados por 15 años, a cambio del pago de un irrisorio canon. Este diario, desde hace años, sostiene que la única forma de terminar con este saqueo es que el Estado tome el control absoluto del negocio del juego.

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