El saltimbanqui K

Aníbal Fernández asumirá en la Secretaría General de la Presidencia, cargo que ya ocupó con Eduardo Duhalde. Rasgos centrales de un personaje que salta de un lugar a otro del PJ, sin que se le mueva ningún pelo

Reza una de las máximas de la política nacional, que cuando falta poco para concluir un gobierno, es mejor recostarse en aquellos que están dispuesto a hacer y decir cualquier cosa. Es en esto que anda hoy día el kirchnerismo, de allí que se lo haya llamado nuevamente a Aníbal Fernández para ocupar la Secretaría General de la Presidencia en reemplazo de Oscar Parrilli. 

Acusado por Elisa Carrió de tener vinculos con el narcotráfico, y sospechado por supuestas cercanías con bandas de los servicios de inteligencia y con barrabravas, el quilmeño ocupará un cargo que ya ejerció bajo la presidencia de Eduardo Duhalde en el año 2002. Y estará en uno de los reductos más cercanos a la presidenta Cristina Fernández. El todavía senador nacional, tendrá como misión central tratar de encausar al kirchnerismo en su último año de gestión.

De plena confianza de Néstor Kirchner, Fernández supo granjearse la simpatía de la Jefa de Estado, que lo tuvo como ministro de Justicia y luego como Jefe de Gabinete. Histriónico y mediático como pocos, su lenguaje y su forma de polemizar con los detractores, le ha valido la crítica de la oposición, que ha calificado sus frases como “anibaladas”.

Al igual que Oscar Parrilli durante su gestión, Aníbal Fernández será el encargado de ser el nexo entre el gobierno nacional y los movimientos sociales que aún le responden, pero con una salvedad, ya no tendría tanta injerencia en actos oficiales o en el reparto de planes, la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) de Luis D’Elía, el polémico dirigente defensor del terrorismo de Ahmadinejad en Irán y que recibe cuantiosos fondos del régimen venezolano de Nicolás Maduro.

Según pudo trascender desde la Casa Rosada, quien tendría más espacio dentro del armado oficial, sería el Movimiento Evita de Emilio Pérsico, más que nada para contener sus críticas hacia ciertas políticas económicas del gobierno y para evitar que como se dice habitualmente “saque los pies del plato” y continúe dentro del arco kirchnerista.

El paso de Aníbal Fernández por la función pública comenzó en 1991 en la intendencia de Quilmes, haciéndose conocido nacionalmente cuando en octubre de 1994 se ordenó su arresto en una causa en la que era investigado por la contratación fraudulenta de un estudio jurídico  para negociar una deuda municipal con Aguas Argentinas. Las versiones periodísticas de la época señalaron que el actual funcionario nacional escapó escondido en el baúl de un auto ante la llegada policial y que estuvo prófugo de la Justicia 48 horas.

Con Carlos Menem en el poder, fue uno de los máximos defensores del riojano en el Conurbano, preconizando el régimen neoliberal a viva voz. Tras su fallido paso por la intendencia quilmeña, recayó en las huestes de Eduardo Duhalde, de quien fue funcionario provincial y nacional. La llegada del nuevo milenio lo encontró abrazando la causa kirchnerista.

Puede verse que su plasticidad para saltar de diferentes espacios del interior del peronismo, le ha valido la posibilidad de ocupar cargos de suma importancia en el acontecer nacional. Y así como supo ser defensor del neoliberalismo en los ’90, ahora se lo puede ver defendiendo el brutal intervencionismo K, sin que le caiga ni un pelo y sin hacer un mea culpa por su accionar.

  La vuelta de un aplaudidor

La llegada de Aníbal Fernández al gabinete nacional trae aparejado su renuncia a la banca que ocupa en el Senado, y cuyo dueño a partir de ahora será el exjefe de Gabinete de Cristina, Juan Manuel Abal Medina.

El hijo de quien fuera el Secretario General del Movimiento Peronista en los años ’70, se desempeña como embajador ante el Mercosur y la Aladi y ocupa un lugar muy menor dentro de la distribución de cargos oficiales.

Abal Medina, que comenzara su carrera política al lado de Carlos “Chacho” Álvarez en el Frepaso, tiene el apoyo de La Cámpora, y se lo considera un aplaudidor de las políticas oficiales, más allá que su salida del gobierno en 2013 no haya sido en las mejores condiciones y su relación con la presidenta Cristina Fernández nunca haya sido recompuesta del todo.

En caso de que la llegada de Abal Medina se trabe y no asuma la banca, la misma será ocupada por quienes le siguieron en la nómina de candidatos suplentes en 2011, como lo son la titular del Consejo Nacional de las Mujeres, la camporista Mariana Gras, y Pablo López, actual secretario de Finanzas.